Por casi cincuenta años, don Ángel Torres Luna se ha dedicado a trabajar la madera del guayacán creando hermosos pilones, vistosos ceniceros y cofres para prendas, en un oficio que comenzó como un pasatiempo para mitigar los recuerdos de enfrentar los sinsabores de una guerra.

Este hombre -veterano de guerra- encontró en la tornería más que un oficio, una verdadera pasión. “Yo empecé como un ‘hobbie’ y mi compadre que era maestro artesano me ayudó. Recordé que el abuelo mío era maestro de obra y de chiquito yo le preguntaba una que otra cosa cuando lo veía hacer eso”, dijo el hombre de 81 años.

Con un carácter afable, don Ángel contó que poco a poco se fue enamorando de este arte invirtiendo horas en la búsqueda de la madera del guayacán; luego torneando la pieza y limpiándola hasta el producto final. “Yo le invertía tres o cuatro horas al día para despejarme la mente; y así empecé, hice pilones pequeños como éste, medianos y grandes. Del color de la madera o cuando encuentro un guayacán negro los hago negros también como éste”, explicó mientras mostraba algunos de los pilones que con amor guarda como evidencia memorable de esta vocación.

Don Ángel muestra una de las piezas hechas por él.
Don Ángel muestra una de las piezas hechas por él. (Isabel Ferré Sadurní Photography)

Aunque laboró por muchos años en la Administración de Veteranos, la madera y los pilones se convirtieron en los protagonistas de la faena diaria de don Ángel, hasta lograr el permiso de artesano otorgado por la Compañía de Fomento Industrial.

No obstante, la dedicación y esmero con las que presentaba sus creaciones lo hizo merecedor del reconocimiento público, convirtiéndose en el primer artesano de pilones de este pueblo. “Sin querer me convertí en un artesano de encargo. Venía la gente por ahí a pedirme que hiciera pilones y así seguí, haciendo muchas cosas con el guayacán además de los pilones. Y de momento, tenía un montón de pedidos”, dijo el hombre acompañado por su esposa Luisa Rodríguez Madera, testigo inherente de todos sus años de faena.

La intuición como aliada

“Yo trabajo por intuición. Empiezo a trabajar la pieza, sigo ahí trabajándola hasta que siento que la pieza me dice: ‘hazme esto’ y yo hago lo que la pieza me dice. Y ahí sale el producto”, destacó don Ángel, padre de tres hijos.

Aunque ha enfrentado retos en la moldura de la madera, su trabajo no se limita a los pilones; también realiza cruces en madera para las festividades religiosas como Semana Santa y otros pedidos que los clientes les solicitan.

Antes de padecer condiciones cardíacas, don Ángel salía a diario a buscar la materia prima para sus creaciones, pero desde hace algunos meses limita a una salida la tarea de buscar todo lo necesario para forjar la madera en el improvisado taller que mantiene en el patio de su residencia. “Yo tengo que ir todo un día a buscar guayacán. Me llevo otra persona porque el guayacán pesa; los corto, los monto en la guagua para entonces regresar. Hay guayacanes que están torcidos, entonces tengo que enderezarlos y hasta darles forma”, manifestó el octogenario que ha elaborado piezas como copas para bodas, ceniceros, candelabros y cofres, entre otros.

Con su singular carisma, don Ángel aseguró que en los cincuenta años de faena ha realizado miles de pilones y otros cientos piezas de madera cuyo valor monetario es secundario para él. Sus pilones, según el tamaño, pueden alcanzar un valor máximo de $400 y un valor mínimo de $70.00, dependiendo de la madera, el tamaño, el detalle y terminaciones.

Una cruz y un pilón hecho por el artesano con maderas de guayacán y caoba.
Una cruz y un pilón hecho por el artesano con maderas de guayacán y caoba. (Isabel Ferré Sadurní Photography)

Don Ángel participa regularmente en las ferias de artesanía que promueven las agencias gubernamentales y otras instrumentalidades, pero lamenta que el público no puede ver el proceso de tornería, demostración necesaria para que entiendan el valor de sus trabajos. “Es difícil hacer las demostraciones porque las revoluciones del torno son de cerca de 1,200 revoluciones por minuto y eso es peligroso. Además, bota mucha cachispa y eso puede dañar a los artesanos que están al lado. Mucha gente no sabe el proceso y no entiende el valor de ese trabajo”, destacó.

Para información de los productos artesanales, puede llamar al 787-608-3793.