Teacalcco, México.- Con la voz enérgica y a veces entrecortada, Joan Sebastian pidió hoy a las autoridades que busquen al asesino de su hijo Juan Sebastián Figueroa y que sean precisos en los datos alrededor de su muerte, ocurrida la madrugada del sábado.

El cantautor mexicano negó que tuviera conexiones con carteles del narcotráfico, como se insinuó después de que esta semana apareciera el nombre de su hijo en varios mensajes del Cartel del Pacífico Sur.

Poco antes de que Joan Sebastian hablara con la prensa, las autoridades localizaron dos cartulinas firmadas presuntamente por el Cartel del Pacífico Sur, que se identifica por las iniciales CPS, en las que se deslinda del asesinato de Figueroa.

"No se dejen engañar por las autoridades militares, federales, estatales y municipales, diciendo que el CPS es responsable de la muerte de Juan Sebastián como se los quieren hacer creer", se leía en parte del mensaje escrito que fue hallado en Cuernavaca, capital del estado central de Morelos y donde fue asesinado el hijo del cantante. Sin embargo, las autoridades no han señalado responsables.

"Yo no necesito seguridad, yo no necesito protección, yo no tengo enemigos. Ayúdenme buscando inmediatamente al agresor. Ayúdenme deteniendo al responsable y no tergiversando los hechos", afirmó Joan Sebastian en una rueda de prensa en su rancho ubicado en Teacalco, en el estado de Guerrero, en los límites con Morelos.

"Yo no sé cuántos enredos traigan los carteles, no sé nada de eso. Yo no soy narcotraficante", agregó con el semblante serio, oculto en parte detrás de unas gafas de sol.

El artista dijo que para su familia es una situación dolorosa. Este es su segundo hijo asesinado; el primero, Trigo Figueroa, murió hace cuatro años a la salida de un concierto de su padre en Texas.

Reconoció que en al menos tres ocasiones se le ha vinculado con el crimen organizado y con lujo de detalles explicó que la primera vez fue cuando consideraba la posibilidad de aspirar a la gobernación del estado de Morelos.

Aseguró que entonces adversarios políticos comenzaron a decir que traía drogas a su rancho para luego distribuirlas. La segunda vez fue tras la muerte de su hijo Trigo, y ahora nuevamente con la muerte de Juan Sebastián.

Dijo que le consta la respuesta del gobierno federal en contra del tráfico ilegal de drogas porque esta semana, cuando todavía estaba en Estados Unidos en el velorio de su hijo, 150 soldados del ejército mexicano llegaron a una de sus propiedades "para escudriñar".

"Estoy tan de acuerdo que lamento no haber estado aquí para que me revisaran hasta debajo de la lengua", expresó.

Al llegar el ejército a su rancho, "encontraron 500 hombres y estaban armados, sí, con picos, palas, machetes, martillos y cinceles, labrando un sueño ... y construyendo un México honrado y trabajador", señaló.

Reconoció amasar una fortuna de "millones de dólares", que atribuyó a sus 30 años de carrera artística.

"He invertido en mi país porque creo en mi país", apuntó.

Al preguntársele cómo se sobrepondría de esta segunda pérdida, Joan Sebastian respondió que aunque no tiene vocación de santo, "después de lo sucedido puedo concluir que la purificación del alma es un proceso largo y doloroso y acepto con resignación lo que la vida me mande".

Recordó que dos días antes de la muerte de Juan Sebastián estuvo hablando con éste y con otro de sus hijos, José Manuel, sobre los sueños, proyectos y frustraciones cuando salió el tema de la muerte de Trigo y precisamente Juan Sebastián le decía que no debían albergar resentimientos ni buscar venganza.

"Eso me llena de paz y me ayuda a cargar con lo que tengo que cargar", concluyó.

Juan Sebastián Figueroa, de 32 años, llegó el sábado con tres mujeres y un primo al Grand Hotel en Cuernavaca. Intentó ingresar pero les negaron el acceso y se generó una trifulca. La versión oficial de la Procuraduría señala que recibió dos impactos de arma de fuego en el cuello y abdomen.

Cuernavaca ha sido escenario en los últimos meses de varios asesinatos atribuidos a una disputa sangrienta por el control del cartel de los hermanos Beltrán Leyva, tras la muerte de su líder en diciembre.

La violencia del crimen organizado ha dejado en todo el país más de 22,700 asesinados desde que el presidente Felipe Calderón lanzó una ofensiva contra los carteles de las drogas a finales de 2006.