El puente escondido en el monte de Adjuntas que pone a prueba tu valentía
Puente La Hamaca fue construido sobre el Lago Garzas, en Adjuntas, en 1943.
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Nota del editor: Esta historia forma parte de la serie Coge Calle por la isla donde te presentamos los lugares turísticos en Puerto Rico que pocos conocen y que valen la pena ponerlas en calendario para visitarlas en algún momento.
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Adjuntas. Escondido entre zarzas, mariposas y fango, y justo en la Cordillera Central, se eleva sobre las aguas del Lago Garzas. No es visible de la estrecha carretera. Tampoco tiene una entrada clara. Para llegar al lugar, hay que atarse bien los cordones.
Se trata del Puente La Hamaca, también conocido como el Puente Colgante, en Adjuntas, que atrae a los más aventureros a cruzarlo, pese al jamaqueo de lado a lado que sentirán inmediatamente al pisar las antiguas losas metálicas, lo que suma a la osadía del visitante.
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Sus orígenes
Como todos los embalses de Puerto Rico, el Lago Garzas fue creado para obstruir el curso del río Vacas en la década de 1940.
El informe “Storage capacity and sedimentation trends of Lago Garzas, Puerto Rico, 1996-2007”, del Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, en inglés), especificó que su creación se completó en 1943, cuando se construyó la Presa Garzas y así se formó el embalse. La expresa razón de la obra fue generar energía hidroeléctrica y el uso municipal de agua a lo largo de la costa sureña, detalla el reporte. Actualmente, es administrado por la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados (AAA).
Ahora bien, ¿cómo podían estos trabajadores de antaño transportar los materiales necesarios para la construcción de esa presa? Pues con vigas y cables sujetando losas sobre el cuerpo de agua. Así, crearon el famoso puente que atraería a cientos a la Ciudad del Gigante Dormido generaciones después, ya que finiquitar el proyecto hace 82 años no se tradujo en la falta de su uso.
La travesía
Si proviene del área metropolitana de la Isla, su viaje podría extenderse hasta dos horas, dependiendo de las incidencias del día que se haga la excursión.
Tiene dos opciones para llegar a Adjuntas: a través de la PR-52 Sur, que le provee al conductor vistas espectaculares de las montañas cayeyanas, o por la PR-22, que llevará al turista por los llanos, fincas ganaderas y tierras agrícolas de Manatí, Hatillo y Arecibo. Ambas rutas coincidirán en las empinadas cuestas de la PR-10 antes de la curvilínea y angosta PR-518.
Entre el verdor de la montaña adjunteña se aprecia el codiciado charco El Ataúd, el sonido de sus arroyos seduciendo a todos a que disfruten de sus aguas. Más adelante se luce el propio Lago Garzas, asegurándole a los visitantes que su destino está cerca.
El puente
Justo entre los kilómetros 7.2 y 7.3 de la vía, a unos pies del restaurante La Bellota, hay una subida enfangada. Esa es la entrada hacia el sendero que conducirá al puente.
Dentro del espesor del monte cantan los coquíes y sobrevuelan las aves. Por el camino aletean decenas de mariposas. El camino a veces desaparece entre la alta vegetación. El fango hace que el andante resbale. Los árboles protegen de cualquier sol candente que podría estar ardiendo en el firmamento.
Basta caminar unos 15 minutos para verlo, ya que al continuar la marcha se llegará a la orilla del agua. Justo a la derecha, está el afamado puente, entrelazado entre vides y arbustos.
De izquierda a derecha y de derecha a izquierda es el movimiento ligero que percibe el que traspasa el puente, reforzado por el espejismo que provoca el movimiento del agua.
Considerando que el puente se construyó hace tantos años, algunas losas están sueltas, otras corrompidas por el moho, creándole grietas. Grandes telas de arañas envuelven los cables. Musgo adorna algunas losas. ¿Seguridad? No necesariamente garantizada.
Recuerda protegerlo
Es importante vestirse cómodamente para la caminata que requiere llegar al puente. Por eso, es recomendable usar calzado cómodo y cerrado, gafas y un sombrero o gorra. También, se aconseja a los visitantes utilizar protector solar y cargar una botella de agua reusable.
Máxime, es menester, para cuidar de esta área, así como todo el medioambiente de Puerto Rico, ser responsable con nuestros desperdicios y no contaminar el área con basura. De consumir algún alimento o llevar pertenencias personales, no las deje en el área.
Recuerde respetar el lugar para que, así, dure otros 82 años más.