En 1961, Viviana Benítez, junto a un pequeño grupo de niñas y adolescentes de Guaynabo asumieron el reto de formar una sororidad que pondría gozar al pueblo con música festiva y buenas coreografías. Sus uniformes bien planchados, movimientos coordinados de pies y manos y sus malabares con una vara corta y final que las ayudaba a mantenerse en ritmo ayudó a que el nuevo conjunto fuera parte de las atracciones culturales no solo de la Ciudad de Conquistadores, sino de Puerto Rico.

Sesentidós años después, las Batuteras de Guaynabo y su Banda se colocan como parte del patrimonio histórico de la Ciudad de Cinco Estrellas y llegan a este 2024 con nuevas energías para seguir sumando triunfos

a esta agrupación que ha impactado diversas generaciones de familias en el municipio.

Deliris Ramos, quien se integró a la familia batuterista en 1979, está a cargo de esta nueva era de niñas y jóvenes que forman parte de una comunidad donde la hermandad, la disciplina y el gozo son las claves del éxito. Incluso, su hija Giuliana Brache se encuentra como una de las líderes de la formación de niñas y jóvenes.

Giuliana Brache, joven líder de las Batuteras, posa junto a su madre Deliris Ramos, quien funge ahora como la coordinadora de la organización sin fines de lucro.
Giuliana Brache, joven líder de las Batuteras, posa junto a su madre Deliris Ramos, quien funge ahora como la coordinadora de la organización sin fines de lucro. (Josian Bruno Gómez)

“Toda mi familia ha estado en las batuteras, mi mamá fue presidenta de las batuteras, mi hija está en las batuteras. Esta ha sido mi vida. No solo aprendes cultura aquí, tú aprendes a ser una familia, aprendes a tener valores, a tener disciplina. Todo el mundo que ha pasado por aquí se beneficia eso. Nosotros creamos líderes”, expresó Ramos.

Con 10 batuteras en fila y la banda bajo reconstrucción, la coordinadora de las Batuteras de Guaynabo y su Banda busca agrandar el conjunto con nuevos integrantes que se unirán pronto a las ofertas culturales que se lleven a cabo luego de tres años de inactividad de sus actividades debido a la pandemia del COVID-19.

Recientemente, sobre 15 niñas nuevas se unieron a la agrupación, donde conocerán sobre la historia del icónico grupo y aprenderán distintas destrezas esenciales para dominar el arte batuteril.

Un grupo de nuevas niñas se ha integrado a las batuteras, lo que promoverá la extensión por más tiempo de la famosa organización.
Un grupo de nuevas niñas se ha integrado a las batuteras, lo que promoverá la extensión por más tiempo de la famosa organización. (Josian Bruno Gómez)

“Hay muchas niñas que han llegado aquí que no tienen nada de experiencia, ni en baile ni nada, y las hemos preparado tanto que hasta han salido en actividades grandes. Hemos atendido hasta niñas con cero coordinación y esto les ha ayudado muchísimo. Esto es algo bonito, verlas cómo van desde cero y empiezan a manejar la batuta y desarrollan esa coordinación. Ellas no necesitan saber, solo que se unan”, expuso la exbatutura durante una práctiva en el párking del Centro de Bellas Artes de Guaynabo, donde las chicas veteranas se encontraban por primera vez con las nuevas niñas que entraron a la organización.

Sin embargo, como todo en Puerto Rico, mantener la cultura viva se ha vuelto una hazaña cuesta arriba, por lo que también se encuentran en la búsqueda de auspiciadores para cubrir los gastos de uniformes e instrumentos musicales de esta composición.

“Estamos adoloridos, porque aunque tenemos respaldo del Municipio de Guaynabo, desde la pandemia no recibimos la misma cantidad de fondos que se nos concedía en el pasado”, explicó Ramos.

Es por eso que José Aquino, presidente del Consejo de Padres de las Batuteras de Guaynabo y su Banda, se integró una vez más al organismo en mayo de 2023 para ayudar a buscar auspiciadores y reorganizar los esfuerzos que se dejaron atrás por la emergencia de salud pública que golpeó al mundo.

“Queremos que este legado continúe y eso es lo que estamos haciendo”, expresó Aquino, quien sostuvo que las inversiones a realizar en esta nueva etapa son la compra de nuevos uniformes de gala -que se realizan a la medida-, las botas “Majorette” (con un valor de $75 el par) y los instrumentos musicales como xilófonos (con un valor aproximado de de $400 cada uno), así como los tambores de caja, de bajo y de marcha (que fluctúan entre los $185 y $500, cada uno), para espectáculos oficiales.

No obstante, el líder, quien formó parte de la banda en 1983, expresó que su fin de devolver a las Batuteras su antigua gloria va más allá de mantener una tradición viva, sino de motivar a una nueva generación de guaynabeños a unirse a una iniciativa que fomenta cultura, disciplina y liderazgo desde temprano, así alejándolos más de la mala influencia de la calle.

“Mi carrera fue asistente de vuelo y como tal, ese uniforme estaba inmaculado, siempre llegaba a tiempo a todo y eso lo aprendí de aquí. Esto me ayudo en mi carrera profesional”, sostuvo Aquino, quien destacó que, de la matrícula, han salido médicos, enfermeros, bailarines profesionales y hasta reinas de belleza.

Además, el exmiembro de la banda de la organización aseguró que este esfuerzo también sirve como trampolín para la juventud para sumergirse en la cultura de otras ciudades, tanto en la Isla como en Estados Unidos. La respuesta de Aquino alude a la presencia que han tenido las batuteras en sucesos significativos como la Parada Puertorriqueña de Nueva York y el Festival Grito Boricua en Orlando, Florida.

“La disciplina ha hecho que este grupo llegue ya mismo a los 63 años de fundación, y esto se debe a nuestro lema: ‘mente sana, cuerpo sano’, que es nuestra misión desde que originamos. Así que toda persona que entre a la organización, no importa la clase social, no importa los recursos, aquí no hay discrimen y le ayudamos a crecer”, puntualizó.

“Me hace muy feliz”

Lorena Nicole García de la Paz expresó a Primera Hora que su llegada a las Batuteras de Guaynabo en ocutbre de 2023 fue un sueño hecho realidad, pues era algo que soñaba desde pequeña cuando veía a las jóvenes vestidas en sus uniformes blanco y amarillo, dándolo todo con las batutas y sus rutinas de baile.

García de la Paz aseguró que, en corto tiempo, unirse a este conjunto de jóvenes le ha ayudado a desenvolverse mejor en su vida personal, dado que la ha sacado de su zona de comodidad y le ha permitido confrontar su timidez frente al público.

“Esto me hace muy feliz, porque me ayudará a mi vida personal, me llevará a diferentes lugares y me encanta. Además que me permitirá ayudar a niñas a crecer en el arte batuteril”, expresó la joven de 19 años, que recientemente cursa un bachillerato en Administración de Empresas.