Sin importar hacia dónde mires, alguien te está devolviendo la mirada y conversando contigo. Desde las paredes, puedes ver sonrisas cómplices, expresiones de dolor o escenas festivas, pero siempre estás recibiendo una invitación silente de unirte al diálogo. Literalmente, te sientes como en casa. Y el Museo de Arte de Ponce cumplió su promesa de devolvernos, luego de una amplia y dedicada renovación, un hogar para poder conversar con el arte.

“Las obras cobran vida cuando alguien las mira”, es la premisa de Arlette de la Serna, curadora asistente del Museo, quien ofreció un recorrido personalizado a la prensa para que se pudiera apreciar la oferta artística, y todo invita a mirarla: luego de la renovación, se rescató un 44 por ciento más de espacio de exhibición, de acuerdo con Cecille Blondet, directora de desarrollo y asuntos externos del Museo.

La experiencia empieza en el exterior, con la escultura Pinceladas al vuelo, de Roy Lichtenstein, una pieza de 25 pies de altura que fue donada al Museo. Los alegres colores invitan a echar un vistazo a los alrededores, y así te encuentras con dos fuentes que franquean una entrada de cristal.

La configuración laberíntica de las galerías invita a ir explorando cada vez más, pero no temas perderte: cada una de las muestras te indicará en qué ala del Museo te encuentras, así como el número de sala y el tema que se está discutiendo.

“Nuestra intención es justamente que el visitante tenga una experiencia emotiva y trascendental en su vida, y que llegue y diga: ‘Qué bonito, qué emoción’, o incluso que diga: ‘Por qué está eso ahí, esto no me gusta’”, asegura Agustín Arteaga, director ejecutivo del Museo. “La mejor manera de educar es seducir e invitar a que la gente disfrute... el reto es que se involucre y vaya tomando partido dentro del recorrido por el Museo, y así se hace parte de él y no es simplemente un libro erudito y distante que está abierto”.

Un encuentro especial

Lo que verás ahora es completamente distinto a lo que acostumbras, por una importante razón: la muestra no se divide, como se esperaría, en escuelas o movimientos artísticos. En este caso, la curaduría quiso ir más allá y crear auténticas conversaciones abiertas a la interpretación, por lo que podrás ver las obras divididas en temas.

De ahí pasamos a “Encuentros: espacio, tiempo y vida”, en el que podrás ver la colección permanente, que incluye 125 obras que estuvieron de visita por más de nueve países y fueron vistas por unos 2.8 millones de personas.

En el ala oeste del primer nivel podrás ver Conversaciones con la naturaleza, que explora las diversas miradas a lo que nos brinda el ambiente natural, mientras que en el ala este disfrutarás de Entre el cielo y la tierra, donde se estudian los diversos sistemas de creencias a través de historias religiosas y seculares.

En el segundo piso, se le da paso a Encuentros con Europa, donde verás pinturas y esculturas europeas de los siglos XV al XIX. Aquí también se sigue el modelo temático y podrás apreciar colecciones que giran alrededor del paisaje o el concepto de la belleza, por mencionar algunos.

Otra innovación son las salas educativas, donde el arte se convierte en parte integral de la experiencia y los visitantes. Para Encuentros, se organizó una simpática sala en la que podrás ver el cuadro La tentación de San Antonio, de David Teniers II, a través de un muro que, con pequeñas lupas, va deconstruyendo la obra.

En otra pared, los visitantes pueden escribir el diálogo entre una santera del siglo XX en el cuadro La consulta de Jorge Rechani, que con el tabaco en la boca “conversa” con Estratonice, joven de la realeza del siglo III a.C. y foco de pasiones en la obra Antíoco y Estratonice, de Pompeo Batoni.

Finalmente, otro rincón invita a encontrar las similitudes entre interpretaciones de la historia de San Jerónimo.

Pequeños y numerosos

En la primera planta, también podrás encontrar la muestra Julio Micheli: coleópteros de Puerto Rico. En la misma, el artista ponceño Julio Micheli, quien también es entomólogo de corazón, nos ofrece 72 dibujos de escarabajos que habitan en la Isla.

Estos insectos pueden ser tan milimétricos que se necesite un microscopio para apreciarlos, o tan grandes que, seguramente, harán dar un salto a quien se los encuentre. La belleza de estos animalitos queda demostrada en especímenes que parecen pintados a acuarela, o que brillan como esmeraldas. Micheli los estudió meticulosamente, y cada pata, mancha y antena están fielmente representados. Además, podrás ver a los “modelos”, ya que el artista ofrece su colección para ser admirada.

Si te quedaron ganas de saber más sobre los coleópteros, otra de las salas te permite ver diversos insectos con una lupa electrónica, y en una pantalla podrás ver impresionantes acercamientos. En un televisor, Micheli explica cómo es el proceso de recolectar los insectos y, además, el visitante podrá estudiar diversos libros sobre el tema o ver, con una claridad que podrá asustar a muchos, la diferencia en tamaño entre un humano y un escarabajo.

 

*** Más información

La entrada cuesta $6 para adultos y $3 para niños, mayores de 60 y estudiantes con identificación. Para detalles, llama  al 787-840-1510 o visita www.museoarteponce.org.