Nueva York. La declaración de homosexualidad de Ricky Martin provocó que muchas personas se preguntaran si le afectaría su carrera. Era, de hecho, uno de los miedos del propio artista al salir del clóset.

Pero la admiración, el amor y el respeto que recibió el cantante puertorriqueño hoy por parte del público son muestra suficiente de que ahora lo quieren más. Ahora lo sienten más cerca, más humano, más sencillo, más honesto.

Expresiones como “no cambies, que tu corazón es lo máximo”, “te amo, Ricky” y “gracias por todo lo que usted hace por nuestra comunidad”, se repitieron a lo largo de la jornada, que inició a las 12:30 de la tarde y se extendió hasta las 4:00 de la tarde, en el interior de la librería Borders, en Columbus Circle.

Acudieron tanto mujeres como hombres para obtener su firma en la autobiografía Yo o Me, según el idioma preferido. Hubo rostros alegres, felices, pero también hubo otros mojados por las lágrimas, sobre todo féminas que una vez paradas frente a él no podían ni pronunciar sus nombres por la emoción. Él, muy caballero, les decía algún cariñito, como “Thank you, baby, enjoy!” o “Bendiciones para ti”. En los hombres ocurría algo similar. No lloraban, pero los nervios les hacían temblar las manos. Algunos no se atrevían mirarlo a los ojos.

Ana María Perdomo, de Colombia, llegó a las 8:00 de la mañana para acompañar a su madre, quien quiso iniciar su día de cumpleaños saludando a su artista favorito. “Siempre nos ha encantado la música de él”, expresó Perdomo, quien por estar embarazada fue una de las primeras en recibir el autógrafo.

Mas, como si hubiese sido planificado, la primera firma fue para una boricua radicada en Brooklin. Ana Quiñones, natural de Yauco, quien tuvo el privilegio del primer encuentro. Ella, desde su silla de ruedas,  dijo admirarlo por “como canta y que es sencillo”.

La colombiana Pilar Duque también llegó temprano a comprar el libro y hacer la fila, que reunió a personas de Guatemala, Croacia, Grecia, Brasil, Italia, Ecuador, El Salvador y, por supuesto, Puerto Rico.

“Amo a Ricky Martin”, afirmó Duque, quien dijo no importarle la orientación sexual del vocalista. “Eso se sabía, pero no importa, es una hermosa persona”, agregó la seguidora.

Yvette Morales, de Barceloneta, comentó que seguía a Ricky Martin desde sus tiempos en Menudo, mientras que la ponceña Ebedet Negrón se mostró entusiasmada de poder conocer la historia del ídolo en primera persona. “Se conoce otro lado del artista”, expresó Negrón.

Ricky Martin recibió de su fanaticada no sólo cariño, sino también cartas, una estampa de la Virgen de Lourdes, tarjetas de presentación con teléfonos de contacto y hasta unos cupcakes adornados con la imagen de la portada de su libro.

A los boricuas los saludaba con un sabor distinto. Palabras y frases como “Salsa!”, “Cosa buena”, “Esa isla es especial”, las compartió con las decenas de puertorriqueños radicados en Nueva York que fueron a verlo.

A las 3:48 de la tarde, Ricky Martin le confesó a una fanática que estaba cansado, pero “hay que seguir y mañana es otro día”, dijo. Con ese ánimo firmó cientos de libros, pues la mayoría de las personas compraron entre dos y tres tomos. Atendió, cerca de 650 clientes.

A la última fanática en la fila pareció reconocerla, pero ella no le pudo decir nada. Sólo lloró, tomó su libro y salió.
La actividad cerró con un bonche de empleados alrededor del artista para una fotografía.

Una vez prendió el flash, inició la carrera de salida. El mismo bullicio que le dio la bienvenida, lo siguió hasta subir a otro nivel del mismo edificio. Entonces se disponía a comer y continuar con entrevistas telefónicas. No había pausa, éste vuelve a ser su momento.