Allí, el arroz con longaniza sigue siendo rey indiscutible, seguido de cerca por el mofongo de pana relleno de longaniza y los pasteles de longaniza “sin mancha”, porque no tienen en la mezcla guineo ni plátano. Pero otras creaciones originales se han ido popularizando en estos nueve años, como las arepas rellenas de longaniza, el sanchoco con longaniza y el longalao (en lugar de bacalao). 

Este año, la sensación fueron las “longapurrias”, que junto a los “longaburgers” llamaron la atención de los comensales que viajaron hasta el centro de la Isla para disfrutar de la novena edición de esta fiesta de pueblo.

Relacionadas

“Hicimos 2,000 ‘longapurrias’ y ya mismo se me acaban”, advirtió ayer a eso de las 2:00 p.m. Ivette Hernández, catequista y encargada del kiosco del atesorado manjar.

Empeño de una comunidad

En Orocovis ha habido longanizas por tiempos inmemoriales, es su cuna. A pesar de los años, parece no haber límite para la creatividad, como tampoco para la voluntad de una comunidad que se unió una década atrás y creó por necesidad un evento que se ha convertido en tradición. 

El Festival de la Longaniza lo comenzaron hace nueve años feligreses de la parroquia Nuestra Señora de Fátima, en el barrio Salto de Orocovis. Su idea era recaudar fondos autogestionados para costear proyectos religiosos y sociales, entre ellos mejoras a las capillas, materiales y celebraciones para los niños de la catequesis, misiones, ayuda a desamparados y otros.

Sin embargo, el apoyo de la comunidad -religiosa y no religiosa-, así como la visión que se ha gestado en este pueblo durante las pasadas décadas de dar impulso a la cultura y al turismo interno obraron para que todo Puerto Rico conozca del evento.

“Me emociona que fue a la gente de nuestra parroquia que se le ocurrión esta idea, y ver a personas de todo Puerto Rico, ver como gozan, como se lo saborean… ¡Me emociona!”, recalcó ayer Marta Rosa “Rosita” Miranda, coordinadora de las últimas dos ediciones.

“Lo que más me gusta es que todos trabajamos duro y somos una linda comunidad. Hoy en día nadie trabaja de gratis y aquí todos somos voluntarios”, agradeció, y estimó en unos 200 los integrantes de ese grupo.

El comunicador Arnaldo García, colaborador y maestro de ceremonias, apuntó que lo que inició con “dos o tres carpas” y varios cientos de asistentes se ha convertido en una producción que allega a entre 15,000 y 20,000 personas, unos 90 artesanos de todo el País y más de 28 pintores de 15 pueblos, apoyados también por el Municipio de Orocovis y auspiciadores privados.

La misión del festival sigue siendo la misma y el kiosco del grupo Jóvenes Navegando Mar Adentro, cuya especialidad de pinchos de longaniza con tostones lo hacían otro de los más visitados, era evidencia de esto. Según Jenny Torres, de 18 años y quien estudia para ser técnico de farmacia, su grupo recaudaba fondos para mantener la misión de “ayudar a rescatar y acercar a Dios a los jóvenes que se sienten perdidos”, labor que asegura la llena desde que la descubrió a los 16 años.