Hasta el 2010, la atracción de Sarodj Bertin por el escenario era solo un juego. Desde niña le divertía que la aplaudieran, no le temía a estar frente a un público y a temprana edad debutó en el modelaje. No veía la música ni la actuación como algo más que un pasatiempo.

Lo que siempre tuvo presente era su deseo de participar en el certamen de belleza internacional Miss Universe. “Desde niña veía todas esas mujeres hermosas gritando con fuerza el nombre de su país y no veía a la haitiana. Yo quería ser esa chica que pudiera, frente a millones de personas, mostrar orgullosamente las bellezas de mi país, hablar de las partes positivas de mi país y por un tiempo pensé que no se me iba a dar porque no hacían el concurso”.

La joven, natural de Haití, había completado una maestría en litigio de negocio y derecho internacional y se encontraba trabajando cuando volvió a realizarse el certamen de belleza en su país, y no dudó en renunciar a todo para ir por la corona. La logró en el 2010, cuando se convirtió en Miss Haiti Universe.

“Es una de las experiencias más bellas de mi vida, pero también es una de las experiencias que cambió mi vida. Fue un giro de 180 grados, porque antes de Miss Universo no tenía planes de cantar, de actuar, de trabajar en televisión. Para mí todo esto del mundo del entretenimiento era un hobby, no era una carrera. Entonces, después del concurso, con la popularidad que obtuve, las ofertas de trabajo que me hicieron, comencé a darme la oportunidad de descubrir nuevas pasiones”, recordó del inicio de su carrera artística.

Inició entonces un nuevo camino que la llevó a estudiar actuación a Los Ángeles, California, luego a trabajar en la televisión y radio en República Dominicana. A la par, entrenó su voz con clases de canto hasta enamorarse de su propia voz.

“Fue creciendo esa llama en mí por la música. Antes de eso no tenía la menor idea que me gustaba la música o que quisiera ser cantante”, dijo.

Sarodj, de 34 años, se maneja ahora entre la música y la filantropía. Durante su reinado creó la fundación Sarodj For Purpose, con la que ayuda a menores huérfanos. Esta labor social la heredó de su madre, Mireille Durocher, una abogada que fue asesinada por oponerse al gobierno del expresidente de Haití, Jean-Bertrand Aristide.

“Mi vida filantrópica es algo que nunca va a cambiar. Independientemente de a qué me dedique en la vida. Para mí los niños son una de mis prioridades y siempre lo van a hacer. El derecho, pues, no trabajo en una oficina de abogados desde antes del Miss Universo y el derecho sigue siendo parte de mí y sigo teniendo el conocimiento y creo que forma parte de mi carácter. Sin embargo, no pienso trabajar en una oficina de abogados”, afirmó, también apasionada de la actuación.

La intérprete del sencillo a ritmo de reguetón, “Una noche”, en colaboración con Kiko “El Crazy”, aspira a “hacer historia” a través de la música, especialmente para resaltar el talento de su país. “A medida que vaya creciendo, la música también me va a volver una voz más grande para mi pueblo”, afirmó.

Quiero que mi música suene hasta en Japón. Quiero que todo el mundo me escuche y sepa que soy haitiana”

-Sarodj, intérprete pop urbano

La nueva cantante debutó en el 2019 con el tema “No me dejes sola”, que grabó con Mozart la Para, y luego presentó otros tres temas, “Bla, bla, bla”, “Mi guerrera” (balada dedicada a la memoria de la madre) y “Como me muevo”. El más reciente, “Una noche”, estrenó el pasado febrero.

“Estoy trabajando muchos colores y muchos estilos, donde traigo un poquito los sonidos de la música haitiana a la música urbana latina. Lo que quiero es crear. Cuando entro a un estudio, para mí la música es magia”, expresó.

Creció sin rencor

Sarodj perdió a su madre una semana antes de cumplir nueve años. La recuerda rodeada de los niños y niñas que llevaba a compartir al hogar familiar antes de ser adoptados.

“Mi madre trabajaba con un orfanato y mi casa era como un guest house donde los niños, antes de irse con su familia, pasaban un tiempo con nosotros. Mi madre los ayudaba, los vestía, los educaba, les enseñaba a comer la misa, pasaban tiempo con nosotros para que se adaptaran a su familia cuando fueran al exterior. Entonces siempre viví con niños huérfanos desde mi infancia”, compartió.

El asesinato de la madre fue uno político, aseguró. Se dio después de aceptar postularse a la presidencia de Haití siendo una opositora del gobierno de Aristide.

“Realmente todavía no hay un culpable. Quedó impune. Hubo dos o tres personas que fueron apresados para investigación, al final no inculparon a nadie”, lamentó. “Pude entender desde muy pequeña que estas cosas que habían ocurrido en mi vida no eran algo personal. No fui una niña que crecí con odio o con rencor. Más bien crecí agradecida de que al menos tenía a mi padre, que tenía mis hermanos, y creo que atarme a ese positivismo, a esa pequeña luz que me quedaba, que era el resto de mi familia, fue lo que me permitió crecer como una niña feliz, porque si me hubiera atado al rencor, al odio, sería una persona totalmente diferente en el día de hoy”.