La escritora Ana Lydia Vega recibió hoy, viernes, un doctorado honoris causa en Letras Humanas en la Universidad de Puerto Rico en Arecibo (UPRA) por su aportación a la literatura, conferido en el marco del Quinto Congreso Internacional de literatura Escritura, individuo y sociedad en España Las Américas y Puerto Rico.

Así, la cuentista, novelista y columnista se unió a un selecto grupo de laureados escritores como Luis Rafael Sánchez, Mayra Montero, Mario Vargas Llosa, Elena Poniatowska y a las hermanas Luce y Mercedes López Baralt, reconocidos anteriormente por la UPRA.

Con el humor, la candidez y la humildad que la que la caracterizan, Vega aceptó el reconocimiento con un discurso convertido en cuento o un cuento convertido en discurso en el que entremezcló un agradecimiento a la ciudad de Arecibo con su siempre presente voz de denuncia y protesta social y política.

“Los homenajes ‘postumizan’ a los escritores”, comenzó, utilizando una frase acuñada por el también escritor y amigo suyo Luis Rafael Sánchez.

“Les confieso que ya he empezado a sentir los efectos secundarios de la “postumización”, continuó para entonces hacer una fantástica comparación entre su toga negra de universitaria o “burka académica”, como la llamó después, con un vestido de ángel gótico y dijo que de no saber que se encontraba en el teatro del recinto arecibeño, “juraría estar deambulando como zombi entre los bellísimos y maltrechos panteones del cementerio municipal de Arecibo”.

Vega aseguró estar viendo a hombres “enchaquetonados con aires de sepultureros”, que resultaban ser los ilustres escritores arecibeños, Manuel Zeno Gandía, René Marqués y Cayetano Coll y Toste, que hacían un piquete improvisado y que cargaban pancartas que leían “abajo la crudita”, “la deuda es impagable”, “machete al IVA” y “cero colonia”.

Luego, contó, también veía a las arecibeñas, Trina Padilla, Fidela Matheu, Carmen Alicia Cadilla y Luisa Capetillo.

Las describió llevando un “lápiz de labio ‘revolutionary red’, que recuerda al que llevaba Lolita Lebrón cuando le hizo una visita de cortesía al Congreso”, y todas, menos Luisa Capetillo, vistiendo trajes vaporosos de volantes. Las cuatro, con una chapita con la imagen de Oscar López prendida al cuello.

Estos “integrantes del corillo piquetero” también coordinaban una protesta “contra la infame planta incineradora que amenazan con encajarnos en Cambalache”, sostuvo la cuentista.

Casi al terminar su alocución, Vega quiso compartir el grado con quienes la acompañaron también en parte importante de su cátedra en la enseñanza del francés en el Recinto de Río Piedras de la UPR, Carmen Lugo Filippi y Roberto Villanúa, quienes junto con la fenecida profesora Ruth Hernández publicaron en 1981 “Le français vécu”.

Finalizó diciendo que se despedía “en una nube de felicidad, otra vez hacia el mundo de los vivos”.

En la ceremonia, Vega escuchó los tributos que le hicieron Antonio Martorell y Rosa Luisa Márquez, Luce López Baralt y Mayra Montero. Mientras, el presidente de la UPR, Uroyán Walker Ramos, y el rector del recinto arecibeño, Otilio González Cortés, le entregaron el reconocimiento.