En sus recuerdos de niña, Tita Guerrero se ubica jugando con muñecas y teniendo sus bebés. Esa imagen maternal poco a poco se fue disipando en su desarrollo, y no fue hasta que las presiones sociales comenzaron a invadirle el pensamiento, que entonces se cuestionó si quería ser madre.

Escuchar a sus amigas, a las edades de 27 y 28, hablar sobre el reloj biológico, y que su madre de vez en cuando le soltara comentarios como “Yo parece que estoy tomando pastillas para no ser abuela”, la llevaron a plantearse la maternidad, sin embargo no identificó el deseo en ella.

“Como a los 32, 33 yo dije, ‘ok, si yo quiero tener un bebé, es ahora’”. Para ese momento vivía con su pareja en Los Ángeles, California, ambos destacados en el ámbito artístico, sin familia cerca, con tragedias ocurriendo en el mundo como fue la masacre en la escuela superior Columbine (1999), y decidió que no quería asumir esa responsabilidad.

Ahora mismo todas mis amigas son abuelas y yo estoy en bikini por la playa”

-Tita Guerrero, comediante y conductora de radio y televisión

“Creo que de jovencita no fue mi prioridad. Sí jugaba con muñecas, pero yo no te puedo decir que tuve este deseo ser madre y tuve que ponerlo en una balanza. No. Yo creo que no estaba ese deseo, porque lo hubiera sido, porque mi mamá era bastante pantalonuíta y yo vi cómo mi mamá trabajó y nos mantuvo, y pienso que si hubiera querido, yo hubiera sido. No me hubiera importado la carrera o me hubiera mantenido como actriz, hubiera hecho como todos mis compañeros, hubiera llevado mis nenes a los ensayos. Yo creo que sí. Pero hubo el momento que yo dije, no es para mí, porque si hubiera estado dentro de mí, me hubiera embarazado y hubiera tenido ahora este muchacho de 32 años al lado mío”.

Aunque su carrera artística, con todos los retos de horarios e inestabilidad que implica, tuvo que ver en su análisis, la animadora del matutino “El Circo” (Mega) y “Viva la tarde” (Wapa) no le adjudica su determinación. Más bien fue su deseo a continuar su vida libre de la responsabilidad de la crianza, algo que a la altura del siglo XXI resulta raro en las sociedades y las mujeres que así lo deciden, cargan con la estigmatización, inclusive se les cuestiona la orientación sexual, de lo que Tita no ha estado exenta.

“Era bien loco porque todo el mundo era, ‘Ah, cuando te toque’, y yo me quedaba callada porque no quería entrar en la conversación”, compartió la artista de 55 años, que una vez tuvo que escuchar a una ginecóloga preguntarle que quién la cuidaría cuando fuera una adulta mayor.

“Cuando todas mis amigas vieron que ya entré a los 40 y que no, pues no se habló. A mí nunca me dio vergüenza decir que yo no quería tener hijos”. Sin embargo, yo amaba hacer teatro de niños, teatro infantil. Yo amo trabajar con niños. Tengo a mi ahijado y me lo gozo, pero me encanta también gozármelo cuando voy y se lo entrego a la mamá y me voy a mi casa a ver Netflix. Y suena egoísta, pero fue mi decisión”, afirmó convencida.

“Tener un hijo porque la sociedad te diga que tienes que tener un hijo, no me hace sentir incompleta. Al contrario, creo que he hecho muchas cosas buenas que a lo mejor no hubiera podido hacer si hubiera tenido un hijo”.

Sin perder su humor chispeante, confesó que ha llegado a ligarse los hijos de treinta y pico de años de sus amigas.

“Mis amigas son abuelas y en vez de arrepentirme porque no tuve, I’m happy”.

Con la mamá, dijo, tiene una relación “espectacular”, y tuvo su momento de sentarse y sincerarse.

“De adulta hablé con ella y le dije, ‘Mami, ¿Tú hubieras querido tener nietos? y ella me dijo, ‘Claro, pero no a fuerza de tu vida’. Yo sé lo difícil que es tener hijos, y eso que nosotros nos criamos en los 70 y 80, que la vida yo creo que era mucho más sencilla”.

Lo único que la hace titubear en su seguridad es cuando le surge la inquietud de qué hubiera pasado si hubiera tenido la sospecha de estar embarazada.

“Siempre me protegí. Nunca hubo susto tampoco, que eso me hubiera gustado saber, si yo hubiera pasado un susto, cómo hubiera reaccionado, porque ahora mismo te puedo decir, ‘Me hubiera gustado tener un susto’, pero no, parece que no estaba para mí”.