Los intérpretes de música sacra Samuel Hernández y Marcos Witt no lograron llenar las butacas del Coliseo de Puerto Rico, ni siquiera en su modalidad más pequeña (teatro). Pero aun así, pueden considerar que su concierto anoche fue todo un éxito, pues sí lograron llenar las almas de las miles de personas que fueron a escucharles y que alabaron al Señor con las manos unidas.

Samuel, como anfitrión del evento, fue el primero en subir al escenario, tras una breve pero potente presentación de apertura a cargo del joven Misael Roldán. Desde su tema de entrada, Cristo vive, Hernández exhortó al público a demostrar su fe “cantando, bailando, saltando o gritando”, sugerencia que fue acogida por la audiencia.

Entre canción y canción, el artista oró por la familia, por la sanación y hasta por las finanzas de los puertorriqueños.

“Vengo a repartir cartas esta tarde, pero no para despedirte. Es para aumentarte el sueldo, las cartas dicen que vas a pasar a un próximo nivel de gloria”, expresó Samuel, quien decretó un mejor año para el pueblo de Puerto Rico.

Sin duda, el momento más emotivo della intervención de Samuel, que tuvo una duración de hora y media, fue la interpretación de su “himno” Levanto mis manos, durante la cual todo el público se puso de pie con sus manos agarradas y apuntando hacia el cielo.

“¡Este es el Puerto Rico que yo conozco!”, exclamó conmovido el cantante. “Ésta es la diferencia entre un concierto cristiano y uno secular: es la presencia divina, son los milagros”, añadió.

Hernández se despidió con los temas Niños especiales, junto a un coro de niños vestidos de blanco; Por si no hay mañana, a dúo con su hijo, Samuelito; y en un final de fiesta, Grande es el Señor.

Tras un intermedio de 15 minutos, le tocó el turno al cantante texano Marcos Witt, quien inició su propuesta con puro rock pesado, distanciándose así del estilo más tradicional de su colega boricua, algo que también demostró en su simpática personalidad al conversar con la audiencia y hasta lanzar el grito “¡Cristo en la casa!”, como hacen los exponentes de hip hop o reguetón.

“A los cristianos hay dos cosas que nos gusta mucho hacer: la primera es comer y la segunda es cantar. Una vez un periodista me preguntó por qué los cristianos cantamos tanto, y yo le dije: ‘porque cuando la gente está enamorada canta, y los cristianos vivimos enamorados de Jesucristo’”, compartió el pastor, quien invitó al público a “alabar a Dios con los dedos”, mientras entonaba una compilación con arreglo gospel de esos clásicos coritos que se cantan en todas las iglesias, sin importar la denominación religiosa.

Al cierre de esta edición, Witt apenas iniciaba su repertorio de unos 14 temas. Además, se esperaba el junte entre ambos artistas en el cierre con Dios ha sido bueno.

Con la misma pasión

En una breve conferencia de prensa antes del concierto, Samuel Hernández y Marcos Witt aseguraron no sentirse decepcionados ante la poca asistencia que tuvo ayer el evento, que inicialmente había sido programado para octubre y que fue pospuesto para esta fecha.

“Todos los conciertos son diferentes. El otro día fui a Venezuela a cantar, esperaba ver tres mil personas y habían cien mil. A veces me llaman para orarle a un enfermo y pienso que van a haber 50 personas, pero sólo está una viejita sola con cáncer, y yo le canto con la misma pasión. El tiempo que Dios nos va a dejar vivir hoy va a ser histórico, independientemente de la cantidad de personas que hayan”, argumentó Samuel Hernández.

Marcos Witt, por su parte, invitó a los puertorriqueños a “atacarse menos y apoyar la unidad”. “Esta noche quiero levantar la bandera de la unidad, y declarar bendición y vida eterna sobre esta Isla”, expresó.