María Vaquero tan inmortal como la lengua

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 17 años.
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Es muy sencillo repetir como el papagayo que a una persona la inmortaliza su “legado” al desarrollo de la humanidad en algún aspecto específico. Pero, ¿se entiende esa contribución?
En el caso de la lingüista María Vaquero, parece que sí, al menos según interpretan y ejemplifican esa aportación sus estudiantes, colegas en la disciplina y familiares, representados respectivamente en la mañana de ayer, viernes, por Maia Sherwood, Amparo Morales y Ana María Ramírez Vaquero.
En una actividad llevada a cabo en la Rotonda de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras (UPR) –donde Vaquero se doctoró, enseñó e investigó–, decenas de profesores, amigos y ex alumnos de la “más puertorriqueña de las españolas” le rindieron un homenaje póstumo cuya mirada a su vida y obra supo balancear sus facetas como educadora, científica y mujer.
María Vaquero falleció en junio pasado en Pamplona, España, tras una batalla contra el cáncer que la obligó a dejar su “pasión más grande”, dar clases, hace tres años, dijo Ana María Ramírez, una de sus hijas.
“Su padre, un maestro de escuela rural, le decía que, si los estudiantes no entendían, era porque no se les había explicado bien... Mi madre se reafirmó hasta el día de su muerte en que ‘los alumnos son lo mejor de la Universidad; para ellos trabajamos y ellos, con su presencia, sus preguntas, su criterio, nos enriquecen como ustedes no se lo imaginan’”, declaró Ana María ante los ojos de su emocionado padre, Alfonso Ramírez. María Eloísa Ramírez Vaquero, la otra hija de María Vaquero, no pudo estar presente.
Más que los volúmenes de datos, descripciones y análisis sobre la fonología (sonidos del habla) y léxico (palabras) puertorriqueños, el más importante legado de “La Doctora” consistió en promover, desde su título de educadora –el “más amado” por ella según su hija–, que el público general entienda de qué se trata la lingüística y su rama hispánica.
Así, fue responsable de promoverla como una ciencia que, “‘si se presenta interesantemente, puede ser interesante’” para todos, según la citó Maia Sherwood.
“¡Con qué precisión nos quitó para siempre el complejo de que hablamos mal y el prejuicio de que otros hablan peor!”, exclamó la administradora de la Academia Puertorriqueña de la Lengua (APL), entidad que organizó el homenaje junto con la UPR.
La también lingüista basó su discurso en los apuntes de la clase LING 4011 (Lingüística Hispánica) que tomó con Vaquero. De allí extrajo citas célebres de la profesora, como: “El lingüista no es un estudioso enajenado” y “La lingüística no se puede separar de ningún factor social”.
Estos conceptos desambiguan el gran malentendido de la comunidad general con esa profesión: la lingüística no se trata de establecer cómo hablar correcta o incorrectamente, como tampoco la lingüística hispánica debe tener como propósito fundamental un supuesto “rescate” del español.
No obstante, esta última noción se coló en la ponencia de José Luis Ramos Escobar, decano de la Facultad de Humanidades de la UPR.
El académico destacó el producto de las etapas iniciales de la carrera de Vaquero como investigadora. En el momento citado, todavía la también filóloga mostraba una actitud de rechazo –aunque moderado– hacia la incorporación de extranjerismos en el español.
El presidente de la Universidad de Puerto Rico, Antonio García Padilla, en cambio, prefirió destacar la integridad intelectual y ética de la coautora del “Tesoro lexicográfico del Español en Puerto Rico”.
Asimismo, al explicar cómo inició con ella ese estudio, Amparo Morales recordó la “humanidad” de Vaquero, quien trataba a los participantes de la investigación “como personas que piensan” más que como meros entes sujetos a un objetivo científico.
La actividad también contó con los discursos de la rectora de la UPR en Río Piedras, Gladys Escalona de Motta, y el director de la APL, José Luis Vega.
El también director del Instituto de Cultura Puertorriqueña reveló una confesión que le hizo María Vaquero: ella, en el fondo, quería ser poeta. De ahí que le dedicara el poema “Palomas para María Vaquero”. Luego, la Rotonda se inundó de solemnidad musical con Coralia, el Coro de Conciertos de la UPR, dirigido por Carmen Acevedo Lucío.
Entre el público que asistió al evento, hubo menos de una decena de miembros de la Facultad de Educación de la UPR.