Al comienzo de la televisión, las agencias de publicidad eran las dueñas de los espacios. Utilizaban lo que llamamos “el aire” para presentar los diversos programas, dándole el apellido de los productos comerciales que estas representaban. 

Por eso era tan común escuchar nombres como El Show Libbys, La novela Fab, Dramas Malta India, Embrujo Melódico Myrurgia, Melodías Helen Curtis, Mímicas Del Monte, La novela Colgate, La taberna India y así por el estilo. Las agencias contrataban al productor y estos realizaban el programa, que por lo general contaban con un locutor o locutora comercial que hacía los anuncios en vivo.

Aunque esta práctica fue cambiando, el último gran espectáculo de variedades que llevó el nombre de una firma comercial fue El Super Show Goya  allá para la década de 1970.  Animado por Lillian Hurst y Enrique Maluenda (animador chileno) este programa fue una verdadera tarima artística para artistas locales e internacionales y para programas temáticos, ya fuera realizado en estudio o en exteriores. 

Esta producción contaba con Luz Odilia Font como locutora comercial y encargada de realizar las pautas comerciales de la firma que es parte de los hogares latinos desde hace ya ocho décadas. 

Pero recordemos un poco a la simpática Lillian Hurst, quien sin lugar a dudas ha sido una de las estrellas más completas del firmamento artístico boricua. 

A sus 17 años y estando en la academia de modelaje Poliana de la “hacedora de reinas” Ana Santisteban, Gaspar Pumarejo la seleccionó dentro del grupo de modelos que utilizaría en sus producciones. Así comenzó la historia de esta artista que era prima de Tommy Muñiz y en algún momento formó también parte de la “piña” de Tommy. 

Realizó Pompilia y su familia,  escrito por Francisco Vergara para Gaspar Pumarejo, quien desde que la vio sabía que Lillian “tenía ángel”. Y no se equivocaba, laboró en WIPR Televisión en La hora del niño, realizó el personaje de “Lagrimita” para los niños, protagonizó junto a Braulio Castillo Casos y cosas de casa, y  de  Puerto Rico viajó al Perú, donde un contrato con Panamericana de Televisión la llevó a internacionalizarse en programas como  El hit del momento. Algo parecido sucedió con Braulio Castillo en aquella famosa era de Simplemente María. 

De regreso a Puerto Rico laboró con Producciones Tommy Muñiz y aún se recuerda su participación como una de las “Hermanitas Ashford” en Esto no tiene nombre, la versión boricua del programa Laugh-In de Dan Rowan y Dick Martin, cuyos derechos había adquirido don Tommy.

Cuando en 1978 Telemundo regresa a la producción de telenovelas con Ángel del Cerro, Lillian figuró en muchos de los repartos protagónicos. Igual participó en varias realizadas por Wapa Televisión.

Laboró en la Telecadena Pérez Perry junto a Carmita Jiménez y día a día se fue desarrollando como libretista, bailarina, cantante y actriz. Se ha paseado por la comedia y el drama sin haber sido encasillada en roles específicos. Es una actriz de oficio que hace suyo cualquier personaje con una naturalidad en su justa medida producto del estudio, del oficio y el compromiso con su talento.  

En cuanto al Super Show Goya, indudablemente esa pareja de Lillian y Maluenda causó revuelo, simpatía y preferencia en la teleaudiencia. Es otro de esos programas de la televisión nuestra que no podemos pasar por alto a la hora de recordar. Comenzó a transmitirse por el canal 4 y luego se mudó al canal 11.  Cuando Lillian se retiró del programa, Luz Odilia Font se convirtió en la pareja de Enrique Maluenda y cuando el animador chileno se despidió del programa, el actor Luis Daniel Rivera se unió a Luz Odilia para realizar la etapa final de ese maravilloso espacio producido y dirigido por don William Denizard.

En  1989, Lillian mudó sus cuarteles a Los Ángeles, California. Desde allí ha participado en series, películas, comerciales y ha realizado una de las etapas más maravillosas de su carrera.  Recientemente la hemos podido ver trabajando en la película Yo soy un político, que se estrenó en el cine durante el mes de agosto.

Lillian Hurst es una fuente inagotable de talento. Siempre ha sido una mujer transparente y encantadora. Fue la tercera persona que conocí el primer día que visité Wapa Televisión allá para el 1972. Recuerdo que me firmó su autógrafo y se quedó mirándome. Me preguntó que cómo me llamaba y me dijo que yo iba a ser artista. Que mi color de piel se vería espectacular en televisión y me mencionó a Dinorah Ayala, la actriz y cantante cubana que estuvo en Puerto Rico muchos años. 

“Los trigueños se ven regios en televisión”. Esa fue la primera impresión que tuve de esta maravillosa actriz, completa, inteligente y profunda.  ¡Qué bueno que sigue activa!. La nostalgia es por no verla más a menudo. Gracias por tu caudal eterno de talento y alegría. Hasta la próxima.