Loíza. Samuel Lind Hernández comenzó a pintar a muy temprana edad con las témperas y cartulinas que le regalaban sus maestros en la escuela intermedia. En ellas plasmaba escenas de bailes de bomba, que luego presentaba en actividades del barrio.

“Ya yo estaba claro. Era introvertido y de un barrio pobre. El arte fue mi salvación y mi forma de comunicar, porque me di cuenta de que podía interpretar el lenguaje del arte y podría llegar a otros. Entonces, eso causaba admiración. El arte fue mi refugio”, recalca el reconocido pintor, serigrafista y escultor loiceño, que en sus 50 años de trayectoria ha mantenido la idea de plasmar en sus obras la identidad cultural del pueblo que lo vio nacer.

La realidad es que Lind Hernández siempre ha vivido rodeado de arte. La casa en la que creció queda justo en frente del batey de los Hermanos Ayala, por lo que el legendario don Castor Ayala fue una de las figuras que influenciaron significativamente su expresión artística.

“Pues yo ilustro lo que veo… Crear importancia a través del arte, porque entiendo que el arte magnifica lo que es bueno y para mí esta crianza en Loíza, acá en Colobó y Medianía Alta, es donde más intenso se da la cultura”, dice el artista mientras recuerda que de adolescente tallaba palos, los colocaba en la tienda de Castor Ayala y los vendía, recibiendo el apoyo y la motivación del patriarca de la reconocida familia de artesanos y exponentes de la bomba, para que siguiera desarrollándose en la escultura.

Desde que se inició en el arte, Lind ha retratado las tradiciones que distinguen a su pueblo,  particularmente la bomba.
Desde que se inició en el arte, Lind ha retratado las tradiciones que distinguen a su pueblo, particularmente la bomba. (XAVIER GARCIA)

Al culminar su cuarto año de escuela superior, Lind Hernández entró a la Escuela de Artes Plásticas y Diseño de Puerto Rico, donde se enfrentó a críticas por parte de profesores sobre la intensidad de los colores en sus obras, porque era “muy étnico”. Algo que, dice, nunca asimiló, pues “el arte, yo creo que en toda la historia de la humanidad, es lo que tú eres primero, o sea, que tú eres un país o el mundo”.

En cada rincón de su acogedora casa/taller resaltan esos colores brillantes en las imágenes de sus serigrafías, pinturas y esculturas. Mujeres y hombres de la raza negra bailando bomba y plena, hombres tocando los barriles, vejigantes, agricultores trabajando, rostros familiares, protagonizan cada expresión artística. Entre ellas, el cartel de las tradicionales fiestas del pueblo, que se ha convertido en una pieza de colección.

Afortunadamente, a Samuel Lind Hernández le encanta abrir las puertas de su espacio creativo, especialmente para conversar sobre las vivencias que inspiran cada una de sus obras, que han sido exhibidas en prestigiosos museos de la Isla y el mundo, como el Museo de Antropología de Kioto, en Japón, donde cinco de sus serigrafías forman parte de la colección permanente.

Así, se ha convertido en un embajador de la Capital de la Tradición, recibiendo a locales y turistas en su taller, en la carretera PR-187, en Medianía Alta. Para más información puede llamar al 787-876-1494.