“Papo Impala” sigue siendo un salsero de corazón, de esos que llamaban cocolos. Esa es la música que lo mueve desde la década de 1970, pero su máximo intérprete, Teófilo Torres, no duda que también montaría sus historias callejeras a ritmo de reguetón.

Ahora que este personaje -sacado de la realidad urbana de Bayamón y perpetuado en la literatura puertorriqueña por Juan Antonio Ramos- celebra 40 años, no debe sorprender alguna referencia a Bad Bunny o Daddy Yankee, porque antes que ellos, él hablaba ese lenguaje de la calle que da forma a los temas musicales que se escuchan alrededor del mundo.

“A la generación actual le encanta ‘Papo Impala’ y a ‘Papo Impala’ le encanta estar entre ellos porque hablan básicamente el mismo lenguaje, los reguetoneros lo han llevado al extremo, pero ‘Papo Impala’ se siente como pez en el agua entre los reguetoneros, y ellos también, porque lo ven como un abuelo, como el papá, o como el tío”, expuso el actor que ha hecho suyo este personaje con el monólogo “Papo Impalo está quitao’”, con el que regresa al Centro de Bellas Artes a partir del 17 de marzo. “Bad Bunny, ¿en qué lenguaje está hablando? En el lenguaje que se habla en la calle, en el lenguaje del drogadicto, en el lenguaje del punto, que lo compartimos todos, porque ese es un lenguaje que cualquiera podría decir que pertenece solamente a un submundo, pero la usan todas las clases sociales en Puerto Rico”, subrayó el artista.

“Papo Impala” es un clásico de la literatura urbana. Ha sabido acomodarse a los tiempos, juega entre pasado y presente, sin perder su naturaleza de drogadicto en rehabilitación que narra su vida con sabrosura, recita grandes obras literarias desde lo que le permite su realidad y de paso, tira alguna crítica social o política con la elegancia que le permite la combinación de boina, camisa de estampado a medio abotonar, pantalón y zapatos de punta.

A este personaje Teófilo Torres no lo llegó a conocer, pero sí a una parte de su familia, y esa es una de las tantas satisfacciones que le ha ganado en cuatro décadas de interpretarlo en café teatros, teatros, escuelas, iglesias, comunidades y festivales. Jamás pensó que le daría tanta vida artística, al igual que el otro monólogo que marca su carrera, “A mis amigos de la locura” con el que suma 45 años.

“Sí sé que desde la primera crítica, por Ramón Figueroa Chapel (1935-1989), famosísimo, que ya no está con nosotros, él escribió la crítica del estreno de ‘Papo Impala’ en Bellas Artes y él hizo una predicción: Esta es una pieza ya que va a ser un clásico del teatro puertorriqueño, escenificada por un solo actor y de una forma extraordinaria. Esa crítica para mí fue muy valiosa”, recordó.

Teófilo Torres ha procurado darle actualidad al personaje sin que pierda su naturaleza de juglar urbano, que lucha con su adicción a drogas, mientras canta, baila, recita y critica.
Teófilo Torres ha procurado darle actualidad al personaje sin que pierda su naturaleza de juglar urbano, que lucha con su adicción a drogas, mientras canta, baila, recita y critica. (Alexis Cedeño)

Increíblemente muchas de las denuncias que viene haciendo este personaje tienen vigencia, con otros nombres y apellidos y marcos históricos, pero reinantes. Esto pudiera interpretarse como un estancamiento social, sin embargo el intérprete lo observa como algo cíclico, y en el caso particular de “Papo Impala”, actualmente sus líneas van más dirigidas a la hipocresía sistémica.

‘Papo Impala’ denuncia mayormente la hipocresía, el predicar una cosa y hacer otra, y eso está en casi todas las actividades humanas; en la política, donde se dice que se está haciendo una cosa y se está haciendo otra, en la religión, en la educación, eso es mayormente lo que está denunciando, esa tendencia que tenemos a hacer una cosa mientras estamos predicando otra”

-Teófilo Torres, actor

“Estamos ahora en un momento -abundó- en que hay un pico en la manera en que la gente quiere expresar sin respetar mucho leyes morales, reglas religiosas, hipocresías que se vienen cargando de generación en generación, y estamos en un momento en el que esta generación actual, sobre todo a través de la música, estamos en un punto máximo de expresión y de rebeldía, y ahí ‘Papo Impala’ entra, porque él de alguna manera tiene, desde los años 70 cuando fue escrito, el germen de esta música urbana en el lenguaje vulgar, en los modos de expresión, en las frases ideomáticos, en incluir mucho anglicismo, y sobre todo en la picardía y en la manera como brega con la sexualidad, con nuestros vicios, con nuestras adicciones, porque ‘Papo Impala’ ha sido drogadicto y está en proceso de quitarse, y él es el primero que dice Papo Impala está quitao’, aunque al final no se sabe si está quitao’ o no”.

Torres habla de este personaje con amor, con convicción. Es una parte importante de él y a veces le basta con escuchar una canción de Ray Barreto para que automáticamente reacciones como este juglar urbano. Han crecido juntos, con la diferencia que el personaje sigue teniendo 30 años y él ya cuenta 68. “Las arruguitas no me las puedo rellenar, pero como se trata de un personaje que está viviendo un suplicio, puede funcionar que esté un poquito deteriorado”, comentó con el humor que lo haría el cocolo de la Ciudad de Chicharrón.

El actor comenzó el proceso de preparación para las tres funciones anunciadas. Su método de estudio es atípico. Suele irse a caminar con sus personajes. “Me los llevo y camino por la ciudad, repasando las líneas, saludando, y empiezo en ese proceso de irlo rescatando”, detalló. No gusta del “sobre-ensayo”, para que no pierda la frescura. Pero en ese proceso él también retoma vivencias olvidadas, emociones reprimidas, “regiones ocultas”, que le presta al personaje hasta lograr conectarse, al punto de lograr que el público solo vea a “Papo Impala”, y no a él.