Cada vez que pisa su salón de clases o el taller donde enseña el arte del torno, el artista Fernando Quintero, no solo pone su granito de arena para perpetuar esta disciplina artesanal, sino también fomenta el interés, la imaginación y la creatividad de sus alumnos.

Desde la Casa del Artesano en Toa Alta y en sesiones educativas privadas ofrecidas desde su taller en el barrio Contorno, en el mismo pueblo, Quintero comparte la habilidad de transformar la madera en piezas únicas.

El artista fue un aprendiz inseparable de su padre, el también artesano, escritor y maestro de Artes Industriales, Héctor Quintero.

“Vengo de una familia de artesanos. Mi papá era tornero de madera y desde temprana edad me enseñó a trabajarla, porque cuando no tenía clases de artes industriales, en la casa siempre estaba haciendo artesanías en el taller de él y empecé a aprender con él. Me interesé”, explicó el hombre de 67 años.

Fue la curiosidad la que le abrió las puertas al mundo de este arte, pues Nandi, como cariñosamente le conocen sus allegados, preguntaba constantemente a su padre cómo se hacía el trabajo.

“Yo a veces hasta le daba consejos, así que el estudiante le enseñaba al maestro”, dijo riendo.

Todo lo que sabe, afirma, lo aprendió de su padre y ahora lo transmite a sus alumnos.
Todo lo que sabe, afirma, lo aprendió de su padre y ahora lo transmite a sus alumnos. (Isabel Ferre Sadurni)

Y así fue tomando forma su deseo, no solo de aprender, sino de enseñar. “Mi papá me enseñó todo lo que yo sé y eso es lo que transmito a los estudiantes. Llevo como 12 años dando clases. Lo que hago es compartir el conocimiento para que otros aprendan el arte de tornear”, señaló el artesano, quien es un maestro tornero bonafide de la Compañía de Fomento Industrial.

Desde niños hasta adultos mayores se han convertido en parte importante del movimiento educativo a favor de este renglón artesanal impulsado por Quintero. Así, cada dos meses gradúa entre 18 y 22 estudiantes.

“Yo estoy retirado y lo que hago es enseñar. Doy talleres aquí, en La Casa del Artesano, donde tengo 16 estudiantes dos días (jueves y lunes) y en mi taller privado tengo 16 estudiantes dos días (miércoles y sábado), y solo les cobro los materiales que se dan porque esto no se trata de un sueldo”, sostuvo.

“Hasta ahora yo lo he hecho sin tener ningún lucro y, mientras Dios me dé vida, lo voy a seguir haciendo porque mi papá lo hacía de esa manera. Él escribía libros poemarios y no los vendía, los dedicaba y los regalaba. Yo aprendí esto y lo hago con tanto y tanto amor que quiero transmitirle este arte a otras personas para que aprendan a hacer el trabajo que yo hago”, afirmó Quintero.

El artista dijo convencido que sus clases buscan retar el ingenio y la creatividad de sus pupilos, pues desde el primer día los pone a tornear y siempre les exige dar lo mejor.

“Yo les digo: ‘vamos a crear, vamos a usar la imaginación y vamos a usar una escala porque el creador, Dios, usó una escala para nosotros. A mí me hizo los brazos cortitos, las piernas cortitas, pero la cabeza también. Tenemos que tener en la mente crear una escala que podamos identificar si tiene una buena proporción lo que queremos proyectar’”, destacó el artesano.

De hecho, Quintero disfruta trabajar la técnica con una matrícula especial de niños diagnosticados con autismo.

“Me he propuesto un reto y he tenido tres niños con autismo que han aprendido la tornería y hacen esas piezas sin ningún problema. Yo me gozo, los abrazo, los aprieto y me siento tan feliz por ellos”, indicó el maestro tornero.

Su pupilo consentido

En lugar de exhibir sus piezas, algunas de las cuales permanecen en la Casa del Artesano en Toa Alta, Quintero destaca con orgullo el trabajo y talento de sus alumnos. Uno de los más sobresalientes, dijo, es George Rosario Batista, conocido en este pueblo como “El Italiano”.

“Este es mi estudiante más destacado, me ha dado unas sorpresas inimaginables. No pensaba que tuviera tanto talento. Él llegó sin saber nada a mi taller. Nunca había tocado la madera porque fue militar y siempre estuvo en la milicia. Se apuntó a coger el curso conmigo, me ha sorprendido porque lo que lleva es un año”, expresó el maestro.

Para Rosario Batista, quien ya trabaja su arte bajo la marca “Exotic Woods”, es una bendición haber coincidido con Quintero en el camino.

“Él (Quintero) es como mi hermano mayor… Cuando me retiré de la milicia busqué pintar, pero tenía que pintar lo que me dijeran; me metí a la música y tenía que tocar lo que decía la partitura, pero aquí vi algo diferente. Aquí yo soy mi propio creador. Puedo seguir aprendiendo, creando cosas y eso es lo que me gusta, que me da más espacio para aprender”, aseguró el artesano, quien es el creador de un pilón “4 en 1″ que sirve para hacer mofongo, canastas, tostones y cuenta hasta con su tapa.

En tanto, la afinidad con sus estudiantes es lo que Quintero afirma que le da fuerza y motivación para continuar su rol educativo.

“Tengo una bendición, que el que llega a mi casa no se quiere ir; se quieren quedar. Les digo que le den oportunidad a los nuevos y me dicen que les deje un huequito que allí no molestan en una esquinita”, indicó Quintero, a quien consiguen llamando al 787-617-2303.

Para información sobre las piezas “Exotic Woods”, pueden llamar al 787-529-5125.