Gary Núñez tocaba el bajo, ese era su instrumento, pero fue al ritmo de panderos que levantó un proyecto de vida que queda como su mayor legado para la historia de la música tradicional puertorriqueña. Ahora sus cenizas descansan en el interior de un pandero tallado en madera, símbolo de que su compromiso por elevar la plena más allá de las costas puertorriqueñas, permanecerá.

El bajista, arreglista y compositor deja a un Plena Libre sólido, igualmente comprometido con honrar a quien fue su fundador y director, y sobre todo, deseoso de continuar plantando bandera con la música que les da identidad.

“Sonará, sí que sonará, la bomba y la plena, sí que sonará”, improvisaron los integrantes de Plena Libre en la emotiva ceremonia de despedida al músico, fallecido el pasado 14 de octubre por complicaciones de un repentido cáncer de páncreas.

“Plena Libre es una institución. Plena Libre es un compromiso que creó mi papá y mi mamá con la cultura y la música de este país, esa es la trinchera de mi papá, una trinchera por la cultura y la música, así que Plena Libre continúa”, afirmó el hijo Luis Gabriel Núñez, quien ahora asume la dirección del grupo.

“El compromiso es mayor y, como nosotros decimos callejeramente, no la vamos a dejar caer”, prometió, por su parte, Víctor Manuel Vélez Flores, uno de los cantantes y percusionistas del grupo.

El hijo del bajista, Luis Gabriel, asumió la dirección del grupo desde que el padre enfermó.
El hijo del bajista, Luis Gabriel, asumió la dirección del grupo desde que el padre enfermó. (Josian Bruno/GFR MEDIA)

Durante el acto de celebración a la vida y obra musical de Núñez fueron repetidas las expresiones de exaltación al ímpetu con el que emprendió un proyecto musical en la década de 1990 y “contracorriente”, lo defendió hasta el último momento.

Gary Núñez no tuvo mucho tiempo para despedirse ni para dejar nada escrito, según dijo la viuda Valerie Cox, pero mientras la enfermedad se lo permitió, le pidió a ella que le diera continuidad a lo que se convirtió en su otra familia. “Le prometí y hablamos de eso en el hospital, que íbamos a continuar, que Luis Gabriel iba a hacerse cargo, que se estaba haciendo cargo desde mayo, y LuisGa ha seguido, así que voy a seguir honrando su memoria y su legado, y trabajando por continuar su proyecto de vida, que él luchó tanto”, declaró Cox en un aparte en la funeraria Ehret en Río Piedras.

Una imagen de un Gary Núñez sonreído, con una masa de personas al fondo, durante una de tantas actuaciones de Plena Libre en las Fiestas de la Calle San Sebastián, capturaba la mirada desde el lado izquierdo del frente de la capilla. Justo al centro ubicaba la urna en forma de pandero, diseñada por el artesano Juan Martínez, y del lado derecho, una secuencia de imágenes ubicaba al músico en distintos momentos de los 71 años que vivió.

“Gary cambió mi vida desde el momento en que lo conocí, era amoroso, jocoso, me sacaba a bailar y si no había música, me la cantaba al oído. Fue un tremendo compañero, un tremendo papá, disciplinado, exigente, pero siempre con amor”, continuó la viuda.

La viuda, Valerie Cox, se comprometió a continuar el legado de quien fue su esposo por 36 años.
La viuda, Valerie Cox, se comprometió a continuar el legado de quien fue su esposo por 36 años. (Josian Bruno/GFR MEDIA)

Núñez, padre de tres hijos y abuelo de cuatro nietos, procuró inculcarle valores a sus descendientes a través de sus palabras y acciones. “Nos demostró que los valores y los ideales no tienen precio. Nos enseñó el amor propio, el amor por la familia y el amor por nuestra cultura”, destacó la hija Adriana, madre de Mila.

Igualmente se encargó de que su hijo entrara en la música por voluntad propia, no por obligación. “De las coas más lindas, él me dijo, ‘si tú quieres ser músico es porque tú quieres ser músico, ya yo hice mi vida’. Y lo más bonito de eso fue que cuando decidí ser músico nunca hubo un no”, compartió el ahora líder de Plena Libre, que al igual que su hermana se tatuó en el brazo izquierdo los espejuelos que siempre llevó su padre con el mensaje que les escribió con la firma de una carta: “Los amo”.

Hasta la capilla llegaron seres queridos de la familia Núñez, incluidas personalidades como el exgobernador Aníbal Acevedo Vilá, el productor y comediante Sunshine Logroño y el cantante Gilberto Santa Rosa.

“Gary es un Quijote en el buen sentido de la palabra; se encargó de apostar por la plena en un momento donde no era comercialmente atractivo en términos de industria y creó un concepto bien innovador, refrescante, con musicalidad, porque es importante la calidad de la música que hizo y creo que eso tiene un valor”, resaltó “El Caballero de la Salsa”, que llegó a producir uno de los álbumes de Plena Libre. “Definitivamente es una pérdida física, pero creo que estos muchachos, empezando por su hijo y todos los que componen Plena Libre, tienen el concepto claro, y se convierte Gary en una inspiración para ellos”, subrayó.

El director ejecutivo del Instituto de Cultura Puertorriqueña, Carlos Ruiz, inició su mensaje de despedida con la petición de un minuto de aplauso para el maestro Núñez, consiguiendo que las personas en la capilla se levantaran de los asientos para unirse en un sonado aplauso.

“Hablar de Gary Núñez es hablar de trascendencia y de sonido musical, y ese sonido particular y peculiar de Plena Libre es Gary Núñez y es algo que no tan solo hemos disfrutado, sino que siempre estará con nosotros, y así como el sonido trasciende, cambia y estimula los estilos de vida y los pensamientos, así mismo ya es parte de nosotros el maestro Gary Núñez por la eternidad”, puntualizó Ruiz desde su plano personal e institucional.

El fenecido director musical dejó dos proyectos de Plena Libre encaminados, que su hijo prometió continuar. De igual forma, seguirán las presentaciones del grupo, pues las contrataciones no han cesado ni las dedicatorias de eventos culturales en los que alguna o muchas veces Núñez marcó la clave para que comenzara el repique de panderos.

Los hijos, Luis Gabriel y Adriana, se hicieron un tatuaje de los espejuelos de su padre.
Los hijos, Luis Gabriel y Adriana, se hicieron un tatuaje de los espejuelos de su padre. (Josian Bruno/GFR MEDIA)