Baja el telón para el histórico Deli Argentino
El restaurante tenía 44 años desde su establecimiento en la Ave. Roosevelt, bajo la administración de “Doña Tita”.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 5 años.
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La noticia se fue esparciendo como la pólvora. El Deli Restaurant Argentino de la avenida Franklin Delano Roosevelt cierra sus puertas. Y todo, ante la incredulidad de fanáticos, amigos, fieles seguidores de la gastronomía argentina, el buen servicio y la excelencia en la comida.
Luego de 44 años y seis meses bajo la misma propietaria, Doña Tita, la que con su esposo Raúl, compraron ese espacio famoso por los comerciales de “la Provoleta”, toca el turno de apagar las luces y cerrar el telón para descansar después de un trabajo bien realizado.
Contaba Doña Yolanda -nombre de pila de “Tita”-, que llegaron a nuestras playas hace ya más de medio siglo. Luego de diez años laborando en el mundo de las tiendas por departamentos, conocieron el espacio que sería el hogar de los más prestigiosos artistas, deportistas, políticos, figuras relevantes de la sociedad y la cultura.
No obstante Raúl, un ingeniero de vuelo de la línea Austral y mecánico en Sears pensó que había que estar un poco loco para poner un negocio de comidas en un lugar como ese. Al comienzo la oferta gastronómica estaba basada principalmente en sándwiches y ensaladas. Luego llegaron las pizzas y posteriormente el menú se expandió a otros manjares. El salón también vio crecer su espacio y su clientela se ha mantenido fiel y consecuente.
El Deli paso de ser un simple sitio de comida a un lugar de tertulia, buena mesa y fina conversación. Se hablaba de todo menos de política. Es por eso que allí convergían figuras de todas las vertientes. Y de clase artística ni hablar. Primero las paredes se llenaron de firmas y autógrafos. Luego, se convirtieron en una galería capaz de contar fotográficamente la historia de las comunicaciones en nuestro país.
Con el paso del tiempo las paredes se mancharon y los pequeños visitantes demostraban sus dotes artísticas sobre las firmas del restaurant. Es así como a Raúl se le ocurre la idea de convertir el techo del local en un cielo estrellado. Los niños no podían subir a pintarlo, pero se podían bajar las estrellas para que los visitantes famosos regalaran sus autógrafos o mensajes.

La ausencia del Deli Restaurant dejará un enorme vacío social. Esos encuentros, esas reuniones para diagramar programas, establecer contrataciones y organizar grandes producciones ya no tienen un espacio apropiado. Hasta los circuitos de corredores de autos extrañarán su habitual espacio y las reuniones familiares necesitarán de un lugar donde se les atienda con respeto, cariño y alegría.
Cuando falleció don Raúl, no supimos como Doña Tita pudo seguir adelante. Ella explicó en una carta abierta que envió a sus clientes y amigos lo siguiente : “Cuando Raúl partió, honestamente, no se cómo pude seguir adelante sin su presencia. Me mantuvo de pie su recuerdo y el compromiso de dar a nuestros clientes cada día un mejor servicio.” Y así ha sido. Ella, sus fieles empleados y sus clientes han mantenido encendida la llama del compromiso que esta mujer ha tenido para con todos nosotros. Aquí crecieron sus hijos, y sus hermanos, sobrinos y amigos realizaron su vida y trabajo.

Doña Tita, usted ha sido más que amiga un familiar para todos nosotros. Con usted hemos reído, llorado y nos ha querido como a cualquiera de sus familiares cercanos. La vamos a extrañar por todos los detalles que siempre tuvo. Por ese amor incondicional, por dedicar su restaurante al legado de la clase artística puertorriqueña y hasta por aquellas bolsitas de hielo que siempre tenía para sus clientes en épocas de huracán. Doña Yolanda Melani Larumbe, usted es una persona fuera de serie y siempre estará en el corazón de todos los que la hemos conocido.