Durante muchos años, Myriam Ivette Arroyo Maldonado soñaba con certificarse como artesana, pero no sabía cómo lograrlo hasta que se atrevió a tomar unas clases de mosaico y desde entonces descubrió una nueva pasión.

La vegalteña de 67 años, oriunda del barrio Maricao, se deleita en la confección de su obra tridimensional en la que plasma estampas tradicionales e icónicas estructuras, hechas con alambre, piedra y cristal.

“Jamás pensé que iba a esto y ahora doy clases de mosaico y he tenido exposiciones en varios lugares, como la biblioteca de San Juan”, confesó la también madre de tres hijos.

Arroyo Maldonado trabajó por cuatro décadas en una empresa de manufactura. Luego, se interesó por el arte popular, por lo que “cogí un curso hace muchos años en San Juan con Karen Arocho de bisutería, pero me quedé ahí”.

Concepción es pintor, decora sombreros y pinta sobre higueras.
Concepción es pintor, decora sombreros y pinta sobre higueras. (WANDA LIZ VEGA)

“Yo quería ser artesana, pero no sabía cómo. Vine a Vega Alta con una maestra artesana, entonces cogí las clases con ella y luego me fui a coger clases de mosaico en Río Piedras, con Luis Alberto, un maestro en la calle Del Parque (en Santurce) que es tremendo mosaiquista”, relató.

“Yo quería certificarme también en mosaico y lo logré. Mi primera obra fue una mariposa”, sostuvo al señalar que mientras trabaja, “yo me entrego. Para mí, ir al taller es como una paz, una tranquilidad. Me meto en el taller a trabajar y me olvido del mundo entero”, apuntó.

Entre los temas presentes en sus piezas, resaltan la Iglesia de Piedra de Camuy, la Central Carmen en Vega Alta, el Viejo San Juan y otras ilustraciones sobre la bandera puertorriqueña, el flamboyán y la vida marina. Igualmente, Myriam trabaja otros renglones artesanales como la joyería en distintos materiales.

“Hago obras pequeñitas, pantallas, prendas en cristales, pulseras, alambres, resina con arena y desechos de mar que, es el vidrio que el mar descarta. Tengo collares, sortijas y otras piezas en ‘stainless steel’. Hago llaveros en resina”, resaltó.

“También hago otros trabajos con distintos tipos de arena, por ejemplo, esta arena negra es de playa de Barceloneta, está la arena de Tortuguero que es blanca y la de Vega Alta. Hago los caracoles que son desechos de mar, hago resina y trabajos en cristal”, agregó mientras mostraba algunos diseños.

Tanto ha sido el entusiasmo descubierto en la elaboración de artesanías que Myriam contagió a su esposo, Fidi Alberto Concepción, para que se sumara a su operación, elaborando su propia propuesta.

No obstante, el hombre de 70 años está conectado al arte desde su niñez, a través de la pintura y el dibujo.

“He sido artista plástico toda mi vida. Mis primeros juguetes eran de arte, porque mi familia veía que mi inclinación era el arte y me empezaron a comprar libretas para que yo me manifestara. Pero cuando estaba en escuela elemental, todos los maestros me ocupaban y yo les hacía todos los trabajos… mapas a mano sin proyector, porque no existía para ese entonces”, aclaró.

“Ahí fui desarrollándome, pero poco a poco, cuando vi que era algo lucrativo para mí, empecé a hacerle los proyectos de feria científica a los estudiantes. Yo mismo generaba el dinero para comprar los materiales de arte y seguir desarrollándome y me pulí en lo que me faltaba que era el óleo, con el maestro español José Azaustre”, agregó.

De hecho, Fidi quiso plasmar su huella en la ciudad donde creció y, por eso, pintó un impresionante mural en la parte frontal de la Plaza del Mercado que, bautizó como Génesis.

Del lienzo al arte popular

La pasión que imparte Myriam en sus trabajos provocó que su esposo Fidi, se entusiasmara y decidiera expresarse a través del arte puertorriqueño.

“Soy pintor, pero fue ella que me inspiró en la artesanía. Cada uno manifiesta su sensibilidad en el arte y, en mi caso, la expresamos en coco e higüera. Pero esto lo usamos como una terapia. Nos sentimos muy bien, como dos chamaquitos de 15 años”, apuntó al mencionar que su matrimonio con Arroyo Maldonado lleva una década.

De hecho, según Fidi, “a veces nos damos sugerencias porque confiamos en la crítica constructiva de cada uno. Eso nos hace crecer”.

Cabe destacar que la entrevista a esta pareja de virtuosos se efectuó en la Casa del Artesano en Vega Alta, ubicada en el casco urbano.

De acuerdo con Yashira de Jesús Hernández, directora de la Oficina de Cultura y Turismo Municipal, “esta estructura fue el antiguo parque de bombas, tiene 14 años”.

“Aquí damos clases artesanales, de manualidades, entre otros cursos, en renglones de joyería artesanal, resina artesanal, repujado en metal, entre otras”, concluyó.

Para detalles del Taller de Myriam y Fidi, puede llamar al 787-631-9732 o 787-904-3041.