El 2000 marcó la vida de Antonio Morales, escritor de la pieza teatral Por amor en el caserío.

En ese año, él tenía 16 años. Su madre era usuaria de drogas, su padre se encontraba en una prisión federal por narcotráfico y su abuela agonizaba en un hospital. Antonio es el mayor de tres hermanos. Tras la muerte de su madre, los jóvenes se quedaron en la calle, pues no podían permanecer solos sin su abuela y sin su mamá en un apartamento. Él y sus hermanos se separaron para vivir con familiares.

Ante este panorama, Antonio decidió escribir una obra de teatro, que en un principio tenía como fin mostrarle a su mamá otras opciones de vida lejos de las drogas, pero culminó en un proyecto en el que los habitantes de viviendas públicas reflexionan sobre su realidad y buscan la manera de desligarse del narcotráfico y la violencia.

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“En ese año, me rodeaba un hogar inestable y disfuncional. Me vi solo con mis hermanos. Primero, desahuciaron a mi madre y nos fuimos al apartamento de mi abuela. Tuve un tiempo de paz cuando mi madre intentó rehabilitarse, pero murió en junio de 2000 y mi abuela un mes antes, en mayo de 2000. Cuando me puse a escribir, quería que mi madre tuviera razones para seguir, pero no se pudo. Luego, la obra ha servido para rescatar a jóvenes”, expresó el director, escritor y productor ejecutivo de la pieza Por amor en el caserío, que se ha representado más de 500 veces en distintas comunidades tras su estreno en el 2001.

Este trabajo está inspirado en las vivencias del joven en el residencial Luis Llorens Torres, en San Juan, donde nació y se crió, pero además utiliza como referencia el clásico Romeo y Julieta, de William Shakespeare, para presentar el amor y la tragedia que protagonizan dos adolescentes, “Cristal” (Anoushka Medina) y “Angelo” (Xavier Morales). El protagonista es el hermano menor de Antonio. Su otro hermano cumplió una condena recientemente en EE.UU.

En la trama, los enamorados viven un amor imposible porque el hermano de la chica y el primo del joven pertenecen a bandos distintos que quieren controlar el punto de drogas en el residencial. De una forma entretenida y muy real, los actores representan los problemas que enfrentan quienes residen en las viviendas públicas.

“Se han rescatado a los jóvenes que forman parte del elenco, de manera directa, y a los jóvenes que la ven, de manera indirecta. Vemos el poder de las artes para tomar otros caminos. Muchos se han unido a este movimiento. Después de 12 años, tengo una herramienta poderosa que funciona”, indicó el director, quien tiene el respaldo de CineCoop, una organización dedicada al desarrollo y fomento del cine educativo puertorriqueño; el Departamento de Vivienda y GFR Media para continuar tocando comunidades del país.

Antonio trabaja en otros proyectos teatrales con miras a que tomen la misma ruta de Por amor en el caserío, no obstante, aún este proyecto no ha culminado su rumbo.

“Faltan comunidades por impactar. Quiero que todos los puertorriqueños la vean”, comentó el ahora residente de Guaynabo.

Y así será porque, además de la obra, el grupo se encuentra en los últimos días de filmación de la película Por amor en el caserío, dirigida por Luis Enrique Rodríguez y Socorro Torres.

Con la obra y el filme, Antonio ha recibido muchas gratificaciones, pero la más importante para él es que “los sueños se hacen realidad”.

“He podido descubrir el poder de la perseverancia y la paciencia. Valoro estas dos palabras porque las cosas no suceden de un día para otro”, dijo con la seguridad de que la guerra del narcotráfico y de la violencia pueden finalizar siempre que se tome acción.