Río Grande- Son muchos los pacientes de cáncer que esperan con ansias el momento de poder abrazar y agradecerle personalmente al comediante Raymond Arrieta el sacrificio que hace desde hace siete años para recaudar dinero para el Hospital Oncológico.

Cabecitas rapadas, algunas con turbantes coloridos, se asoman desde la orilla de la carretera con grandes sonrisas y miradas de ilusión esperando el paso de los miles de ciudadanos que siguen a quien consideran un héroe. 

Una de tantas que llegaron al este durante el cuarto día de la caminata Da Vida fue Mayra del Carmen Vélez Colón, paciente de cáncer de 53 años. La madre de dos mujeres estaba echando gasolina junto a su esposo cuando el grupo llegó al oasis de Río Grande, que se encontraba al otro lado del puesto en la PR-3.

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“Yo quería estrecharle la mano y que sepa que yo soy una guerrera. Que a mi nadie me quita. Que tengo a Dios en mi corazón y apoyo lo que Raymond está haciendo por mí y los demás pacientes de cáncer. Por nuestra sanación”, contó emocionada.

Mayra habla con fuerza y una gran sonrisa que esconde la enfermedad que la aqueja. Lo único que la delata es el turbante azul turquesa que cubre su cabeza.

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“Nos detuvimos en el paseo y esas hermosas chicas policías me ayudaron a cruzar la avenida y hablaron con otro compañero que está trabajando el tránsito y me llevaron donde Raymond”, explicó la mujer, que no puede estar mucho tiempo bajo el sol por la quimioterapia que está recibiendo.

“Raymond detuvo la marcha y me atendió. Me preguntó mi nombre, me echó muchas bendiciones y me dijo: ‘aquí por ti, ten fe que vas a sanar. Ten fe que todo va a salir bien. Él lloró conmigo como si fuera mi hermano. Fue una cosa bien linda”, añadió con voz entrecortada.

Para Mayra, Raymond es un hombre que tiene un corazón inmenso y un compromiso inquebrantable de ayudar a otros. Además, se expresó sumamente conmovida con los caminantes que la saludaron mientras esperaba por ver al comediante.

“El sacrificio que hace por los pacientes es difícil, solo caminar bajo el sol es bien dañino. Y todas esa personas increíbles que me veían, me identificaban como paciente de cáncer y me abrazaron. Me dijeron que estaban allí por mí, sin conocerme”, detalló.

Su esposo, Pedro Barlucea, también se expresó agradecido y emocionado con el trato que Raymond les brindó en medio la ruta de 12 millas que completa hoy.

“Fue extraordinario. Los abrazos efusivos, nos trató súper bien. Es una persona bien noble. El año que viene vamos a estar en la caminata. Ese trato que nos dio, eso llega”, mencionó Barlucea.

Mayra llegó desde Ponce porque se encuentra haciendo actividades para recolectar dinero para someterse a una cirugía reconstructiva que le cuesta $18,000, ya que su plan médico no la cubre.

Sin embargo, pese a las circunstancias, la mujer se cobija en su fe y se mantiene positiva y segura de que pronto su enfermedad será solo una experiencia que la convirtió en una persona más fuerte y compasiva.

“En todo este proceso lo mejor es no pensar en eso, aceptar la condición y batallar tengo cáncer pero no estoy enferma. Estoy viviendo día a día. Hay que tener agallas y decir yo puedo. Nadie me tumba”, recalcó. 

“Eso (el tumor) no estaba ahí”, dijo señalando su seno izquierdo, “pues yo no lo quiero ahí. Y aquí estoy, bien guerrera, afrontando todo. Yo sé que me voy a curar”.

Como una de sus hijas reside en Indiana y se casa el próximo 3 de octubre, Mayra se aferra a su tratamiento para poder viajar y compartir con ella ese momento.

“Tengo un sueño y yo le estoy pidiendo a Dios recuperarme lo antes posible para poder estar con mi hija en ese día tan importante. Estoy siguiendo el tratamiento y me estoy cuidando como Dios manda. Trato de agarrarme a la vida con mucha fe”, agregó.