Strippers aseguran que han sido azotados por la crisis económica
En una semana productiva tienen de cuatro a cinco actividades, en comparación con hace varios años, cuando tenían casi el doble.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 10 años.
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A pesar de que el azote económico ha provocado una merma en las contrataciones de los strippers en la Isla, lo cierto es que estos bailarines exóticos no dejan de guisar en las despedidas de solteras y, ahora, de las casadas.
Así lo aseguraron a Primera Hora el veterano de este arte, Rafael Acevedo, mejor conocido como “Payi”, y Richard Ramírez, bautizado como “Rocko”.
Con 21 años de experiencia bailándoles a las féminas, Payi admite que “ha habido una merma por la cuestión económica. Pero, si fuéramos a evaluar por los deseos de que haya un stripper en las actividades, créeme que eso no ha cambiado en lo absoluto. Trabajamos de acuerdo a las necesidades de la clienta, la cantidad de personas en la actividad, el tiempo de la contratación, el día y el lugar”. Los precios por estos servicios fluctúan entre $200, $250 y $300, los que aumentan si son fuera del área metropolitana.
“No podemos irnos muy abajo (en cuanto al costo) porque dañamos el mercado. No solo llaman para despedidas de solteras sino que ahora llaman para despedidas de casadas (por el divorcio)”, detalla.
En una semana productiva tienen de cuatro a cinco actividades, pero antes contaban con tres un viernes, cinco actividades un sábado y dos los domingos, precisa el también vendedor de carros y masajista.
Reconoce, asimismo, que la ventaja en los ‘90 era la exposición que les brindaban programas como No te duermas, de Telemundo, no solo a él sino a strippers como “Bulto”, “Tanque”, “Tiger”, “Cobra”. Peter Hance, quien de policía se convirtió en modelo, también se destacó como stripper.
“Como no nos están viendo en televisión se creen que ya no estamos pero, gracias a Dios, con los referidos y las páginas en Facebook, llegan las contrataciones”, acota el bailarín que a sus 40 y tanto se mantiene al día con su imagen.
Por su parte Rocko, quien entró al mundo de los strippers por curiosidad y por la ganar un dinero extra, indica que “hay temporadas buenas y hay temporadas más o menos, como todo negocio. Hay trabajo después que tú lo hagas profesionalmente, que sea del agrado de la gente”, sostiene el joven de 33 años de los que lleva ocho como bailarín exótico.
Se han pasado de la raya
Como parte de sus shows, estos strippers han tenido también situaciones embarazosas en las que las chicas se pasan un poco de la raya. Sin embargo, Payi ha podido manejarlas y aclara que nunca ha recibido una llamada solicitando sus servicios “para que vaya a ‘todas’ en la actividad”.
“Ha pasado que hay alguien, a veces, la que aparenta que menos quiere, es la que más quiere (calentura en el baile) y hay que bregarlo sicológicamente. Por eso, yo le doy (en cuanto a su show) un poquito a cada una como las bandejas de los piscolabis en las fiestas. Le doy la galletita a cada una como un aperitivo”, dice Payi.
Tanto Payi como Rocko son conscientes que tienen colegas que con sus acciones pasan los límites que debe mantener un profesional.
“Yo siempre les hablo claro a las personas antes de la contratación. Y les digo: ‘Esto es lo que hago y esto es lo que no hago, simple y sencillamente’. Para así no crear malos entendidos”, expone Rocko.
En cuanto a cómo controlan sus emociones, Payi dice que “hay que estar bien enfocado en el baile y en que estén disfrutando las chicas. No hay cabida para excitación”.
Ambos strippers coinciden en que no han bailado desnudos, aunque sí se lo han solicitado.
“Me lo han pedido y no lo he hecho, aunque uno se tienta a veces cuando le ofrecen dinero. Pero uno también se siente ofendido, porque es como si te estuviesen tratando de comprar”, expone Rocko, quien aparte de pertenecer a la agencia Pagency, se ha destacado trabajando como emplazador y guardia de seguridad.
Payi reitera que “hay que aclararle a la población de mujeres que esto es cuestión de un show y muchas personas se creen otra cosa porque hay gente que está por ahí bailando y no cobran, porque lo que quieren es ligarse a todo el mundo y a hacer otras cosas”.
“El striptease es un arte de quitarse la ropa con elegancia y con el ritmo de la música. Es como si fueras un artista que a lo mejor no estás cantando, pero estás haciendo todo con tu cuerpo”, destaca.
¿Bailan para los hombres?
Para hombres no han bailado, pero de la agencia Pagency sí han bailado algunos de los chicos contratados, aunque sean straights, según Payi, porque “muchos lo ven como negocio”.
“En mi opinión no tiene nada malo bailarle y el stripper siempre es el que pone sus condiciones, y un baile es un baile”, dice Rocko.
En tanto, Payi comenta que “lo que sí ha sucedido es que he sido contratado para bailar en un pub y están las chicas con sus respectivos esposos o novios”. En otras ocasiones, “me han dicho que en el grupo hay amigos gays. Y les digo que no hay problema, pero que quede claro que no les voy a bailar porque me gustan las mujeres. Sí me puedo tomar fotos con ellos y hasta darle un beso en el cachete”.
Rocko agrega que “esto es como los negocios, se reserva el derecho de admisión”.