La estrella estadounidense Madonna compensó anoche a los puertorriqueños por una prolongada espera que duró más de dos décadas, al presentarse ante casa llena en el Coliseo de Puerto Rico José Miguel Agrelot, en San Juan.

Ella misma reconoció que fue demasiado tiempo, y enfatizó en ello en varias ocasiones durante las dos horas y media que duró el primero de dos conciertos que presentará en la Isla como parte de la gira "Rebel Heart", que arrancó el pasado 9 de septiembre en Montreal, Canadá.

"¡Boricua! ¿Cuántos años han pasado? ¿22? ¿23? ¿23 malditos años? ¿Por qué tardó tanto tiempo?", manifestó la intérprete de "Deeper and Deeper", en inglés.

"No es muy bueno", agregó en español. "Es bien triste haberme demorado tanto", continuó en su idioma, luego de entonar los primeros seis temas de un repertorio de 23.

En términos escénicos, Madonna demostró que a sus 57 años sigue siendo la "Reina del Pop" al ofrecer un espectáculo vistoso, matizado por su acostumbrada rebeldía y desenfado, y en el que resaltaron complejas acrobacias y coreografías al estilo "Cirque du Soleil".

A pesar de su impresionante propuesta, la artista no logró enardecer a los miles de fieles fanáticos que esperaron 23 años para reencontrarse con ella o para verla por primera vez. El ánimo de los puertorriqueños no se sintió en el citado recinto, quizás porque el cansancio y el sueño venció a muchos tras un retraso de tres horas o, tal vez, porque a nivel musical no logró convencerlos con el repertorio, dominado por canciones de su último álbum "Rebel Heart".

El concierto comenzó a las 11:00 p.m. con la canción "Iconic" de su producción más reciente, precedida por un video en el que la madre de cuatro hijos aparece manchada con sangre, enjaulada, con un vestido sexy y abrigo de piel. En las imágenes también apareció el exboxeador Mike Tyson. Madonna salió de una cárcel que descendió desde el techo del escenario. Abajo, la esperaba un ejército de bailarines con uniformes de la milicia asiática.

La irreverencia de la cantante quedó manifestada en temas como "Holy Water" y "Vogue", donde interactuó con bailarinas vestidas en ropa interior y con velos de monja, que bailaban en tubos con terminales en forma de cruz, y donde se subió a una de ellas mientras cantaba y giraba, desde algunos pies de altura. Otra alusión religiosa lo fue la recreación de la Última Cena, en la canción "Devil Pray".

El ambiente tomó un matiz más nostálgico cuando la diva entonó sobre un carro viejo "True Blue" en el ambiente de un taller de mecánica. Esa melodía no la interpretaba desde finales de la década de 1980. Más adelante, siguieron éxitos como "Deeper and Deeper" y "Like a Virgin", en la que por primera vez se escuchó cantar al público un tema de principio a fin.

La influencia de la cultura española tuvo su lugar en el show, a través de temas como "La isla bonita", "Dress You Up" y "Living for Love", en las que se empleó el uso de guitarras acústicas, cajones y maracas.

Del mismo modo, aludió a la década de 1920, con arreglos, vestuario y coreografías inspiradas en el estilo de "Great Gatsby" en melodías como "Music", "Material Girl" y "Candy Shop", y demostró sus dotes para cantar en francés, en una interpretación de "La Vie en Rose", en la que se acompañó del ukulele.

La jornada cerró con "Unapologetic Bitch" y "Holiday", cuando  Madonna se despidió con la bandera de Puerto Rico colgada de su cuello y se paseó con ella unos segundos a través de la pasarela que le permitió al público tenerla más de cerca, dejando atrás de esta forma, su controversial gesto de 1993 cuando frotó el símbolo patrio entre sus piernas.

La "Reina del Pop" se volvió a presentar en Puerto Rico tras 23 años de ausencia.