Galería Tate Modern celebra 10 años
Londres.- La galería Tate Modern de Londres celebra durante el próximo fin de semana su décimo aniversario con un "festival de las artes", en el que participan músicos y grupos de artistas independientes de varios continentes.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 15 años.
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Londres.- La galería Tate Modern de Londres celebra durante el próximo fin de semana su décimo aniversario con un "festival de las artes", en el que participan músicos y grupos de artistas independientes de varios continentes.
Cuando se abrió al público en 2000, nadie podía prever que esa antigua central eléctrica en desuso, bello ejemplo del art-deco industrial firmada por el arquitecto Giles Gilbert Scott, iba a convertirse en un auténtico imán del público.
En sólo diez años, la vieja central puede presumir de ser el museo de arte moderno más visitado del mundo, con más de 45 millones de visitantes desde su inauguración.
Es tal el éxito de la galería que los arquitectos suizos que se encargaron de la reconversión, Herzog y de Meuron, han recibido ahora el encargo de ampliar sus instalaciones, que se pretenden inaugurar en 2012, el año en el que se celebrarán los Juegos Olímpicos en esta capital.
Sin duda el principal artífice del éxito es Nick Serota, director de todo el complejo Tate (que incluye también a la Tate Britain, Tate Liverpool y Tate St. Ives) y actualmente uno de los personajes más influyentes en el mundo del arte.
Antes de llegar a la Tate, Serota, que estudió Historia del Arte en Cambridge y luego en el Instituto Courtauld de Londres, dirigió la galería Whitechapel, de esta capital, donde organizó interesantes exposiciones como las dedicadas a Carl Andr y Gerhard Richter.
Su pasión por el arte conceptual y de vanguardia hizo que los críticos británicos más conservadores le acusaran de querer sólo provocar.
Serota acogió desde el primer momento con los brazos abiertos no sólo el llamado arte conceptual sino también a artistas entonces tan polémicos como Gilbert and George o los representantes del Joven Arte Británico (BritArt).
Su apuesta ha funcionado y, con el experto español Vicente Todolí, al frente de la Tate Modern, esta última galería se ha convertido en un atractivo turístico en cualquier visita a Londres.
El elegante puente peatonal diseñado por el arquitecto Norman Foster y el escultor Anthony Caro, que ofrece un bello panorama de la Catedral de San Pablo, al otro lado del río, lo cruzan diariamente miles de extranjeros.
Entre los grandes éxitos de público de la Tate Modern hay que citar, sin duda, la llamada serie Unilever, una invitación anual a los artistas a exponer una obra creada expresamente para la ocasión en la antigua sala de las turbinas de la central eléctrica.
En ese enorme espacio se ha visto desde una gigantesca araña de pesadilla (Louise Bourgeois), toboganes por los que se tiraba el público (Carsten H ller), una enorme grieta en el suelo de hormigón, como si hubiera ocurrido un terremoto (Doris Salcedo) o la instalación más exitosa de todas: el sol gigante, de Olafur Eliasson.
En 2000, la Tate Modern renunció al orden cronológico de su colección para agrupar por temas obras icónicas y otras menos conocidas, mientras que seis años más tarde se optó por contextos distintos que cambian periódicamente y que permiten arrojar una nueva mirada sobre las piezas de su colección.
La Tate Modern ha sabido también presentar al público británico a artistas de otros continentes, como de Latinoamérica, con retrospectivas como las dedicadas a la mexicana Frida Kahlo o a los brasileños Helio Oticica y Cildo Meireles.
Y fiel a sus principios fundadores, la galería ha organizado exposiciones que han servido para destacar momentos importantes de la historia del arte del siglo XX, como las dedicadas por ejemplo al "Arte Povera" italiano o a figuras como Josef Albers y Moholy-Nagy, Duchamp, Man Ray y Picabia, Rodchenko y Popova o Theo Van Doesburg.