Hace aproximadamente 15 años, la televisión para Caridad Sorondo Flores era un aparato que sólo sabía encender. Nunca imaginó que la pantalla chica sería el instrumento en el que transmitiría alrededor de 189 programas de “En la Punta de la lengua”, galardonado con tres premios Emmy.

El espacio televisivo, que aborda la literatura y las artes nacionales e internacionales, comenzó su decimocuarta temporada el pasado 14 de agosto y se transmite por los canales 6 y 3 todos los jueves a las siete de la noche.

La idea surgió cuando Caridad, en calidad de agente literario, acompañó a la fenecida e ilustre escritora puertorriqueña Olga Nolla en 1996 a la Feria del Libro en Guadalajara para presentar la novela el “Castillo de la memoria”. Allí conocieron varias personas de la escena literaria latinoamericana, entre ellas Antonio Skármeta, quien presentaba su libro “No pasó nada” y quien, además, producía el programa “El show de los libros”, cuyo propósito fue sacar a las letras de la academia y devolvérselas a la cultura popular.

En ese momento Skármeta trabajaba una nueva versión de su programa en colaboración con Televisión Nacional de Chile y Discovery Channel Latino, cuyo nombre era “La Torre de papel”. Fue entonces cuando el productor, fanático confeso de las letras de nuestra isla, se acercó a Caridad y le sugirió hacer una edición dedicada a la literatura puertorriqueña.

“Skármeta nos lanza ese reto a Olguita y a mí. En ese momento yo era viceprincipal de escuela, yo no sabía nada de televisión, sólo sabía encenderla”, recordó. “Así las cosas, Olguita, que ya tenía experiencia con la televisión educativa de la UMET (Universidad Metropolitana), me dice: ‘Cari, vamos a hacerlo’”.

Llegó a Puerto Rico con la propuesta. Entonces el monosílabo “no” fue la respuesta a todos sus acercamientos. “A Puerto Rico no le interesa”, “es difícil”, “eso no vende”, fueron las opiniones de muchos productores puertorriqueños cuando escucharon sobre el programa.

Fue el profesor de cine y televisión de Sagrado Corazón, José Fonseca, quien le sugirió a Caridad que hiciera su propia compañía para hacer el programa. Así surgió la empresa “Entrenos” en 1998 y que, en coproducción con Televisión Nacional de Chile y Discovery Channel Latino dio vida al programa.

“Hicimos un programa estupendo inspirado en un verso de Nicolás Guillén cuyo nombre fue ¿Cómo estás Puerto Rico?” En él se hicieron entrevistas a Francisco Arriví, Olga Nolla, Rosario Ferré, Mayra Santos Febres, entre otros. También participaron los Pleneros de Ponce, y rodaron un segmento en la casa del maestro Antonio Martorell.

Tres años más tarde, con el favor de la crítica internacional y loas a la cultura puertorriqueña, la documentalista logró vender su proyecto al canal 6, que en aquel momento presidía Linda Hernández.

La guionista y libretista, quien produce el programa junto con su esposo, Gil Raldiris Aguayo, concibe la literatura como uno de los espacios más democráticos del mundo, como un acto de comunión con todos. “Todos somos literatura. ¿De dónde nace la historia? De la vida misma, aprender es latir con los otros”.

Describe al programa como una experiencia maravillosa que le ha dado la oportunidad de sentirse más puertorriqueña. “Puerto Rico tiene mucho que dar, tenemos que sentirnos profundamente orgullosos, tenemos una presencia cultural impresionante, no tenemos nada que envidiarle a ningún país. Cada vez que viajo, llevo dos o tres programas”.

Sin pasión no hay vida

Es una mujer delgada, de voz muy suave y larga cabellera castaña. Dicción perfecta, tranquilidad envidiable. Su personalidad mantiene rasgos de adolescente enamorada y entusiasmada con la vida. Caridad Sorondo Flores siempre reconoció su vocación: educar. Antes de abrazar la educación ante las cámaras de televisión, lo hizo como maestra de diversos centros docentes en la Isla.

Inició su bachillerato en psicología en la Universidad de Puerto Rico (UPR), Recinto de Río Piedras; luego, cambió de concentración a literatura. Participó de un intercambio a España con la Fundación José Ortega y Gasset, donde logró un título en educación, más tarde, realizó estudios de posgrado en la Universidad Complutense en Madrid, los cuales culminó en la UPR. En su época universitaria viajó a Cúcuta, Colombia, donde hizo un recorrido en guagua hasta Bogotá. Allí le robaron el pasaporte, por lo que pasó una noche en prisión.

Trabajó en diferentes escuelas, entre ellas la University High School (UHS), un centro Montessori en la barriada Juan Domingo. Fue viceprincipal en el Colegio San Ignacio y fue profesora en la Universidad Politécnica. También trabajó en la Editorial Santillana escribiendo libros de texto para niños.

Fue una maestra poco tradicional, de las que “alborota el gallinero”, de ésas que les enseña a los estudiantes cómo el conocimiento les es pertinente. La experiencia de trabajar con niños en Juan Domingo le encantó. “Aprendí mucho, especialmente sobre el valor de las palabras. Siempre me ha movido el norte de dar, de enseñar, me encanta cuando los niños empiezan a escribir y se emocionan”, manifestó.

Se describe como una persona curiosa, pues para ella, de otra forma, no se aprende. “Los sueños son los hilos que te atan con la realidad”, afirmó. Se manifiesta como una mujer apasionada, optimista, con mucha fe en los niños, en los jóvenes y en la humanidad en general.

Se considera una estudiante eterna que entiende que la curiosidad y las ganas de aprender son vitales. “Yo no soy una académica, soy una apasionada, eso me ayuda a soñar. La risa es salud, y el arte también. Creo en el arte, el optimismo y las ganas de vivir”.

“Una amiga me decía que mi defecto es ser demasiado optimista. Tengo mala memoria para el rencor, son energías que no llevan a ninguna parte. Tramo para las alianzas, comparto mis amigos, nadie es de uno. El día que pierda la fe en los seres humanos, mejor desaparecer”.