Como papá partícipe de los dos nacimientos de sus hijas, el actor Jorge Castro considera que los hombres -no importa si quieren casarse o deseen permanecer solteros, o si deciden no tener descendientes- deberían estar obligados legalmente a ser testigos del proceso de parto de una mujer.

Él estuvo en el nacimiento de Olivia Gabriela hace dos años y medio, y lo repitió hace dos meses con la llegada de Elena Isabel, quien vino a completar el núcleo que anheló tanto como su esposa, la actriz y productora Alfonsina Molinari. Que sus hijas se tengan la una a la otra como hermanas era algo que juntos desearon, partiendo de sus propias experiencias.

Volviendo al momento del parto, ese proceso en que se da la mayor revelación de la naturaleza, según Castro, lo que despierta es una admiración todavía más profunda hacia las mujeres.

“Los hombres, aunque no se quieran casar y tener hijos, deberían estar obligados por ley a ver un parto, porque la admiración que le van a tener a la mujeres en general va a aumentar en un doscientos mil por ciento”, afirmó.

“Cuando ves ese proceso y ves el dolor por el que ella está pasando, y en este último, Alfonsina no pidió ni unas Tylenol, y yo decía, ‘Ok, entiendo por qué una hembra es más que un macho’. Realmente es una experiencia increíble. La capacidad que tienen, no solamente una mujer, sino en el reino animal todas las hembras, de dar vida, es una cosa que un hombre nunca lo va a poder comprender, y el estar cerca y participar activamente en el proceso de dar a luz un hijo te acerca a tratar de entender un poquito la maravilla y el milagro que es la vida”.

Hablar más sobre lo que ese proceso representa para la mujer es algo que debería ocurrir con mayor frecuencia por más natural que sea, opinaron.

“Creo que en general se nos olvida lo increíble que es gestar y parir, porque como es algo que sucede todos los días, quizás no le damos el valor o la importancia que realmente merece. Es algo realmente increíble lo que le sucede al cuerpo de la mujer durante esos nueve meses de embarazo”, resaltó Molinari, que ha tenido la fortuna de lactar a sus dos hijas sin complicación. “La gente dice, ‘ah, les da mala barriga’, y esa es una de millones de cosas. Después del parto, la recuperación..., y la gente no habla de eso, y se debería hablar de eso, porque se ve como algo tan natural y lo es, pero no deja de ser muy significante”.

 Castro -con un ojo puesto en Olivia, que corre detrás de las palomas que circulan por el Parque del Indio en Condado, y el otro en Elena, que comenzaba a dar señas de hambre-, lamentó que haya mujeres que no se atrevan a hablar sobre lo que pasan en sus etapas de gestación por miedo al juicio del entorno. 

“Lo que hemos podido ver de la mujer es un ser realmente fuerte que ha tenido que cerrar la boca, y no hablar y no expresar todo lo que pasa por miedo a que la sociedad la enjuicie, ‘Ay, estás siendo el sexo débil’, cuando realmente está siendo todo lo contrario”.

El alumbramiento de Elena Isabel el pasado enero fue diametralmente opuesto al de la simpática Olivia Gabriela. Este fue uno de esos que las mujeres dicen ordinariamente, “la escupí”, pues el proceso de parto no llegó ni a dos horas.

“Este parto fue un quita’o. Fue más fácil porque fue más corto, fue increíblemente corto, fue diría más doloroso. Quisimos usar la misma doula que cuando nació Olivia, pero ella estaba fuera de Puerto Rico. Se suponía que llegara, pero le cambiaron el vuelo y al final no pudimos tenerla. Mi mamá estuvo en el parto también, pero esta vez el doctor le preguntó si ella quería partear; así que ella se puso los guantes y la que sacó la cabeza de Elena, y la giró y sacó el cuerpito fue mi mamá”, compartió Molinari, una de esas titanas que logran sobrellevar las contracciones sin anestesia.

Lo distinto igualmente se está manifestando en el comportamiento de Elena y en cómo se están acoplando como familia a la nueva rutina sin perderle atención a la toddler de la casa, que ha sabido recibir a su hermana con puros de gestos de amor.

Elena, al menos, les está permitiendo unas horas de sueño más prolongadas, pero su demanda de leche materna es también mayor. 

“Ha sido bien distinta sobre todo porque tenemos a Olivia. Cuando ella era una bebé, los pocos ratos que ella durmiera podíamos descansar. Ahora cuando logramos que Elena esté tranquila, quiero dedicarle toda la atención posible a esta chiquitina”, dijo la mamá.

“La vida con dos niños puede ser un poco caótica y cuando hay caos, hay posibilidad de discusiones o peleas. Los niños separan, pero también unen, porque en momentos en que uno quizás ya no tenga ganas de hacer un esfuerzo mayor, uno dice, ‘espérate, es que somos una familia’, y esa palabra es tan grande y tan importante y significa tanto. Mi atadura a Jorge es diez mil veces mayor”, sostuvo.

Esa perspectiva de unidad que representan los hijos la comparte el padre. 

“Cuando se juntan dos personas y se da este amor tiene que ver por muchas maneras por cómo somos, por la atracción, por la sexualidad, etcétera. Una vez nace un hijo, Alfonsina es la madre de los seres que yo más amo en la vida, eso crea otra capa de amor. Independientemente de todo lo que yo sentía ya por ella, el amor sube de categoría y llega a otro punto, porque ella es la gestora del amor más profundo que he sentido en mi vida”.