Un reto para el neurocirujano
El neurocirujano Julio Rosado considera que la recuperación de Wilkins ha sido prácticamente milagrosa.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 13 años.
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El caso de Wilkins no es el más complicado con el que se ha enfrentado el neurocirujano Julio Rosado, pero sí resultó ser un paciente particular.
“Recuerdo ese sábado cuando me llamaron y me explicaron que Wilkins estaba en el hospital con un problema infeccioso en la columna. Cuando fui a verlo estaba muy atribulado y con muchas dudas. Su situación era de emergencia porque había un riesgo inminente de daño al cordón espinal, lo que implica quedar parapléjico o cuadrapléjico”, relata el médico en su oficina en Plaza Las Américas.
El diagnóstico de Wilkins fue un absceso sobre la membrana que cubre el cordón espinal en la parte anterior entre el cuello y el tórax. Esto debido a una infección que surge como respuesta del cuerpo a una bacteria considerada común, “pero que se alojó en un área privilegiada como son las vértebras”, algo que sucede en una de cada 250,000 personas. No se sabe con certeza cómo el artista adquirió la bacteria, pero se sospecha que fue en Argentina, donde por accidente le cayó una rama de un árbol en el hombro y tuvo una cortadura.
Pero lo más complicado no fue el diagnóstico, comparte el neurocirujano, sino la decisión de operarlo de inmediato, más aún siendo un domingo.
“Hay que montar una gran producción en un tiempo muy corto. Se necesitan recursos dentro y fuera del hospital. En sala habían diez personas, pero habían otras más on call para cualquier situación que se pudiera dar”, explica Rosado.
A eso se suma el explicarle al paciente los riesgos de la operación. “En el caso de Wilkins, mi preocupación, adicional a que saliera perfecto neurológicamente, era que no se afectaran sus cuerdas vocales y eso, con todo el monitoreo del mundo y nuestras oraciones, era imposible de predecir”.
Para el doctor Rosado, la recuperación de Wilkins ha sido prácticamente milagrosa y en gran medida se debe a la excelente condición física y espiritual del artista. “Es un paciente excepcional, sus tejidos eran prime, le dije que siguiera haciendo lo que estaba haciendo en su vida”, concluyó el médico, quien compartió el crédito con Dios, el equipo de especialistas que colaboró en la cirugía y a la tecnología disponible.