Johnny Ortiz está que se ríe solo y que baila hasta sin música desde que supo que será homenajeado durante la vigésima séptima edición del Día Nacional de la Salsa, el domingo 21 de marzo en el estadio Hiram Bithorn.

Y no es para menos, pues en este evento se reconocerá la aportación que por cuatro décadas ha hecho al género musical este humilde compositor isabelino, responsable de clásicos como Catalina la O, Al ver sus campos, Ojos, Borinquen, La raza latina, Lluvia de tu cielo, Busca el ritmo y un catálogo que ya sobrepasa las 500 canciones.

“Éste es el regalo más grande que Papito Dios me ofrece. Es como pertenecer al salón de la fama de la música afroantillana: la rumba, el bembé, el guaguancó, lo que llaman salsa. Para mí es un placer inmenso estar entre los primeros 20 que han aportado su liricismo y sus melodías a este género”, expresó con evidente emoción Johnny, quien de pies a cabeza exhibe con orgullo su pinta de cocolo.

En la vellonera del Colmado Amézquita del barrio Bucarabones de Toa Alta suena Los apuros de Miguel en la voz de Ismael Rivera, y Johnny no puede evitar mover el esqueleto y revivir cantando cada letra que escribió. Nos cuenta que nunca pudo escribir por obligación, pero siempre ha tenido la suerte de que la musa lo visite con frecuencia y elocuencia.

“Las canciones son inspiración y melodía, y Dios me dio ese don, a quien le agradezco el que me mantenga vigente. Una de las primeras canciones que escribí fue Va a llover... (la canta haciendo la clave con los dedos). En el 1969 salí para Nueva York a estudiar contabilidad, pero llevaba mis cancioncitas debajo del brazo y mientras trabajaba siempre escribía. Mi primera entrevista fue con Willie Colón. Él estaba bien ocupado en ese momento, pero me dijo: ‘Pronto nos vamos a ver’. Luego di un giro cuando Cortijo e Ismael Rivera me grabaron tres temas (los canta)”.

En 1976 nació Catalina la O, la composición más conocida de Johnny, que fue interpretada por Pete “El Conde” Rodríguez, cuando firmó con el sello Fania.

“Ésa es la historia de la mulata rumbera. Es una mezcla de Luis Palés Matos con las verbenas de mi pueblo, en las que yo veía a la gente bajando con sus sayas colorá’s y sus turbantes. Eso era bien rico...”, dice con una sonrisa que parece que lo transporta a su niñez.

Ese mismo año Johnny conoció a don Tite Curet Alonso.

“Ése era y sigue siendo mi ídolo. Competimos por el título de compositor del año en Nueva York, y él ganó con Periódico de ayer. Eso me dio la inquietud de venir a conocerlo en Puerto Rico. Y conocí al más grande autor de la música afroantillana. Él era bien tímido y yo bien efusivo. Rápido me estudió y me aconsejó que escribiera una canción todos los días, pero yo no soy así, yo soy de rachitas. Para mí él (Tite) sigue siendo inalcanzable, intocable”, dice con humildad, aún sabiendo que se le considera el alumno más aventajado de Curet Alonso.

“Ésa es una gran alabanza, un halago. ¿Quién no quiere emular a una persona tan sensitiva, pro patria y pro gente? Ésa era una musa muy exquisita...”, opina, no sin antes interpertar una estrofa de Los entierros. “Eso es demasia’o”, añade.

No cabe duda de que la música es el alma de Johnny Ortiz, y que su corazón es el tambor que le pone ritmo. Su alegría, que se acentúa con un vasito de whiskey en las rocas, es simplemente contagiosa.

A diferencia de otros músicos de su generación, no vive pensando que todo tiempo pasado fue mejor, ni cree que el futuro de la salsa es poco prometedor. Prefiere ocuparse de compartir su veteranía con los nuevos exponentes del género.

“La salsa se escucha en Indonesia, Malasia, Zimbabue, en Francia, y con la era del Internet siguen creciendo sus adeptos. Todavía quedan muchos de los músicos legendarios y están creciendo muchos muy buenos. Yo quiero ser un puente para que nuestra música siga llegando a todos los rincones del mundo”, afirmó.

Johnny, quien ha producido cinco discos, no se considera cantante, pero adelanta que el Día Nacional de la Salsa se atreverá a interpretar un tema que siente que es perfecto para la ocasión:

A mi tierrita dorada

que sale de su dolor

con fe el corazón espera

amándola en mi canción

respetando sus creencias

luchando porque haya paz

no es solución la violencia