"Mi papá me dice que estoy empeñado en morirme de hambre", dice de sopetón.

Luego se sonríe con cierta ironía y explica con una pasión envidiable su gusto por la actuación y por el piano, el cual practica desde los 11 años de edad y estudia actualmente en el Conservatorio de Música de Puerto Rico.

“En realidad eso de que me voy a morir de hambre es un vacilón de papi. En mi caso lo extraño no sería ser actor o músico, lo extraño sería decirle a papi que me voy a trabajar a Wall Street. Creo que ahí me diría: ‘Mano, piénsalo bien’”, aclara.

Félix Eugenio Monclova le sigue los pasos a su padre, el actor René Monclova, en el campo de las artes interpretativas. Es otro más de la familia Monclova que cae rendido antes las artes. Es como si el actuar en esta familiar fuera casi un impulso sanguíneo.

El joven de 21 años ha participado en varias obras de teatro y en pasos de comedias para la televisión. Pero el martes, 8 de abril, compartirá escena por primera vez con su padre en la adaptación teatral de “El diario de Ana Frank”. Esta pieza subirá a escena en el Centro de Bellas Artes de Caguas. Anteriormente ambos habían compartido en algunos pasos de comedias para televisión, pero no en teatro.

En la obra Félix Eugenio interpreta a “Peter Van Daan”, el joven de quien se enamora la adolescente “Ana Frank”, personaje a cargo de Ivana Méndez. René Monclova le da vida a “Otto Frank”, padre de la adolescente judía, quien narró en su diario el dolor de la guerra.

“A mí me gusta más trabajar con él porque sé que si algo no funciona bien o estoy equivocado, él me lo va a decir”, expresa sobre la experiencia de trabajar con su progenitor.

René Monclova, por su parte, afirma que laborar con el mayor de sus cuatro hijos, es algo que disfruta, aunque a la vez le provoca muchos nervios.

“Disfruto mucho el proceso de ensayo porque Félix es un tipo alegre –yo lo adoro–, pero estoy seguro que a la hora del estreno me tengo que desvincular por completo de que es mi hijo y estar en escena con el personaje. Porque sí me ha tocado estar presente en estrenos de teatro de él y de las nenas, y uno sufre muchísimo. Porque no puedes hacer nada y los ves a ellos allí, tan solitos en escena...”, dice con ternura, en referencia a su hijo y a sus hijas Camila (18) y Myrna (15), quienes también le siguen los pasos. La más pequeña, Sara Elena, de seis años, todavía es muy niña.

A este veterano actor no le preocupa que sus hijos sigan su mismo camino. Él no conoce otra forma de vida que no sea a través del arte, por lo que para él es completamente normal que sus vástagos estén inmersos en el mundo en que él y su esposa, Rosalinda López, los han criado.

“Yo soy hijo de actores y ellos saben que esto es muy duro, lo han visto. Es una carrera de altibajos, pero somos afortunados en el sentido que somos gente que se dedica a lo que le gusta, mucha gente le vende el alma al diablo y al cabo de la subsistencia están 30 años haciendo lo que no les gusta. Nosotros hacemos lo que nos gusta o cosas cercanas a lo que escogimos”, indica.

El intérprete de “Lolo Bond” señala que su hijo es un actor “inteligente y preocupado” que logra conectar todo con la música.

Para Félix Eugenio su padre, en cambio, es un actor con mucha verdad y “ridículamente” responsable.

“La meta principal de papi, como actor, es decir con verdad absoluta; que lo que esté diciendo tú te lo creas. Eso puede sonar sencillo pero es difícil”, señala quien también destaca de su padre las caracterizaciones, la disciplina, lo estudioso y su gran memoria.

La relación entre este padre e hijo es de mucha ternura y respeto. Sólo hay que escuchar a René Monclova hablar de su hijo para saberlo.

“Nuestra relación es muy buena, muy buena... él tiene un gran sentido del humor y es un gran tipo. Además, adora a sus hermanas. Es apasionado, a veces un poco desorganizado para mi gusto, pero es un gran tipo”, afirma orgulloso.

Félix Eugenio, por su lado, resalta que su padre es su amigo, en el que confía plenamente.

“Le puedo decir cualquier barbaridad o cafrería y nada... Siempre tiene muy buen humor, a veces es un poco neurótico, pero también es bien responsable y siempre ha cumplido su rol de papá a capacidad. Es un actor y es un tipo muy extraño, pero así es papi”, expresa entre risas quien está desarrollando una compañía teatral entre él y su papá para poder llevar a cabo sus propios proyectos.

El primero de ellos podría ser la pieza “El animador” del dramaturgo venezolano Rodolfo Santana, una interesante pieza sobre la asimilación de los mensajes de la televisión, que los juntaría nuevamente en escena.