En el proceso de ensayo de la obra “Buenas noches mamá”, la actriz Johanna Rosaly se cuestionaba lo terrible que es escuchar de su hija -biológica y artística, en este caso- frases tan desgarradoras, como “y si tú no eres suficiente, y si la única forma de apagar mi dolor es dejando de estar aquí para no estar contigo”, y no desvanecer en escena. Eso solo se logra con la fuerza y madurez acumulada a través de una carrera actoral que se ha desdoblado en múltiples personajes, y que ahora le correspondió estar en el rol de la madre del personaje encarnado por su propia hija, Alfonsina Molinari.

Madre e hija ofrecieron este pasado fin de semana unas actuaciones magistrales con la obra “Buenas noches mamá”, de Marsha Norman, como cierre del Festival de Teatro de la Mujer en el Teatro Braulio Castillo en Bayamón. Es una pieza intensa, de muchos matices dramáticos, que presenta a “Elba” (Rosaly) como la progenitora de “Jessie” (Molinari), una joven mujer que está determinada a quitarse la vida para encontrar su paz.

Desde el inicio de la pieza -ganadora del Premio Pulitzer a la Mejor Obra de Teatro en el 1983- ambas están en una conversación que aparenta ser casual dentro de la rutinaria vida que llevan en un campo de la Isla. Esa conversación comienza a tomar otro tono, otra magnitud, tan pronto la hija le confiesa a la madre su decisión. Es entonces cuando cada una trata de convencer a la otra de lo que entienden es lo mejor, según sus respectivas realidades, y lo hacen con un dominio absoluto de los diálogos, de sus movimientos, de su gestualidad, llevando al público por un vaivén de emociones.

Johanna Rosaly se transforma en una madre desesperada, decidida a hacer cualquier cosa por evitar que su hija que quite la vida.
Johanna Rosaly se transforma en una madre desesperada, decidida a hacer cualquier cosa por evitar que su hija que quite la vida. (Rosalina Marrero-Rodríguez)

Rosaly como la madre experimenta el dolor físico y emocional, no solo por la tragedia que le presenta la hija, sino por las frustraciones que arrastra como mujer, y que de pronto se tornan en presente. Verla arrastrarse por el piso del escenario, ahogada en su dolor, estremece. Igualmente, Molinari como la hija confronta a la madre por las decisiones que tomó en distintos momentos y que la afectaron en diversos aspectos de su vida. Molinari tiene un control total. Su tono de voz, su caminar, es calmado, frío, seguro, proyectando un completo convencimiento de lo que está a punto de hacer.

La labor de dirección de Norwill Fragoso se observa y se eleva en lo bien definidos que están cada uno de los personajes, consiguiendo que sean creíbles y cercanos, aún cuando no necesariamente se esté dentro de sus mismos zapatos.

“Buenas noches mamá” provoca una inquietante reflexión sobre el suicidio, sobre las relaciones de padres e hijos, las relaciones de pareja, también sobre la inaccesibilidad a la educación y todo lo que eso arrastra. La puesta en escena es hermosa en todos los planos, pues conjuntamente con las actuaciones hay un trabajo de escenografía e iluminación de Miguel Rosa que igualmente se lleva un sonoro aplauso.

La función del domingo suponía ser la última, sin embargo la acogida que ha tenido entre el público, motivó a Producciones Girasol a abrir una nueva función para el sábado, 8 de abril, en el mismo Teatro Braulio Castillo. Los boletos están a la venta en Ticketera.

Vaya a verla y, por favor, apague o ponga en modo de silencio el celular, no haga expresiones en un tono alto de voz ni haga ruidos innecesarios con lo que se está comiendo. En la función del domingo, los ruidos no cesaron a lo largo de toda la obra. Hacer silencio es una muestra de respeto al trabajo artístico que le llevó hasta esa sala.

La escenografía e iluminación de Miguel Rosa son un excelente complemento para el trabajo de las actrices.
La escenografía e iluminación de Miguel Rosa son un excelente complemento para el trabajo de las actrices. (Rosalina Marrero-Rodríguez)