La pasión podría ser un buen incentivo para trabajar en la actuación, pero la realidad social les recuerda que su labor no es sólo por amor al arte.

Como a cualquier ciudadano, a los actores puertorriqueños les llegan las facturas de agua, luz, cable y teléfono, sin embargo, este oficio no está estructurado como otras profesiones en las que se recibe un salario fijo.

Al menos en la rama teatral, sus sueldos están estancados hace años, sus horas de ensayo son gratis, no se les paga a tiempo o les dan cheques posdatados y, además, su estructura no les permite acumular vacaciones, días de enfermedad y mucho menos acumular para un plan de retiro.

Los actores René Monclova, Gerardo Ortiz, Cordelia González y Anamín Santiago coinciden en que la manera en que está concebida su profesión forma parte de una tradición generacional, de la desunión entre los obreros del arte para organizarse como gremio y la poca seriedad con la que los demás los ven. Esto último, puntualizan, puede ejemplificarse con las mínimas gestiones del Gobierno para proteger esta profesión e impulsar la televisión, el teatro, el cine y la radio puertorriqueña.

“El oficio nunca se ha visto en serio. Piensan que no hicimos nada más en la vida, que somos unos losers y hacemos esto para entretenernos. Éste es nuestro oficio y lo hacemos con devoción, pero duele que no se nos respete. Pero, tengo que admitir que nosotros toleramos muchas cosas por parte de los productores, en términos de salario. Un médico no te opera sin dinero y nosotros esperamos a que se nos pague en la última función y a veces no podemos cambiar el cheque porque está posdatado”, reaccionó Gerardo Ortiz a tono con la reciente situación que vivió el elenco de la obra Mariana o el alba que decidió no salir al escenario en una de las funciones porque no se le había pagado. Este incidente, que se resolvió y las últimas presentaciones fueron el pasado fin de semana, trae a la discusión la dinámica del trabajo de los actores.

“Esta experiencia nos dio una lección a los actores y a los técnicos, porque, para mi sorpresa, algunos no habían firmado un contrato. No trabajamos por amor al arte, es nuestra profesión, y tenemos que darle estructura y seriedad. Otra lección es que ya es hora de que estemos unidos como gremio, porque nos da solidez”, mencionó la protagonista de la obra Mariana o el alba, Cordelia González, al reconocer que el Colegio de Actores de Puerto Rico es un “primer paso” para unir esfuerzos a favor de los artistas.

Cordelia González sugirió que el Colegio –que provee servicios legales, emocionales y económicos dependiendo de la situación del actor– les provea a los actores un contrato de guía, para los que aún no realizan esta práctica. Recomendó, además, establecer unos parámetros para uniformar los sueldos, lo que daría estabilidad a la profesión.

“Muchas veces pensamos individualmente, pero eso tiene que cambiar y debemos pensar en el colectivo. Deberíamos establecer unas tarifas básicas de los protagónicos, los secundarios y los extras. Hasta establecer algún pago por los ensayos, que es donde uno hace la mayoría del trabajo actoral”, apuntó la actriz.

La desunión de los actores podría tener muchas raíces, pero la actriz Anamín Santiago puntualizó que la tradición de trabajo contribuye a la separación entre colegas.

“Nuestro trabajo no responde a cómo funcionan las compañías. No tienes un sueldo seguro. Nuestra norma es el servicio profesional. Cuando analizas la situación, no tienes opción a plan médico, a pago de seguro social, a días por enfermedad, y el trabajo nos lleva a ese individualismo. Además, tienes que tener tres trabajos para poder subsistir y no tienes tiempo para organizarte”, mencionó la presidenta del Colegio de Actores de Puerto Rico, quien tiene como desafío unificar a los más de mil actores colegiados.

más puertas cerradas

Gerardo Ortiz y René Monclova, al igual que sus demás colegas, tienen múltiples trabajos para cumplir con sus compromisos cotidianos. Muchos actores se desempeñan además como locutores, maestros, talentos de anuncios y otros.

Ambos coinciden en que la disminución del taller no se limita al teatro, porque sus labores como locutores se han visto afectadas, porque antes hacían doblaje de anuncios provenientes de países latinoamericanos, pero ahora éstos se dejan con los acentos extranjeros.

Otra puerta que se les cerró es la de la televisión “nacional”, cuyos canales están en manos extranjeras, y la estación pública (ahora Puerto Rico TV) no representa una opción para los actores del país ante la falta de propuestas de sus directivos.

“Todo al final se estrella con la misma pared. Nuestra falta de poder con nuestro producto nacional. En países civilizados, se protege el producto nacional, pero no puedes hacer nada en una sociedad en que los medios no están en manos puertorriqueñas, mientras que en la radio decide FCC… La televisión puertorriqueña que conocíamos no va a volver a existir, porque ahora existe la alternativa de Internet. La industria de los anuncios murió, porque antes la gente reaccionaba a otros acentos, pero ahora nos los tragamos en argentino, como las novelas… Si tuviéramos que repartir culpa, esto forma parte de nuestro problema político y de identidad nacional. Todos los pueblos buscan mejor calidad de vida y su bienestar, y nosotros vamos por otro rumbo”, apuntó René Monclova, quien dijo que, ante la falta de trabajo, ha tenido que remontarse a hace 25 años, cuando su sueldo dependía de la venta de boleto. El actor se unió a varias funciones del colectivo Teatro Breve, que se divide lo reunido en las entradas.

Como estableció René, la situación en los canales comerciales mantiene en la calle a muchos actores nacionales, lo que para Cordelia González debe ser una oportunidad para que el canal 6 potencie y asuma su responsabilidad con el talento nacional.

Otro panorama poco alentador para que los actores reciban un sueldo recurrente es el cine nacional, porque la producción es esporádica por los altos costos de producción.

Entonces, ¿qué les queda? “Reinventarse, no, inventárselas para sobrevivir”, dijo René.