Miami. ¿Cómo ganarse un Grammy americano? La respuesta en estos días la tiene el productor y músico puertorriqueño Marlow Rosado, quien obtuvo el codiciado premio por su disco Retro.

Criado en Cataño, el salsero compartió con Primera Hora el viaje de su vida en la música desde “mi primera casa” en su estudio en Miami.

“Yo me convertí en músico de la manera más rara”, comenzó explicando Marlow en el cuarto de producción rodeado de pianos, micrófonos antiguos, budas y pergaminos de nominaciones al Grammy Latino y americano.

Unas Navidades –a sus nueve años– “yo le pedí a mi mamá un camión Tonka amarillo”, cuenta. Esperanzado en que su madre le concediera el deseo, se encontró con la sorpresa de que su regalo era un órgano.

“¿A quién se le ocurre comprarle a un varón un órgano? Cuál era la mente de mi mamá al decir: ‘No encuentro el camión, déjame comprarle el órgano’”. Su única respuesta es que fue “una intervención divina y creo que ella fue hipnotizada” al comprar el instrumento que “jamás me he despegado de él”.

Tanto así que hoy día forma parte de su colección. Tiene como 15 pianos entre su casa, el estudio y hasta en el auto “para cuando tenga que ir a tocar” en algún sitio.

Aprender a tocar “las blancas y las negras” se combinó con la crianza de escuchar salsa, gracias a su tío José Ángel “Ruko” Noriega, a quien describió como “el primer salsero del mundo” por su gran colección de discos.

Gracias a Ruko, a Marlow Rosado se le despertó su vocación de ser productor y líder de orquesta al escuchar las descargas de músicos como Papo Lucca, Ray Barreto, Bobby Valentín y Roberto Roena, entre otros.

Así fue como decidió viajar al sur de la Florida y se matriculó en Florida Atlantic University, donde estudió educación musical y terminó obteniendo una maestría en jazz.

Si algún recuerdo le queda de sus años universitarios es la pintura de un hombre desnudo tocando un piano.

“Ese soy yo”, señaló el canvas pintado en negro, blanco y amarillo. Aunque admitió que no les dice los detalles a quienes le preguntan, Marlow se sintió en la confianza de explicarnos ese momento “de rebeldía normal de cuando uno era joven”.

La pintura surgió en los días finales de su último semestre, justo en el salón donde se encontraba un piano de cola, que siempre estaba cerrado. “Pero esa noche estaba abierto. Me subí a la tarima, le hablé a un público que no había, me quité la ropa y toqué el recital que tenía que presentar en mis finales”. Mientras su roomate , “un jamaiquino que siempre andaba con un canvas, me pintaba”.

Marlow no regresó a Puerto Rico como tenía planeado a su llegada porque “conocí a mi novia, quien se convirtió en mi esposa y madre de mis gemelas”. Además, comenzaba a abrirse paso en la industria musical, donde el multiganador productor y compositor Desmond Child se convirtió en su entrada para conocer a grandes artistas.

Canciones como Sí, pero no y Mi cariñito”, para la Puerto Rican Power, se unieron a Mi luz, de Alejandra Guzmán, como composiciones con las que Marlow se dio a conocer y le abieron la oportunidad para trabajar con otras estrellas.

Taller de historias

Muchas de las figuras que han trabajado con Marlow, lo han hecho en la casa que convirtió en su estudio. Ubicada en un barrio en Miami, de la pieza de tres cuartos solo sale “para ir a comer a mi hogar ” y para sus viajes de trabajo.

Allí ha creado muchas historias y, sin duda, la más importante en su vida, que ha sido el disco Retro, con el cual se ganó el Grammy al Mejor álbum tropical.

“Eso ha sido lo último”, expresó mientras sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas. “Por fin se me da algo que puede marcar una diferencia, que puede ponerle una luz a mi género (la salsa), que le hace falta, y que va a decir lo que llevo haciendo con mis proyectos”.

Proyectos como su orquesta, Marlow Rosado y La Riqueña, que creó hace cinco años y con la cual armó en siete meses el disco Retro.

Este disco, explica, “visita los temas con los que crecí en los 70 y traigo algunas de las voces que lo hicieron populares”. Esas voces fueron Bobby Cruz, en Agúzate; Ismael Miranda, en No me digan que es muy tarde ya; y Tony Vega, en Jíbaro soy”, entre otros.

Más allá de un disco con canciones clásicas de la salsa, Marlow unió todo el concepto Retro al comprar un piano de los 70 que se usaba para las producciones de salsa en aquel entonces y hasta lo imprimió en disco de acetato o vinilo.

Gracias a Lucas Torres, el álbum se imprimió en LP, y así suena tal como era antes.

“Es un vacilón. Me compré un tocadiscos y realmente me curo”.

Mientras graba el segundo disco para La Riqueña, Marlow sigue ansioso por que le llegue la estatuilla del Grammy americano para “presentarle el estudio” y luego “dejarlo cerquita de mí, en mi mesa de noche”.