Maribel Quiñones habla de su vida después del derrame
La actriz cuenta sobre cómo ha cambiado su día a día tras el colapso de salud que sufrió en 2023 y que paralizó su lado izquierdo.
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Hace dos años que su vida dio un nuevo giro. El derrame cerebral que sufrió la obligó a hacer numerosos ajustes a su rutina. Pero en el camino, decidió poner la fe por encima de las circunstancias.
La profesora y actriz Maribel Quiñones todavía enfrenta los desafíos del accidente cerebrovascular que en 2023 la dejó con el lado izquierdo paralizado. La nueva realidad implicó aprender una nueva manera de caminar, de hablar, de bañarse, de realizar numerosas tareas cotidianas.
El apoyo de algunos familiares y ciertas amistades ha estado presente, pero desde el principio vio necesario ir aprendiendo a valerse por sí misma en la mayor medida posible.
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No se maquilla porque hacerlo demora mucho más de lo acostumbrado, y quitarse el maquillaje, otro más. “Con una sola mano es bastante complicado. Fíjate que hasta para uno ponerse la ‘mascara’, la mueca esa que uno hace, como todavía yo no tengo mucho movimiento de este lado (izquierdo), es complicado ponérmela. Me embarro el párpado, me embarro el área”, reveló la artista como ejemplo de tareas comunes que le resultan complejas. Al conversar sobre su proceso, dentro de las anécdotas tristes, la eterna “Sor Tata” siempre busca colar el humor.
“Ando por ahí como un mapache, con mis ojeras”, aseveró soltando una risa tímida.
Si son distancias cortas, procura caminar con un andador unilateral o de medio cuerpo, y utiliza una bota especial para evitar arrastrar el pie. Una silla motorizada le ayuda para recorrer distancias considerables. “He sufrido cinco caídas y no quiero más ninguna”, expuso con preocupación. Un cabestrillo especial le permite sostener el brazo. “La pierna ha recuperado un poco de movilidad, pero el brazo aún no. El dedo meñique lo puedo mover un poquitito. Y hace como un mes que empecé a tener movimientos pequeñísimos con el dedo pulgar”.
Puede conducir. Al abrir la puerta de su auto, nos mostró unas pinzas de cocina. “Las uso para cuando entro a un estacionamiento, poder estirar el brazo y que la pinza agarre el boleto”, mencionó dentro de las dinámicas con las que se ha adaptado a su nueva vida.
“La prognosis cuando recién sufrí el accidente cerebrovascular era fea, era negativa, pero mi fe trascendía la prognosis, y aunque mi neurólogo, mi neurocirujano, que se ha convertido no solo en mi amigo, es mi médico, después que yo estaba un poco recuperada, fue muy franco conmigo, como de costumbre, y me dijo ‘yo no esperaba que mejoraras así, ni tan rápido’. Me dijo, ‘tú vas a hacer que se reescriban los libros de neurología”, celebró, y confesó que “lo tomo como que esto para mí es un proceso transitorio”.
Maribel rememoró cuando en septiembre de 2023 ingresó al hospital para tratar un aneurisma que le descubrieron a través de una resonancia magnética que se realizó porque “tenía los nódulos linfáticos del cuello, los ganglios, inflamados”. Al ver el resultado, el radiólogo alertó a su doctora sobre la emergencia para activar el tratamiento a seguir. “El neurocirujano me dice que hay que hacer un angiograma, que es como se llama a un cateterismo al cerebro, y me dice que podía entrar o por la muñeca o por la ingle”, detalló sobre el proceso que sería ambulatorio. Al despertar, sospechó que había sufrido un derrame porque no tenía movilidad en el lado izquierdo.
“Pensé, ‘a lo mejor fue que me pillaron el brazo debajo del cuerpo y se me adormeció’. Y probé con la pierna. Vi que tampoco podía mover la pierna”, manifestó sobre lo que de inmediato le provocó angustia.
“Cuando el enfermero me ve que estoy llorando, me quita la mascarilla para preguntarme qué me pasa, y le digo ‘es que me dio un derrame’”.
Entonces, se movilizaron para realizarle, “todas las pruebas de rigor y, obviamente, confirmaron que había sufrido un accidente cerebrovascular isquémico agudo, porque si yo voy a hacer algo, lo hago bien…, entonces no podía ser algo leve, tenía que ser agudo”, afirmó con cierto humor. Esto le provocó “la hemiplejía, que es la parálisis que sufrí del lado izquierdo del cuerpo”.
¿Cómo va tu recuperación?
“A veces lo encuentro muy lento, porque yo quisiera estar ya 100% bien en términos de movilidad. Se han sorprendido los médicos. Se sorprende la gente cuando me ve porque no creían que iba a mejorar de esta manera, así que aparenta haber cambiado esa prognosis. De hecho, hasta los pequeños movimientos en esos dos dedos que te mencioné, los sorprenden. Todas las noches, cuando yo me voy a bañar, estoy como unos 15 minutos tratando de mover mis dedos. Igual si tengo dónde agarrarme, puedo pararme en la punta del pie, que no podía hacerlo, porque mi pie está caído. Parecen pequeños cambios, pero son para mí como si corriera un tríalo. Y esa prognosis se ha modificado según voy mejorando, y me ayuda inmensamente la terapia acuática. Eso hizo un cambio”.
¿Por qué no te vemos en proyectos en los medios?
“Yo me hago la misma pregunta. Y pienso que puede estar relacionado con la condición física en la que me encuentro. Hace poco me llamaron para audicionar para unos comerciales de televisión. Tuve hasta un ‘callback’, y eso me hizo mucho bien emocionalmente, porque aunque no me hayan dado el comercial, uno de ellos, que fue para el que realmente audicioné de los dos que me convocaron, pero me hizo sentir bien que me consideraran. Me gustaría estar en los medios, pero no depende de mí. Me gustaría estar como comediante, me gustaría estar quizás discutiendo temas de actualidad, estar en radio porque amo hacer radio y ahí no se ve físicamente que estoy afectada todavía, pero no es porque no quiero, sino porque no ha surgido la oportunidad”.
Si fuera en la actuación, ¿qué tipo de papeles podrías realizar?
“Yo estoy haciendo de ‘Sor Tata’ comoquiera en actividades privadas. He hecho en varios sitios, hasta para el Recinto de Ciencias Médicas. Estuve en un congreso de terapistas físicos el año pasado en Aguadilla y unos amigos me llevaron. Empiezo en silla de ruedas. Luego me levanto y utilizo incluso lo que me ha sucedido. Voy a estar en un congreso de la Rama Judicial, que me invitaron. Estoy trabajando en seminarios legales de Puerto Rico, colaborando de los seminarios, pero en términos de la televisión, yo creo que la limitación ha de tenerla quien me llame, en su cabeza, porque yo me atrevo a hacer hasta a “Yahaira”, que es el personaje de la dominicana que es tan enérgico, me atrevo a hacerlo con sus transformaciones. No creo que esté limitada para poder trabajar”.

¿Cómo ha sido el apoyo de compañeros en los medios?
“Hay algunos que yo pensaba que eran mis amigos y con los cuales yo me he comportado como una buena amiga y no he sabido de ellos. Hay otros que han sido amigos de toda la vida y siguen así. Y hay otros que me han sorprendido porque no sabía que me tenían tanto cariño, por mencionarte algunos, Jorge Rivera Nieves, que es una de las personas más maravillosas que yo he conocido. Alan Corales, el presidente de Radio Oro, eso es clase aparte. Sophy, Marilyn Pupo, Idalia Pérez Garay, Sonia Valentín, Juan González, Alexandra Malagón, Alba Nydia Díaz, ‘¿cómo estás?, ¿qué necesitas?’, por mencionarte algunos. La decana Vivian Neptune de la Escuela de Derecho (de la Universidad de Puerto Rico), ha sido capaz de llamarme ‘¿Maribel, necesitas alimentos?, ¿necesitas medicamentos?, ¿qué necesitas?’. Tengo vecinos que son una familia extendida”.
A nivel laboral, ¿a qué te dedicas?
“En el momento en que sufro el accidente cerebrovascular, trabajaba en una oficina legal y era absolutamente feliz porque yo soy loiceña y esta oficina está ubicada en Río Grande, así es que conozco la idiosincrasia de la zona”, recordó con nostalgia sobre una puerta que se cerró a raíz de lo que le ocurrió. “Paso este periodo de varios meses sin trabajar y eso fue terrible para mí porque amo trabajar. En términos artísticos, cero. Así que no podía generar. Me aprobaron el Seguro Social por incapacidad, temporero, que no es una cantidad que me permita vivir de eso, pero naturalmente es una bendición y me ayuda a poder pagar mi sustento. Desde 2022 doy clases en la División de Educación Continua y Estudios Profesionales (DECEP, de la Universidad de Puerto Rico). Comencé en 2022. Cuando sufrí el ACV, por un tiempo me sustituyeron varias profesoras de Derecho para que no perdiera el trabajo y pudiera cobrar”, recordó mientras se le quebraba la voz. “Después del ACV, solo enseño el curso de ‘Asistencia Legal’”.
¿Cuánto disfrutas dar clases?
“Tengo unos estudiantes, Dios mío, que de verdad han sido tan importantes en este proceso. Ellos me dan un ánimo… Ellos dicen que yo los animo y que yo los inspiro, pero ellos están pendientes, ‘profesora, ya está caminando mejor’, me celebran como si fuesen mi familia. Están pendientes. Cuando llego están pendientes para ayudarme a bajar las cosas. Cuando me voy me ayudan a subir la silla al baúl. Me ayudan a guardar los bultos. Me cuidan todo el tiempo”.
El sentido del humor te ha distinguido, ¿cuán importante ha sido en este proceso?
“Es fundamental, después de la fe y de la determinación. Antes de que cualquier otra persona pueda reírse de mí, quizás hasta burlarse o reírse conmigo, yo me río de lo que me pasa. Cuando me he caído, el trabajo que me da levantarme, me empiezo a reír porque ¿qué voy a hacer? Trato de alimentar mi sistema (emocional) y utilizo mucho el humor, leo cosas que me hagan reír. Hasta dando clases a veces hago comentarios que los estudiantes se ríen y yo de verlos reír me empiezo a reír porque me doy cuenta que puedo contribuir a que se sientan mejor”.
¿Cómo ha sido el apoyo del público?
“Hay gente que no sabe que me sucedió esto. Como estoy en silla de ruedas, algunos reaccionan como ‘pero no puede ser’. Hay mucho cariño. Gracias a Dios, hay gente que me detiene para abrazarme”.
¿Quieres mencionar nuevos planes?
“Estoy en el proceso de escribir un proyecto para teatro que lo pensé originalmente en términos dramáticos, pero voy a hacerlo también en comedia, de lo que estoy viviendo, de cómo ha sido el proceso”.
¿Hay felicidad en tu vida?
“Yo soy extremadamente feliz. Yo no soy religiosa, nunca lo he sido, pero yo amo a Dios con cada célula de mi ser. Yo he sido abrazada por Dios en todo este proceso, aun en los días más oscuros, porque he tenido días en los que la fuerza ha sido tan poca, tanto emocional como físicamente hablando, que yo le he pedido a Dios ‘ten compasión de mí, te misericordia, ya vamos a terminar esto, llévame a casa’. Se lo he pedido a Dios, no porque no quiera vivir, sino porque ha sido un proceso muy duro”, confesó. “Que me lleve a donde pertenezco, a su lado. Pero es tanta su misericordia que dentro de mi ignorancia y desesperación por la situación en la que me he visto, me ha permitido seguir viviendo porque yo sé que tengo cosas que hacer todavía. Y siempre he tenido claro que el propósito de mi vida es servir, además de aprender, que amo aprender”.