Roberto Figueroa jamás podrá olvidar a Amanda. Y es que fue a través de ella que O Brasil “salió del cascarón”, además de encontrar identidad propia, lo que le brindó a sus seguidores una razón de peso para seguir al grupo y bailar en sus carnavales.

Nacido en Nueva York en 1952 y criado sus primeros años de vida en el conocido barrio de El Bronx neoyorquino, Figueroa y un grupo de amigos comenzaron a explorar una música de moda en ese momento que se abría paso por ciudades latinoamericanas.

Y Puerto Rico no escapó a ese “boom” de la música brasilera, sobre todo al bossa nova y a la samba pagode, original de Río de Janeiro, que vino a ser un subgénero de la samba brasilera en general. Esa samba pagode, que bien pegaron en Brasil en sus inicios Beth Carvalho y Zeca Pagodinho fue el punto de partida que reunió a un grupo de jóvenes músicos boricuas que querían explorar ritmos y sonidos brasileños. Ese toque pagode, por ejemplo, era muy distinto a la música brasilera que ya exportaba a través del mundo el músico Sérgio Santos Mendes y su agrupacóin Brasil ‘66.

Mientras, de la mano de Figueroa, allá para el 1981 nació en la Isla la agrupación O Brasil, que en su momento fue sinónimo de la onda carnavalesca que se gozaba en Puerto Rico. Figueroa recordó cómo en sus inicios eran seis músicos y en un momento dado la banda creció hasta tener 18.

“Teníamos como una especie de taller musical, buscando explorar esa música de Brasil. Era un grupo de músicos que basicamente estaban en la búsqueda de lo mismo, experimentando, aprendiendo”, recordó Figueroa, quien para finales de los 70 cantaba música de balada y entrando a la década del 80 comenzó a tocar y cantar alguno que otro bossa nova y música popular en el conocido establecimiento Ocho Puertas en el Viejo San Juan, en su segunda edición administrativa.

Entonces, la cantante Lolita Vargas era la administradora y Figueroa le comentó sobre el nuevo proyecto de O Brasil y ella los invitó a tocar allí. Ese fue el inicio de O Brasil.

El grupo, todavía andaba en busca de esa definición y de ordinario tocaban algunas canciones tipo bossa nova y luego algunas sambas. Pero la realidad era que la gente solo lo disfrutaba desde sus sillas, copa de vino o cerveza en mano.

“Y entonces nos llegó una invitación para tocar en un lugar llamado Tony’s Places, ubicado en la calle San Sebastián en el Viejo San Juan. Ese espacio se llenó esa noche. Allí estuvo también casualmente una señora mexicana, de nombre Amanda, que era muy activa y hablaba con el público. Ella era la dueña del restaurante mexicano Amanda, y era vecina del Tony’s Place. Era impetuosa, y en plena presentación de nosotros ella se levantó y gritó, ‘pero qué hacen sentados. Vamos, que ésta música es para bailar. Vamos, a bailar todos’ “, recordó Figueroa.

Y la gente respondió a ese llamado, según contó Figueroa, quien recordó la importancia de haber tocado luego en el Parrot Club, por espacio de tres semanas.

“Y de pronto hicimos esa conexión con la gente, con el público, cosa que no habíamos podido lograr antes. Eso nos definió. Y entonces en nuestras presentaciones comenzamos a dividirlas en dos partes: una de cantar y la otra de tocar tipo carnaval para que la gente bailara”, dijo Figueroa.

Con el tiempo y ya siendo un grupo definido y conocido, O Brasil logró hacer temporadas en algunos establecimientos, locales y hasta hoteles en el área de San Juan y lograron tener un tipo de público y seguidores muy particulares de la zona turística, además que algunos que otros jóvenes universitarios también eran fieles seguidores.

“Pero, no era, por decir así, un grupo de salsa, merengue, que estaban muy de moda en la época. Teníamos algunas limitaciones para presentarnos, no es que hubiese un montón de carnavales en Puerto Rico, es decir, O Brasil no era de fiestas patronales, verbenas, festivales, etc. Además, el grupo creció demasiado y ya era distinto poder manejar las cosas con la precisión y control que a mí me gustaba tener”, sostuvo Figueroa, que en sus inicios musicales también coqueteó con el rock and roll, que le apasiona.

Figueroa y su familia regresaron de Nueva York a Bayamón, pero luego nuevamente retornaron a la Gran Manzana. Allí, Roberto cursó el primer y segundo grado, antes de finalmente regresar a Puerto Rico y vivir en Bayamón, donde se crió. Su primera guitarra la encontró en un zafacón y solo tenía una cuerda.

“Pero, me las arreglé para sacarle algo de música. Ese fue mi inicio con la música”.

Figueroa es autodidacta musicalmente y lo mismo en la pintura como en el aprendizaje del idioma portugués para cantar sambas y bossa novas.

“Ni yo mismo me puedo explicar eso. No fue fácil sacar los arreglos y acordes de muchos números de samba. La música de Brasil es muy cercana al jazz, muy compleja en acordes y arreglos, pero es muy creativa, claro, destacando sus ritmos afrocaribeños”, indicó Figueroa, quien quedó fascinado por la música brasilera cuando tuvo acceso a una enorme colección de grabaciones de un amigo. Eso fue clave para que dedicara horas de estudios, a escuchar música, leer y a tocar la guitarra en la búsqueda de notas y acordes.

Este año 2024, el carnaval de Brasil será en sus dos tandas, desde el 10 de febrero hasta el 14. Ambos sambódromos, el de Río de Janeiro y Sao Paulo, recibirán miles de personas para sus carnavales, que celebran antes del inicio de la Cuaresma cómo símbolo de renunciar a comer carne a partir del miércoles de cenizas. Es una fiesta vinculada al calendario cristiano que originalmente estaba pensada como un período de excesos y desenfrenos antes de la Cuaresma, que es época de austeridad y abstinencia.

Hace par de años que O Brasil no se presenta públicamente en un escenario, por lo que Figueroa, en aras de revivir el proyecto (aunque un tanto más limitado), ya lo bautizó como O Brasil versión 2.0. Y la sala del Moneró Café Teatro y Bar en el Centro de Bellas Artes de Caguas (CBAC) será el lugar para que el 10 de febrero próximo, al igual que en Brasil, en Puerto Rico también haya su carnaval de la mano de O Brasil.

“Estaremos algunos de los músicos originales, pero no será un grupo tan grande. Ahora con la tecnología uno puede hacer maravillas musicalmente hablando. A mí siempre me gusta tener ese control de la calidad de lo que suena y su escucha, creo que esta versión va por ahí. La tecnología te permite tener una banda más reducida, pero que suena como un bandón. Uno se ahorra como diez músicos y hace lo mismo”, explicó Figueroa, autor de la célebre balada “Para decir adiós” (1977) que grabaran Danny Rivera y Eydie Gorme.

El músico lleva ocho años tocando y cantando en Carli’s Café & Fine Bistro en San Juan. Su propietario, Carly Muñoz, es un reconocido pianista y jazzista boricua que formó parte de la agrupación estadounidense The Beach Boys. Allí, Figueroa canta bossa novas los lunes, miércoles y jueves, y los sábados hace rock de los 60 con el artista Gilberto Alomar.

“Es otra de mis pasiones, el rock, y me gusta lo que hago, lo disfruto”, indicó.

Roberto Figueroa, Giselle Solís (cantante y guitarrista) y Ana Baiana (cantante y tecladista) son parte de los miembros originales de la banda y estarán en el evento junto al saxofonista y percusionista Juan Meléndez, al exbaterista del grupo y ahora percusionita David Ruiz y el joven baterista Reinel López, a quien Figueroa cataloga como un virtuoso de la música brasilera. También habrá invitados especiales. Naphis Torres, mantenedor del programa radial “Brasil musical”, será el presenador.

Así que, aprovechando las fechas en que se celebra el famoso carnaval de Brasil, Moneró se vestirá con el tradicional colorido característico de esas fiestas y para tener lo mejor de sus ritmos pondrá su escenario a disposición del grupo boricua que ha difundido esa música desde los ochenta con el show “O Brasil fiesta-concierto de samba”.

“Se puede sambear una bossa nova y bossanoviar un samba, y de eso vamos a tener mucho esa noche”, comentó Figueroa, fundador del grupo, quien exigió preparar el salón con espacio para que el público pueda bailar y disfrutar plenamente de la música de lo que se conoce como el carnaval más grande del mundo. De hecho, el espectáculo tendrá dos partes, la segunda de ellas preparada especialmente para que la gente baile.

El salón del Moneró es un lugar perfecto para que O Brasil pueda revivir esa nostalgia como grupo musical para el deleite del público, opinó Figueroa, quien además indicó que rendirán homenajes musicales a dos de los miembros originales ya fallecidos, Héctor “Atabal” Rodríguez e Irvin García.

Los boletos se consiguen en ticketera.com.