Existe un océano de diferencia entre las películas animadas que acostumbramos a ver en nuestros cines y aquellas producidas por Studio Ghibli. Sin restarle mérito al gran trabajo de Pixar y Dreamworks, los filmes del renombrado estudio japonés poseen una magia única, no sólo porque aún los dibujan a mano –una de sus mayores virtudes- sino  por cómo aborda  historias familiares desde una perspectiva fantástica, sincera y espiritual.

En The Secret World of Arrietty, los artistas de Ghibli hacen de una pequeña casa un enorme mundo al basarse en la novela The Borrowers (1952), de Mary Norton, adaptada al cine por el legendario  cofundador del estudio,  Hayao Miyazaki. El director Hiromasa Yonebayashi hace su memorable debut detrás de esta cinta que compensa la falta de acción con una trama  llena de buenos sentimientos y belleza visual.

“Arrietty” es la única hija de una pareja de “borrowers”, diminutas personitas que viven secretamente tomando prestado de los humanos. Para ellos, subir por los recovecos o cruzar de un armario a otro es equivalente a escalar una montaña o cruzar un cañón. Los hermosa animación transmite el sentido de descubrimiento que experimenta “Arrietty” en su primera exploración a la vez que hace palpable los peligros de su aventura.

Los “borrowers”  son el único elemento irreal de la película, contrario a la mayoría de las producciones de Ghibli, pero son los encargados de darle un toque especial a lo mundano, particularmente en vista de la seria situación que atraviesa el niño que habita en la casa, quien está a punto de ser operado del corazón. Entre él y “Arrietty” nace una peculiar amistad, basada en asombro y curiosidad mutua.

El deliberado ritmo pausado del largometraje provee un gran respiro y un bienvenido  cambio de tempo en comparación con las producciones animadas de Hollywood. No hay personajes secundarios haciendo chistes ni grandes secuencias de acción. La trama se mueve con la calma que se vive en el campo y los personajes se expresan con una serenidad que tal parece que nos encontráramos en uno de los clásicos dramas familiares del maestro  Yasujiro Ozu.

Esta cualidad le permite al espectador contemplar el desarrollo de la tierna relación entre “Arrietty” y “Shawn”, una que expone a los cinéfilos más jóvenes a temas de mayor profundidad emocional mientras los adultos se conmueven al comprender  la realidad de esos asuntos.

The Secret World of Arrietty le ofrece una oportunidad al público local de disfrutar de una experiencia diferente, donde las emociones y el arte tienen mayor relevancia que el simple entretenimiento. Aprovéchela y déjese llevar por su encanto.