El Tribunal federal en Puerto Rico les prohibió a los exintegrantes de La Selecta volver a tocar e interpretar en territorio estadounidense las canciones de Rafael “Raphy” Leavitt-Rey –fundador de la orquesta en 1971– sin licencia o autorización.

El paso viernes culminó el pleito judicial, que duró casi cuatro años, para que se respetaran los derechos de autor de las composiciones de Leavitt por parte de los exintegrantes de su orquesta.

El juez Raúl M. Arias-Marxuach falló a favor de la sucesión del cantante y ordenó a los exintegrantes y músicos de La Selecta a pagarle a los herederos la suma de $50,000. Además, la sentencia decretó la destrucción de cualquier grabación, copia o reproducción no autorizada de las canciones de la autoría de Leavitt-Rey.

La abogada Maristella Collazo-Soto explicó en declaraciones escritas que la demanda se radicó por violación a los derechos de autor para evitar el uso no autorizado de las composiciones de Leavitt y, con ello, el menoscabo del enorme legado del compositor y músico.

“Este caso sienta un gran precedente a nivel local e internacional en torno a la protección de los derechos de autor y le deja saber a la industria de la música y el entretenimiento que los derechos de autor están protegidos por ley y que dicha protección va por encima de cualquier uso y costumbre e interés personal”, sostuvo Collazo-Soto.

Jíbaro Soy, El Buen Pastor, Amor y Paz, Difícil De Olvidar y La Cuna Blanca, son algunas de las canciones que marcaron, no solamente la trayectoria de Raphy Leavitt sino la historia musical de Puerto Rico durante más de cuatro décadas, canciones que están protegidas por los derechos de autor y, como tal, requieren una licencia previo a interpretarse públicamente.

Luego de la inesperada muerte del prolífico músico en el 2015, la viuda, María Barreto, y sus hijos se percataron de que los exintegrantes de La Selecta estaban tocando la música y las canciones de Leavitt-Rey, quien dirigió la agrupación por más de 40 años, sin haber solicitado licencia o autorización.

“En la víspera de su operación, el último deseo de Leavitt, según expresado a su esposa María Barreto, fue que la orquesta no continuara tocando hasta que él se pudiera incorporar nuevamente debido a que sus canciones eran su vida”, añadió Collazo-Soto.

Tras su fallecimiento, la familia alega que buscó negociar y lograr un acuerdo legal para que, si los exintegrantes de la orquesta querían interpretar las canciones, pudieran hacerlo de acuerdo a las disposiciones de la ley. Sin embargo, al no lograr un acuerdo, buscaron protección legal.

La sucesión de Raphy Leavitt espera que, luego de concluido este proceso, la música su música pueda volver a escucharse en Puerto Rico.

“Este triunfo legal para los herederos de Raphy Leavitt representa mucho más que el que se le haga justicia a una familia, ya que de ahora en adelante muchos otros músicos e intérpretes usarán este ejemplo y solicitarán los debidos permisos a la hora de interpretar composiciones de otros autores”, concluyó la licenciada.