Engrandece la narrativa actual

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 17 años.
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De chiquita no tienen nada. Ni la literatura caribeña, ni la infantil, ni las lecturas políticas a la narrativa contemporánea. Tampoco el premio que se embolsilló Antonio Orlando Rodríguez ayer, lunes, cuando recibió el Alfaguara 2008 por su novela “Chiquita”.
“Yo creo que en el libro, además de la vida de la artista llena de peripecias, hay una parábola con la relación de los países grandes, gigantes, y los países pequeños, liliputienses, que casi siempre son islas. Es una metáfora de cómo una mujer chiquita logra sortear el destino que tuvieron las islas chiquitas, las que fueron devoradas, asimiladas, neocolonizadas; ‘Chiquita’ no: ella mantuvo su independencia y el control sobre su vida y su carrera artística”, expresó el escritor cubano a PRIMERA HORA, el único medio periodístico nacional que participó de una teleconferencia entre las instalaciones del sello Santillana, matriz de Alfaguara, en Madrid, y su sede en Miami, comunicada con Puerto Rico a través de la editorial Santillana de aquí.
El autor obtuvo $175,000 y una escultura de Martín Chirino, al sorprender al jurado con “una novela elegante y llena de vida, con una notable gracia narrativa y una imaginación sin descanso”, como lee la evaluación sometida por Ángeles González-Sinde, Jorge Volpi, Guillermo Martínez, Ray Loriga, Juan González y Sergio Ramírez como presidente.
Se trata de la historia de Espiridona Cenda, una bailarina y cantante cubana que se hizo de fama en Nueva York a principios del siglo 20.
¿Clichoso? Bueno, la particularidad es que “Chiquita”, como le llamaban, medía sólo 26 pulgadas de estatura. Su conflicto apunta al ego de un sujeto artístico que podría ser objeto de aplausos por su figura bufonística más allá que por su talento.
“Particularmente, en el momento en el que se desarrolla parte de la acción de la novela, que es finales del siglo 19, es cuando esas islitas liliputienses como Cuba, como Puerto Rico, como Hawai y otras, eran consumidas por las superpotencias de la época que habían llegado tarde al reparto del mundo colonial. Al personaje le decían ‘Chiquita’ por razones obvias, pero también porque en nuestros pueblos es usual decirlo de cariño, haciendo de lo que puede verse como un defecto, una cualidad”, continuó en la breve conversación con este diario.
De esa forma, el autor de los libros de cuentos “Strip-tease”, (1985), y “Querido Drácula” (1989) estableció un vínculo con el funcionamiento del mundo literario en español, cuyo dominio permanece, en gran parte, en las manos de España.
“Tengo que admitir que, lamentablemente, no existe esa conexión con Puerto Rico y República Dominicana. Sólo visité Puerto Rico una vez hace muchos años, cuando estuve en una universidad en Ponce. Pero sí quiero aprovechar la oportunidad (de las giras promocionales de Alfaguara) para fortalecer esa unión entre lo que se escribe en el aquí y lo que escribe en el allá de la literatura hispanoamericana”, enfatizó.
En esa línea, alabó de la producción contemporánea en Hispanoamérica, y en especial en el Caribe, su “voluntad de romper la tradición que impusieron esos grandes personajes del Boom (literario)”, como Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa.
Ilustró este planteamiento con la evolución de la literatura infantil y juvenil, género en el que él comenzó a desarrollarse como narrador.
El “trabajo en literatura para adultos y en la que es para niños es el mismo en el deseo de atrapar al lector desde las primeras páginas y retenerlo hasta que termine, por ejemplo, esta novela, que es casi de 400”, indicó el periodista de profesión nacido en Ciego de Ávila y emigrado a Miami hace casi dos décadas.
“Cuando yo leo, le doy un número de páginas al libro, y si llego a ese número sin que me mueva, lo suelto y busco otro”, reveló el guionista de la obra teatral “El león y la domadora” (1998) que dice dedicarse al género infantil como entremés mientras trabaja en sus novelas.
Ese proceso de investigación previo a la redacción le toma “entre cuatro a cinco años”, confesó a este diario al adelantar que ya trabaja en otra “narración grande que se desarrolla en el pasado” cuyo título y tema se reserva porque es “muy supersticioso”.
A los escritores noveles recomendó “seguir trabajando y elaborar sus obras con mucho más cuidado, no darse conformes con la primera versión de un texto”, al tiempo que sugirió que ser minimalista o “cinematográfico” no es suficiente para que un cuento o una novela sean buenos.
“Me han dicho como crítica y como halago, lo cual me parece paradójico, que ‘Chiquita’ puede hacer un buen guión de cine. Me encantaría, aunque el casting sería muy difícil”, dijo jocoso en la teleconferencia sobre su “suerte de farsa con comedia, tragedia, un montón de personajes, intrigas, viajes, asesinatos, erotismo, nigromancia y almas en pena”.
“Asediado” por Castro
Al segundo cubano en portar este galardón le tocó hacerlo un día después de que Fidel Castro culminara su mando en Cuba a manos de su hermano Raúl.
Las preguntas sobre temas políticos no se hicieron esperar.
“No le he dado importancia a esa noticia. Mi rol como intelectual cubano es escribir buenos libros, solidarizarme con el posible cambio que pudiera haber en mi país. Éste será significativo en la medida no económica, sino de naturaleza relacionada con los derechos de los ciudadanos: a la libre expresión, a salir y entrar del país, a asociarse a partidos políticos de distintas tendencias”, resumió a los periodistas tras repetírsele la interrogante una y otra vez.
Prefiere la historia
Por tercer año consecutivo, Alfaguara ha otorgado uno de los reconocimientos de más prestigio mundial a una novela con base histórica.
El año pasado, el jurado destacó la minuciosidad en el recuento que de la vida saharaui hace el español Luis Leante en “Mira si yo te querré”; y en 2006, “Abril rojo”, del peruano Santiago Roncagliolo, fue alabado por la manera en que recrea la violencia contemporánea en una manera que vendría a ser la versión mejorada de una crónica periodística.
A Antonio Orlando le tocará ahondar en este tema en la gira promocional que tendrá este próximo otoño, cuando “Chiquita” ya se haya escabullido de las prensas.