A Roberto Antonio Cortés Santiago se le ocurrió confeccionar un pandero gigante, tras mirar la tela que intentaba acomodar en uno de los trabajos del maestro Antonio Martorell, con quien trabajó por espacio de 22 años enmarcando sus obras en el Taller Alacrán.

Entonces, el cayeyano pidió a un amigo curtidor de pieles que consiguiera el cuero de una vaca -el que midió siete pies-, pero el reto no fue montarlo en una impresionante anilla de madera y metal, sino lograr que el instrumento sonara.

No faltaron aquellos que intentaron desanimarlo, aunque Roberto sabía lo que hacía, así que decidió enviar su hazaña al Libro de Récords Guinness ya que su primer instrumento musical midió seis pies con dos pulgadas y 14 pulgadas de ancho.

Un año después, hizo historia y todavía nadie ha superado su récord con el pandero más grande del mundo, certificado el 14 de octubre de 2010.

A casi 12 años del récord, don Roberto Antonio recuerda su gesta y cómo logró escribir su nombre en el codiciado registro mundial.

“Soy artesano autodidacta y aunque era mi primer instrumento musical que hacía, sabía que estaba haciendo algo distinto. Así que envié la solicitud a Guinness, pero luego me enviaron una lista de como 10 requisitos que debía cumplir, entre estos, que el instrumento sonara”, expresó el artista de 72 años.

“Lo más difícil fue organizar las tres actividades con músicos y público. Pero probé que sonaba; conseguí a un grupo de músicos de Cidra y entonces, ellos vinieron, vieron el instrumento e hicimos un trato. Durante la actividad, tuve la experiencia con cinco músicos tocando el mismo instrumento y haciendo diferentes instrumentos en uno solo: seguidor, punteador”, expresó el vecino del sector Pepe Hoyos en el barrio Montellanos de Cayey.

Así que completó las peticiones y cuando estaba exponiendo la obra en Caguas, recibió la gran sorpresa: su pandero había escalado a la primera posición como el instrumento más grande en su especie, a nivel mundial.

Pero la hazaña no quedó ahí, sino que Cortés Santiago siguió elaborando otros instrumentos tales como barriles de bomba, congas, bongós, chéquere, tambora, cencerro, güiro y güira. Todos en tamaños gigantescos.

Otros instrumentos creados por el artesano.
Otros instrumentos creados por el artesano. (XAVIER GARCIA)

“Después de ahí, seguí construyendo las congas, los barriles de bomba; yo trabajo mucho cedro y capá. El pandero gigante es culpable de que existan sobre 15 instrumentos más, todos funcionales. Este estableció la norma de que, si no sonaba, no sirve. Todos funcionales con el sonido del instrumento que están representando”, afirmó.

De hecho, Roberto hizo una torre de panderos de diferentes tamaños y formas.

“La torre de los panderos es una torre que exhibimos en Cidra en 2015, son panderos con diferentes formas. Hay panderos en PVC, hay panderos de ocho o seis lados, otros que se hacen en el torno, algunos segmentados. Son como 10 o 12 distintos tipos de panderos”, manifestó.

“Se les pone diferentes cueros, por ejemplo, estos tienen cuero de vaca que es más suavecito. Se usan más para lugares cerrados porque el sonido no es tan gritón como el cuero de chivo”, reveló.

Por otro lado, el artesano reveló una serie de experiencias al exponer su pandero que describe como una obra sanadora.

“Un doctor me dijo que el pandero era tan grande que las personas sordas iban a poder escucharlo. En el 2014, tenía una exhibición en Cidra con todos los instrumentos y llegó un grupo de siete niños sordos. Siempre se me quedó esa espinita y mientras hablaba, hice un toque y los nenes reaccionaron. Las manitas de esos nenes tocando eso, es como si hubiese llegado la Navidad”, expuso con emoción al recrear la imagen en su memoria.

“De hecho, en la exposición de Caguas fui atrevido y mandé a hacer el catálogo en Braille para que las personas ciegas pudieran apreciarlo. Llegó una señora con el esposo que es músico y se quedó ciego. Estaba con depresión. Cuando ella me dice lo que ocurre, lo tomé por la mano y lo llevé hasta pandero gigante; el señor se me tiró encima y me dijo que lo había hecho el hombre más feliz del mundo. Eso se me quedó”, confesó.

Cabe destacar que, los músicos hacen reverencia al pandero en señal de respeto.

Igualmente, recordó que, en una ocasión, cuando exponía los barriles de bomba gigantescos, llegó don Rafael Cepeda, “y yo me asusté porque pensaba que me iba a poner los barriles de sombrero”.

“Estoy exhibiendo en Carolina, llegó el viejo Cepeda que vino para acá y me dice: ¿Maestro, puedo? Y comenzaron esos dos individuos, él y su hijo empezaron a tocar. ¡El viejo Cepeda tocó estos barriles! Para mí fue algo demasiado grande”, esbozó.

Mientras tanto, el cayeyano disfruta creando obras únicas, entre estas, pinturas de temas costumbristas e impresionantes marcos que, en sí, son piezas espectaculares.

No obstante, duda que vuelva a someter a Guinness sus otros instrumentos pues el procedimiento es complicado y costoso. Aunque está seguro de que son también dignos de récords.

“Todos están clasificados como esculturas, únicas en su género, porque son esculturas funcionales. Pero hasta ahora, nadie ha batido el récord del pandero”, sonrió.