No sé en qué momento me quedé encerrada en la burbuja de las reinas de belleza y me perdí de lo que estaba pasando acá afuera.

Quisiera que alguien me explique en qué momento cubrir a 70 mujeres diciendo cuatro bobadas se convirtió en una asignación tan importante como estar en la Casa Blanca, y presenciar todo un plan de seguridad nacional.

Horas antes de irme al Coliseo de Puerto Rico para la cobertura de Miss Puerto Rico Universe, la prensa recibió un correo electrónico en donde se especificaban “las reglas” que se debían seguir durante el concurso.

Comencé leyendo “Los fotoperiodistas sólo pueden estar en el foso o área asignada”. Esto me pareció muy normal, pues casi siempre es así. Pero quedé en shock cuando continué la lectura.

“Seguridad tiene instrucciones de escoltarlos fuera del Choliseo si no acatan las reglas”.

¿Seguridad? ¿Escoltarlos fuera del Choliseo?

Déjame ver si tengo esto claro. Un fanático psycho, obsesionado con alguna de estas mujeres, no estará tan vigilado como un fotoperiodista que sólo busca una buena foto para darle publicidad al concurso mismo en el periódico.

¿Acaso olvidan que son esos mismos fotoperiodistas a los que ellos buscan para que por todo un año cubran hasta los estornudos de la reina? ¿Dónde está el contingente de seguridad cuando se convoca a la prensa para que cubran el traje que la reina usará, la pantalla que se le perdió, el diseñador que la vistió, y todo lo demás que se inventan?

Ya lo decía mi abuela, que las malas palabras y las malas costumbres son las primeras cosas que se aprenden.

Y esto, verdaderamente, me recuerda los estilos que tanto he criticado de la organización Miss Universe. Quieren publicidad sólo a su modo.