Aún vestido de etiqueta, el chelista Santiago Cañón-Valencia da una vibra distinta. No lleva el prototipo del músico clásico tradicional al que se le refleja la formalidad hasta en el peinado impecable.

El bogotano, de 28 años, suele vestir con chaqueta de cuero negro. Lleva el cabello largo, libre o recogido en un moño. Usa lentes de montura moderna y los dedos con los que produce las notas para interpretar al alemán Johann Sebastian Bach o a su coterráneo colombiano Damián Ponce de León, los adorna con llamativos anillos. Es una imagen que, desde la perspectiva musical, va más por el rock.

Es una expresión de su generación y de su carácter transgresor, que igualmente se manifiesta en su propuesta musical “experimental”, con la que por primera vez se acerca a la Isla para ser parte del programa artístico del Festival Casals.

“A mí siempre me ha gustado ser muy honesto en todo, inclusive en la forma en la cual me presento”, compartió el músico. “No te imaginas cuánta gente me dijo, ‘no que si el pelo largo’, ‘que los anillos no se pueden usar’; ese tipo de tradiciones me gusta romperlas un poquito porque si uno va a un concierto es por la música”.

Sus recitales -incluido el que presentará este jueves, a las 7:30 pm, en la Sala Sinfónica Pablo Casals en el Centro de Bellas Artes en Santurce- los delinea con las composiciones que mejor lo representan, que le provocan alguna emoción, y eso incluye traer desde su instrumento a autores contemporáneos que le han escrito obras exclusivas para él y las propias. No gusta de caer tanto en las repeticiones de los repertorios clásicos tradicionales.

Estoy llevando conmigo un recital de chelo solo, es un recital muy individual, muy cercano a mí. Obras que me gustan muchísimo (Suite núm.2 en re menor de Bach, Sonata para chelo solo núm. 3, Op. 25, de Paul Hindemith y Suite núm. 2 para violonchelo solo de César Augusto Zambrano) también está una obra mía (Ascenso hacia lo profundo), que escribí el año pasado, y es una propuesta un poquito diferente a lo que muchos chelistas llevarían a un festival es un poquito más experimental, moderna, y me gusta bastante haber tenido la libertad de haber programado este recital tal y como está, y espero que a la gente le guste muchísimo”, expresó.

La participaciones del pianista Yefim Bronfman, así como de la violinista Joshua Bel en el festival, dijo, le sumaron a su entusiasmo por llegar a este punto del Caribe y ser parte del grupo de solistas dentro del programa musical.

Ganador de la Medalla de Plata y del Premio Favorito del Público en el XVI Concurso Internacional Tchaikovsky de 2019 y del Premio de la Fundación Starker de 2018, Cañón-Valencia se inició con el violonchelo o chelo, como prefiere nombrarlo, a los cuatro años. Creció en una atmósfera familiar íntegramente musical, y desde temprano, él también quiso ser parte de esa historia.

Tuve la libertad de elegir, hacer lo que yo quisiera y lo que quise hacer fue música”, afirmó.

“Me acuerdo que cuando me consiguieron un chelo diminuto, no más con verlo y sentarme con el instrumento sin siquiera saber tocar, sin siquiera saber poner la mano, se sintió como que algo estaba bien”, expresó. “Empecé con las clases muy emocionado y creo que esa emoción y esa cercanía que sentí desde antes de saber cómo tocar, me ayudó a avanzar, porque de verdad había un gusto. Siempre me gustó mucho la versatilidad del chelo, el registro, la calidad del sonido, el repertorio es increíble, pero también es un instrumento que se presta para cosas nuevas”.

Desde los 12 años dejó de vivir continuamente en su tierra natal y desde entonces vive su sueño de tocar en cada rincón del mundo que solicite su talento, desde Colombia hasta Japón. Ha sido invitado de la Orquesta Mariinsky con Valery Gergiev, Filarmónica de Bruselas con Stéphane Deneve, Filarmónica de San Petersburgo con Nikolai Alexeev, Solistas de Moscú con Yuri Bashmet, la Orquesta de Cámara Orfeo, además de la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia, entre otras.

La música clásica es para todo el mundo. Cualquiera puede escucharla, cualquiera puede estudiarla, es solamente quitar esas barreras que de alguna manera u otra se han puesto ahí”

-Santiago Cañón-Valencia, chelista colombiano

Este admirador de Henryk Zarzycki en Colombia, James Tennant en Nueva Zelanda y Andrés Díaz reconoce la percepción que existe sobre la música clásica de ser una dirigida más hacia a un público adulto mayor, con un nivel de educación alto, y distante de la juventud.

“La música clásica ha tenido ese problema por mucho tiempo y ha tenido muchos estereotipos, y la verdad la veo simplemente como otro género más, porque sí hay mucha gente joven que está atraída a la música clásica en todo el mundo. Por eso tenemos gente que está estudiando violonchelo desde muy temprana edad también, porque hay un interés. Pero muchas orquestas, muchos festivales se han dado cuenta de que sí hay un estigma”, expuso.

El músico proyecta presentar hacia el final de este año un álbum compuesto de cinco obras, entre estas, una propias y otras escritas por “compositores colombianos amigos”, apuntando siempre hacia aquello que le permita nuevas experiencias, que lo emocionen.