Poco antes de la llegada de la pandemia de coronavirus, Isabel Allende enfrentó uno de los dolores más grandes de su vida: el fallecimiento de su madre. El martes, la autora chilena publica “Violeta”, una novela que empieza y termina con una epidemia y que recorre los últimos 100 años de historia a través del relato de una abuela inspirada en Panchita, la mamá de la escritora y una de las mujeres que más la marcó.

Violeta, una mujer fuerte que logra sobreponerse a innumerables obstáculos, va revelando detalles de su familia y pasiones amorosas a su nieto Camilo, a quien ha criado desde el día en que nació.

Ambientada sobre todo en la Patagonia chilena, pero con momentos en Argentina, Miami y Noruega, la novela aborda una amplia temática, desde el feminismo y los abusos verbales, las violaciones a los derechos humanos y la homosexualidad, hasta las pasiones amorosas, la infidelidad e incluso el calentamiento global.

A lo largo de sus casi 400 páginas repasa también los movimientos socialistas, el comunismo, las dictaduras militares en el Cono Sur y las democracias.

En esta imagen difundida por Ballantine, la portada de "Violeta" de Isabel Allende, en su edición en inglés. (Ballantine vía AP)
En esta imagen difundida por Ballantine, la portada de "Violeta" de Isabel Allende, en su edición en inglés. (Ballantine vía AP) (The Associated Press)

“Violeta, como mi mamá, era una persona, una mujer bella, sin tener mucha conciencia de su belleza. Era inteligente, visionaria, talentosa, con buenas ideas para hacer dinero”, asegura Allende, de 79 años, a The Associated Press en una entrevista por videollamada desde su casa en California. “Corre todos los riesgos, ya sea la vida amorosa y la vida que quiere hacer... pero la diferencia es que mi mamá siempre dependía económicamente de alguien”.

Entonces Violeta, la mujer que le dice a su nieto que su vida es digna de ser contada no tanto por sus virtudes como por sus pecados, es en parte la madre de Allende, ella misma y “mucho de imaginación”.

En la novela, que comienza en los tiempos en que nació Panchita durante la llamada gripe española de 1920 y termina en los años en que murió en la era del coronavirus en 2020, Allende recorre casi un siglo de vida de una mujer que nace en el seno de una familia chilena conservadora y adinerada, que cambia radicalmente cuando queda en la calle por la Gran Depresión.

La idea original del libro surgió tras la muerte de su progenitora a los 98 años. Sabiendo que ambas habían tenido una relación muy estrecha e intercambiado miles de cartas a diario, algunos amigos de Allende le sugirieron que escribiera un libro sobre la vida de su madre. La novelista estaba muy dolida emocionalmente y todavía no podía ver a la mamá con la distancia que necesitaba para escribir de ella.

Pasaron meses y, cuando se sintió más fuerte, comenzó “Violeta” inspirada en su madre, pero también con una marcada diferencia: la protagonista es una mujer que se sustenta a sí misma y a buena parte de su familia con sus negocios.

El libro se publicó hoy en Estados Unidos en español bajo el sello Vintage Español y en inglés bajo Ballantine de Penguin Random House. De manera simultánea se lanzó también en España, Latinoamérica y el Reino Unido, y más adelante llegará a otros países de Europa y Asia.

El personaje de Camilo, un nieto travieso y rebelde que Violeta tuvo que criar desde el mismo momento que nació y que luego se convirtió en cura, está inspirado en el sacerdote jesuita chileno Felipe Berríos del Solar, un activista social crítico de la iglesia que lucha contra la desigualdad y la segregación y que desde hace años es “muy, muy amigo” de Allende. La escritora le dedica el libro a él, a su hijo Nicolás y a su nuera Lori, “pilares” de su vejez.

Y de esas conversaciones entre una escritora que se describe como “completamente agnóstica y feminista” y un cura progresista, es que surgió Camilo, a quien su abuela Violeta confiesa admiración y le dice que es “el amor más profundo” y “más intenso” de su larga vida. De la misma manera que en la vida real, lo es para Allende su hijo Nicolás.

Tal vez por eso también es que gran parte de las anécdotas de la niñez del personaje son las de su hijo, quien tras haber hecho la primera comunión en un colegio religioso en Venezuela le dijo a Allende que no creía en Dios y no quería ir más a una iglesia, recuerda la escritora en la entrevista.

Violeta se ve marcada por la muerte: la de su madre; la de su hija Nieves, madre de Camilo (una joven drogadicta inspirada en Jennifer, una de las hijas del exesposo de Allende Willy Gordon); la de su institutriz Miss Taylor, y la de Roy, uno de sus amantes.

La propia escritora vivió en carne propia la muerte de su hija Paula en 1992, a los 29 años, y eso en parte la ayudó con el personaje.

“Ese dolor terrible de ver morir a tu hija lo pude describir porque lo había vivido”, asegura Allende, quien en 1994 publicó el libro de memorias “Paula” en honor a su hija.

Junto con el tema del amor, la violencia, la fortaleza de la mujer y la ausencia de los padres, el de la muerte es un tema que se repite en los libros de Allende, desde “La casa de los espíritus” hasta “Largo pétalo de mar”. Esta vez, el mensaje que quería dejar era uno que vio cuando su madre fue envejeciendo y quedándose sin amigas y sin sus seres queridos.

“Una cosa importante de la vejez, de la ancianidad, son las pérdidas. ¡Cuántas pérdidas! Se te muere todo”, dice la escritora mientras reflexiona sobre la experiencia de su madre, que falleció a los 98 años. “Eso era importante que quedara claro en el libro, que mientras más vives, más pierdes”.

Para Allende, la autora viva de lengua española más leída del mundo, la pandemia de coronavirus ha sido una oportunidad. Lejos de viajes y giras mundiales de promoción, ha ganado el tiempo que necesitaba para convertir más historias en libros. Aunque el martes publica “Violeta”, su segundo libro en pandemia después del de no ficción “Mujeres del alma mía”, ya tiene lista un tercero: una novela sobre refugiados que está en proceso de traducción. Y como lo hace cada año, el 8 de enero empezó a escribir uno nuevo.

“He tenido tiempo, silencio y soledad para escribir”, asegura la escritora, expresándose agradecida de que en su familia nadie haya enfermado de COVID-19. “Tal vez siempre tengo historias, no necesito la inspiración; lo que necesito es el tiempo para escribir”.