Los buenos recuerdos los encuentra esparcidos dondequiera en su vecindario en La Perla. Mientras camina por sus estrechas calles a pleno sol, con el olor del salitre en la brisa, el intérprete urbano De La Ghetto va repasando numerosas anécdotas de aquellos días en los que el amor por la música se impuso sobre las dudas de sobresalir como artista, más allá de la incertidumbre de un futuro que percibía incierto mientras laboraba en restaurantes en el Viejo San Juan.

Su jornada en La Perla comenzó cuando tenía cerca de 18 años, tras mudarse junto a su madre, Migdalia Torres, de Puerto Nuevo, de un apartamento donde también vivía con su hermana y su abuela.

“El chalet”, como cariñosamente llama a la casa que vivió, conserva sus cimientos y sus paredes firmes. Lo demás, es puro destrozo, resultado de la furia del huracán María en 2017. No hay techo. Tampoco puertas. Y varios huecos de las ventanas están vacíos. Uno que otro receptáculo sobresale de algunas paredes despintadas. Pero De La Ghetto sigue viendo con gran entusiasmo en aquel espacio que alguna vez contó con dos cuartos y un baño, y que reposaba en los bajos de otra propiedad, el refugio para encaminar una trayectoria que lo llevó hacia fronteras internacionales a partir de la década del 2000. Nos muestra dónde ubicaba la sala, así como los dos escalones en la entrada, donde acostumbraba sentarse a escribir sus letras.

En su recorrido, señala con entusiasmo el cuarto donde por un año o un poco más, también se hospedó su colega y amigo Arcángel en la complicidad de tocar puertas para lograr un sitial como dúo.

“Siempre quería hacer música, pero estaba como que perdido. No conocía a nadie. No tenía recursos. No quería estudiar”, manifestó el apodado “Geezy” sobre un anhelo que veía inalcanzable, y que descubrió en su infancia. Nació en Nueva York y a Puerto Rico llegó a sus 8 años. A su padre lo perdió cuando niño. Diversas problemáticas sociales marcaron su entorno, incluyendo dificultades económicas.

“La Perla es el sitio donde en verdad me dieron hogar, me dieron inspiración, motivación”, valoró el artista, quien se encamina a sus espectáculos El Chuliseo el 19 y 20 de mayo en el Coliseo de Puerto Rico José Miguel Agrelot. “Llegué aquí solo a La Perla con mi madre. La gente de La Perla me aceptó como uno más de la comunidad. El primer año no fue el mejor porque ese primer año yo me estaba encontrando como Rafael Castillo. No sabía qué quería hacer con mi vida, si estudiar, trabajar, si irme para allá afuera y unirme a la reserva (del ejército)”.

Los relatos afloran mientras continúa guiándonos por sus espacios favoritos en La Perla. En su ruta, nos adentra en el Bar El Cofresí, para envolverse en las memorias de cuando jugaba billar con su mamá. También, de las veces en que marcaba en la vellonera éxitos de los salseros Frankie Ruiz e Ismael Rivera. Allí confesó cuando en su búsqueda profesional, comenzó estudios en ingeniería de sonido en un instituto educativo en Bayamón.

“Me levantaba todas las mañanas a las 6:00. Caminaba hasta el muelle de allá abajo en San Juan para coger la lancha a Cataño, y en Cataño, la pisicorre a Bayamón”, compartió.No terminé de estudiar. Me fui un poco frustrado porque como que después no sabía si quería hacer eso, porque antes de cantar, yo quería ser más productor, manejador de artistas, estar detrás de las cámaras”, relató al evocar días previos a impresionar en tarima con una sólida trayectoria que abarca éxitos a dúo con Arcángel, y en solitario.

“Yo tenía mucho miedo. Yo quería cantar, y a veces mucha gente, mi familia, me decía ‘pero tú tienes que nacer para eso’, ‘tú no vas a cantar, deja eso’. Yo me pasaba con mi CD walkman escuchando música todo el tiempo, hip hop americano, mucho reggae, R&B americano, reguetón, (Daddy) Yankee, DJ Playero, Baby Rasta, Maicol y Manuel, Don Chezina, Zion y Lennox, Tego, Wisin y Yandel, todos esos”, enumeró de una larga lista.

Antes de convertirse en un referente para muchos de la nueva generación de urbanos, laborar en diversos restaurantes en el Viejo San Juan representó su remedio económico. “Como yo soy bilingüe, yo trabajé de mesero, bartender, lavaplatos, chef, sous chef, casi sommelier. Trabajé en más de siete, ocho restaurantes”, repasó el responsable de temas como Más que ayer, Se te nota, Sensación del bloque, Dices, Hacerte de to’ y Baby Girl. “Ahí por lo menos pude tener esta experiencia de interactuar con todos los clientes, con diferentes culturas, y eso me ayudó mucho como que a abrirme, expresarme un poco más, porque yo soy bien tímido”.

El artista urbano vuelve y recuerda con nostalgia el lugar donde forjó su carrera.

Un martes, su rumbo profesional dio un nuevo giro. “Yo iba bajando con mi ropa de sous chef”, dijo sobre el recuerdo que se remonta al 2004. “En la placita, como le decíamos nosotros, que es el medio de La Perla, ahí formaban lo que eran los martes de galería. Ahí se trepaban los DJs con su equipo de música, y cada persona que quería improvisar o tirar una poesía callejera, o una banda de rock, lo que fuera artístico, tenía el derecho de expresarse”, expuso en detalle. “Boté el miedo. Me trepé, cogí el micrófono y empecé improvisar, a cantar súpernervioso. Alguien del público, cuando me bajé de la tarima, me dijo ‘me gusta como tú cantas, ¿tú vives aquí?’. Le dije que sí. Me dijo ‘conozco a Zion, él va a abrir una disquera que se llama Baby Records. Está buscando artistas’”.

A los pocos meses de aquella conversación, se unió a dúo con Arcángel. “El primer día que nos conocimos fue que hicimos Traficando a mi manera”, sostuvo sobre la química inmediata que se dio en el anhelo de darse a conocer en la escena urbana. La disciplina y el esfuerzo formaron parte del proceso.

“Al principio estábamos un poco desesperados porque no teníamos dinero. Firmamos con Zion, pero no había dinero, no había parties. Éramos nuevos todavía. Cantamos en todos los residenciales. Regalábamos CDs a todo el mundo, y nos poníamos en My Space, en todos lados. Ahí fue que se regó nuestra música”, narró sobre el junte que vería su separación dos o tres años después para iniciar carreras como solistas.

Camino a mostrarnos su sitio favorito de la playa, los residentes lo reciben con cariño para, además de saludar, tomarse selfies. “Ella es Irma Narváez. Era bien amiga de mi mamá”, expresó luego de fundirse en un abrazo con la antigua vecina. Su amigo Víctor Vega, apodado “Coro”, vivía con su familia en los altos de la casa del exponente urbano. Se le une en esta visita, y De La Ghetto lo presenta como un hermano de crianza. Su familia lo acogió como uno más, manifestó con emoción. Entre las diversas historias que culminan en risas, comparte cuando subía a lavar ropa y el perro de la familia halaba las prendas de vestir y las arrastraba por el suelo, para el rapero tener que lavarlas de nuevo. Roberto Vega, hermano de “Coro”, lo despertaba temprano para insistirle en acompañarlo a ir a surfear. “Se metía con olas de 15, 20 pies, y yo casi ahogándome, tragando agua”, dijo entre carcajadas con su característica vivacidad.

Al pie de las escalinatas que descienden al paseo frente a la playa, con la mirada perdida en las olas, Geezy escudriña una vez más en los recuerdos. “Ahí me pasaba también con mi libreta, escribiendo, con mi CD (player)”. La escena costera se convirtió en un bálsamo. “Muchas veces ni escribía. Me sentaba a meditar en las noches, por la mañana, a mirar el agua de la playa, del mar. Me relajaba. Me sacaba de todo lo negativo de lo que estaba pasando a mi alrededor en cuestión de que no tenía trabajo, no quería estudiar, no estaba muy bien económicamente, y tú sabes que a esa edad hay muchas cosas negativas que pasan por tu mente que yo no quería hacer, y gracias al mar, gracias también la música, yo pude convertir todo lo negativo a positivo”, reflexionó pensativo.

“Pasaba horas meditando, hablándole al mar, hablándole al cielo, a Dios, y siempre miraba al mar y me visualizaba haciendo lo que yo quería, que era cantar en una tarima, viajar el mundo, hacer música con otros artistas”.

Celebrará con “Chuliseo”

Y su sueño artístico tomó vuelo. “Lo logré. Estamos aquí todavía, después de 16, 17años en la música”. Las dos presentaciones pautadas para el coliseo, bajo el nombre que resalta la combinación de la palabra “chulito” –término que al que hace referencia con frecuencia- y “coliseo”, lo mantienen motivado en una convocatoria musical para revivir con su público su lugar en la historia urbana.

“Va a ser una experiencia inolvidable”, aseguró el artista, que estrenó el viernes el sencillo “El Father”, inspirado en los días de Héctor Delgado como exponente urbano. “Vamos a tener uno de los mejores shows. Super excited, súperemocionado. Llevamos todos estos días ensayando para traer un show de alto calibre, con bailarinas, pirotecnia, luces, visuales”, adelantó el artista, que divide sus residencias entre Florida (Miami y Orlando) y Puerto Rico.

Todavía queda mucho de aquel muchacho soñador, asegura. “Todo: las mismas ganas de trabajar, la misma humildad, la misma sencillez”, enfatizó antes de llevarnos a la cancha de baloncesto en las que vivió momentos gratos, jugando y delineando su futuro musical. “Todo sigue igual. Yo no estoy en esa película (de fama) porque al final del día todo esto se puede acabar mañana, y yo siempre pienso en eso, y si pasa, no me molesta bajar para acá a vivir otra vez”.

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