Motivar a las nuevas generaciones a contagiarse con el ritmo que la conquistó desde infancia ha formado parte de su misión educativa por 12 años.

La maestra Ivelisse Díaz nació en Chicago (Illinois), pero la pasión por la bomba la aprendió de sus padres boricuas, quienes son naturales de Guayama.

“Yo tenía 5 años cuando empecé a bailar”, rememora Díaz en entrevista telefónica desde la “Ciudad de los Vientos”. Su tío Eli Samuel Rodríguez, cofundador del Grupo Yubá, fue uno de los responsables de su introducción al ritmo que impartía en el Centro Cultural Segundo Ruiz Belvis. “Mi familia se reunió con la iniciativa de formar parte del primer centro puertorriqueño de Chicago, y ahí empezaron a practicar la bomba”.

A través de la experiencia, eventualmente formó parte del grupo infantil Yubitas. Dentro de su formación, aprendió a tocar los barriles de bomba y otros instrumentos de percusión asociados con este género musical autóctono de Puerto Rico. A sus 14, participó como una de las cantantes del álbum Chicago sabe a bomba y plena con Grupo Yubá.

“Es una bendición poder aprender de la cultura y ha sido una responsabilidad para mi familia”, sostuvo la también fundadora de la Escuelita Bombera de Corazón, que estableció en 2009 y a la que nombró inspirándose en cómo se siente sobre este género que cuenta con una influencia de ritmos africanos.

“Soy una bombera de corazón y de alma”, respondió con orgullo la educadora criada en el barrio Humboldt Park. “Es un ritmo sabroso que me llama, que fue una herramienta para mí para yo saber quién soy como mujer puertorriqueña”, afirmó con marcado entusiasmo la madre de una adolescente a quien también ha inculcado el amor por sus orígenes boricuas.

A lo largo de más de una década, Díaz ha brindado talleres no solo a estudiantes de ascendencia puertorriqueña, sino de otras nacionalidades, lo que le brinda mayor complacencia en su misión por perpetuar este conocimiento en nuevas generaciones.

“Tengo estudiantes boricuas, indios, chinos, cubanos, blancos, afroamericanos, haitianos. Tengo estudiantes de todo el mundo”, afirmó complacida. “Disfruto la conexión que tengo con mi gente. La escuelita ha sido la plataforma y el espacio donde he podido conectar con la comunidad. Sentarme, ‘vamos a estudiar nuestra historia’, ‘vamos a aprender’, no solamente en Chicago, sino también fuera de Chicago. Tengo estudiantes en todo el mundo ahora con la oportunidad de dar clases virtuales”, añadió la educadora, quien para este semestre contempla iniciar los cursos para el 20 de enero. “Es bello que la gente tenga un interés en conocer esta música y queremos visibilidad, que nunca muera la bomba”.

Además de diversas ciudades en Estados Unidos, Díaz ha trabajado para difundir el amor por este ritmo en destinos como México, Cuba, Ghana y España.

Entre sus planes para este año, se incluyen brindar talleres de bomba en Francia, y venir a Puerto Rico a mediados de 2022 para continuar con su agenda de impartir su enseñanza.

Como parte de su compromiso musical, Díaz también es integrante de Bompleneras. “Soy la directora de este grupo de mujeres de bomba y plena que practicamos dos de los géneros de Puerto Rico. Estamos juntas ya 12 años. Estamos trabajando la visibilidad de la mujer”, resaltó la educadora, también vocalista hace 15 años del grupo Bomba con Buya.

Dentro de su desempeño educativo y musical, en 2019 colaboró como asesora en uno de los capítulos de la serie de dibujos animados de Nickelodeon Santiago of the Seas.

“En el episodio de Puerto Rico tuve la dicha de hacer todo el aspecto musical (instrumentalización) para cuando él llega a Puerto Rico. Fue una experiencia bien bella. La primera vez que vi que se le hizo un acercamiento así de la bomba”. Su participación la llevó a ser galardonada con el 3Arts Award, un reconocimiento que cada año se le concede a diez artistas en Chicago por su contribución en la cultura.

Viajar constantemente a Puerto Rico, tanto para presentaciones artísticas como para compartir con familiares, es una práctica que disfruta a plenitud en su intención de seguir conectada con sus raíces.

“Yo soy de Guayama, de la calle Tetuán”, sostuvo con marcado énfasis. “Doy gracias a mi familia que nunca se fue de Puerto Rico, que he podido aprender de maestros (en la Isla) que me conocen y que me han ayudado a mover la bomba en la diáspora, con mucho respeto”.