Ella quería dedicarse al arte una vez se jubilara del Departamento de Educación y hasta guardaba cada detalle en una caja que conservó por más de dos décadas.

Pero la vida llevó a Lourdes Soto Ramos por un rumbo que nunca imaginó, pues a dos años de su retiro le diagnosticaron cáncer de mama. 

Fue entonces que comenzó su metamorfosis y en medio del dolor físico que le ocasionaba el tratamiento, nació una artista que por mucho tiempo estuvo durmiendo. Aunque siempre estuvo rodeada de arte.

Esta ponceña practicó ballet en su adolescencia, cursó talleres con importantes virtuosos en el Museo de Arte de Ponce, completó un bachillerato en Artes y Economía Doméstica de la Universidad de Puerto Rico y se casó con Ramón Rivera Cáliz, un reconocido artista plástico con quien lleva 43 años.

Aun así, decidió encaminarse en las Ciencias, pues las tres décadas que laboró en el Sistema de Educación Pública fue como maestra de Salud y supervisora de Salud Escolar. 

Pero su talento como artista aguardaba por su ansiado retiro profesional. 

“A lo largo de mi vida fui guardando láminas, fotografías y las iba poniendo en una cajita que tenía en el laundry, cada vez que encontraba algo que me gustaba, iba a esa cajita y lo echaba, porque ‘algún día yo lo iba a hacer. Y quería hacer tantas cosas cuando me retirara que, curiosamente, hacía como dos años que yo había comprado los materiales en Estados Unidos”, confesó Soto Ramos, la cual posee una maestría en Educación en Salud del Recinto de Ciencias Médicas (RCM).

“Traté de buscar a alguien que me enseñara, pero no lo encontré, pero cuando me dio cáncer, ahí en mi lecho de enferma, mi hija me dijo ‘mami, no seas tonta, tú puedes hacer lo que tú quieras. Entonces empecé a estudiar por youtube lo que era trabajar en el metal, luego de dos o tres meses, un día me levanté y dije ‘hoy voy a hacer esto’ y de ahí para acá es que he estado inmersa y ha sido increíble, para mí ha sido un logro personal”, dijo.

Fue en el 2015 que Lourdes inició su trayectoria en el arte de repujado en metal, un renglón poco conocido y en el cual ha plasmado sus vivencias, desde la quimioterapia hasta su renacer a una nueva vida.

Eso a pesar de que todavía se mantiene en una ardua batalla, pues la enfermedad se ha extendido a otras partes de su cuerpo.

“Empecé con el iPad siguiendo las instrucciones que daba la señora en internet, y a pesar de que no era una experta, me decían que me estaba quedando bien. Seguí trabajando en casa porque prácticamente no podía salir pues estaba casi encamada, y me levantaba a trabajar, a darme mi terapia de arte, hasta que una persona que brega en el área de artesanías me dijo que me certificara como artesana”, recordó.

Aunque la mayor parte de sus temas son culturales, cuando estuvo enferma se dedicó a escribir reflexiones sobre el proceso que estaba viviendo y lo documentó con fotografías.

“Yo no quería que no se me olvidara nada, ni un punto que me cogieran, ni una cicatriz pasaba por desapercibida; prohibido olvidar porque las experiencias nos hacen crecer y nos hacen ser mejores personas. Dentro de esa documentación, empecé a hacer dibujos autobiográficos donde exponía lo que sentía y de ahí es que nació mi primera exposición”, dijo sobre su exposición ‘Enfrentando mi metamorfosis’, presentada en diciembre de 2017 en el Centro Cultural Carmen Solá de Pereira en Ponce.

Soto Ramos asegura que nunca es tarde para descubrir los talentos y exhortó a que no importa la edad, las personas puedan encaminarse a lograr sus sueños.