A simple vista, la cantante ponceña Lunna podría parecer seria e introvertida.

Pero, detrás de esa mirada penetrante y misteriosa, se esconde la sabiduría de una mujer que ha experimentado los más intensos sentimientos de la vida, desde la miel del éxito profesional hasta lo que, para muchos, podría ser el mayor dolor de un ser humano: la pérdida de un hijo.

El próximo 27 de julio, se cumplirán siete años de la partida de Juan Sebastián Peña, provocada por un accidente de tránsito. Su amado “Janca” lo procreó junto con su ex esposo, el músico Ángel “Cucco” Peña, a quien aún está atada por fuertes lazos de amistad.

Y aunque extraña a su retoño como si la tragedia hubiera ocurrido ayer, María Socorro García de la Noceda, conocida como “Socky” para sus allegados, ha aprendido a no ser “egoísta” y comprender que su hijo no está muerto, sino que desapareció físicamente pero se encuentra en otro plano de existencia mejor que el terrenal.

De eso, por experiencia, está segura.

“El embarazo de mi hijo menor (Ángel ‘Cuquito’ Peña), vino acompañado de una experiencia traumática, porque tuve complicaciones y por poco me muero en el parto. El niño venía con el cordón (umbilical) alrededor del cuello. Estuve casi un mes en el hospital”.

¿Estuviste en peligro?

Bueno, yo me fui y volví.

¿Cómo que te fuiste y volviste?

Estuve del otro lado, y regresé. Esa experiencia de que te hablan del túnel y todo eso. Estuve muerta, y regresé.

¿Por cuánto tiempo?

Poquito tiempo. Recuerdo durante la operación escuchar el médico hablando y yo tener conciencia. Empecé a decir: “Qué bueno que me voy, que me voy”. Veía una luz azul que giraba alrededor mío, y cuando estaba empezando a resignarme a irme, escuché una voz que me decía: “Éste no es tu tiempo”. Esto fue en 1987.

Tras esta experiencia, ¿te convenciste de que existe vida después de la muerte?

¡Uuuu! Ya yo sabía mucho antes, yo no tenía ninguna duda, desde muy pequeñita.

¿Te ayudó esta experiencia a bregar con la muerte de Juan Sebastián?

Yo lo tomé con mucha angustia y mucho coraje con la vida. Pero eso es parte del proceso natural. El convencimiento de que cuando yo el día que me toque morir él va a estar allí para esperarme, es un consuelo. Yo sé que eso va a ser así, no tengo ninguna duda.

Ese suceso de morir y volver a vivir, ¿te ha dado paz en el contexto de la muerte de tu hijo porque sabes que está en algún lugar esperándote?

Claro que sí. Primero que nada, después de la experiencia cuando nació mi niño, a pesar de que yo sabía que había vida después de que uno trasciende su cuerpo físico, lo reconfirmé. Después de eso, yo no le tengo miedo a la muerte. Después de la muerte de Juan Sebastián, a través de un sueño, pasé por todas las etapas de cuando sales de tu cuerpo físico. Y el sentir ese amor que sientes cuando trasciendes y sentirte en los brazos de esa fuerza tan poderosa, a la que le llamo Dios porque no puede ser otra cosa, es algo que dije: “Dios mío, perdóname por haber sido tan egoísta y haber querido a mi hijo conmigo, cuando sé que él está allá contigo y está recibiendo ese amor”. Eso me ayudó mucho a la aceptación, y aunque lo entiendo como un proceso natural y me va a hacer falta su presencia física, en su presencia espiritual yo sé que está bien.