Emily Prieto Torres no es científica, pero cuenta con un pequeño laboratorio en el que ha creado sobre 200 recetas de mojitos que luego convierte en interesantes obras de su negocio familiar, pues cada bebida tiene una historia particular. Sobre todo, la suya.

Resulta que Prieto Torres, propietaria de Mojito Mojito en Quebradillas, es una trabajadora incansable que viene de abajo, ya que fue madre de dos retoños a temprana edad. Por eso se atrevió a dejar su empleo como cajera para trazar su propia ruta.

Fue entonces que hace 19 años abrió su primer local “tipo chinchorro”, pero en su intento por hacer algo distinto casi se rinde.

El negocio ofrece un menú de picadera.
El negocio ofrece un menú de picadera. (XAVIER GARCIA)

“Empecé a hacer recetas de mojitos porque yo quería hacer algo diferente; un mojito con frutas y bien decorado. Pero solamente vendía cinco mojitos porque la gente no estaba acostumbrada a eso y se me dañaban todas las frutas”, recordó la fémina de 38 años.

Tras seis meses de intentarlo todo, la mujer se cansó y decidió subir las fotos de sus creaciones a las redes sociales.

“Le dije a la única muchacha que me ayudaba a hacer los mojitos: ‘Hoy va a ser nuestro último día haciendo mojitos. Ya yo estoy cansada, las frutas se dañan, la gente no está acostumbrada a esto. Voy a intentar hacer otras cosas”, lamentó.

El negocio cuenta con un salón interior y espacio al aire libre.
El negocio cuenta con un salón interior y espacio al aire libre. (XAVIER GARCIA)

Sin embargo, ese día ocurrió el milagro que transformó su situación, pues “las fotos se volvieron virales y vendí 101 mojitos. Cerré a las 3:00 de la tarde, pero sin una fruta”.

El éxito de sus mojitos fue tanto que comenzó a llegar clientela de toda la Isla que, esperaba hasta tres horas en fila para saborearlos.

“En eso, mi negocio pega a llenarse tanto que rento este local, pero estuve un año esperando los permisos para poder abrirlo. Yo no contaba con ingresos, sino que me fui levantando poco a poco y me arriesgué a rentarlo sin dinero”, confesó la vecina del barrio Terranova.

“Luego tuvimos que cerrar por la pandemia y el dueño de este local necesitaba que le pagara la renta, pero no tenía dinero, todo estaba cerrado. Así que con los ingredientes que tenía vendí 500 mojitos a través de las redes sociales. Fue una aventura”, reveló.

Entretanto, el negocio siguió floreciendo y de cinco empleadas, ahora cuenta con 18; principalmente féminas en edades jóvenes. Igualmente creció el menú.

“El mojito que hago ahora es totalmente diferente a cuando comencé. Ahora es 100% decorado, como lo visualizaba. De hecho, tengo una libreta, porque dibujo el mojito antes de prepararlo. Después hago la receta, traigo muestras y le doy a probar a la gente cuando el negocio está lleno”, manifestó.

“Ahora mismo, durante el año, tenemos sobre 200 sabores. De esos, en el negocio hay 160 que son fijos. Todos son recetas mías. En mi casa tengo un pequeño laboratorio, allí los confecciono, los dejo fermentando a ver qué tiempo tiene duración, cuánto tiempo duran en la nevera. Hago un ‘research’ de los nombres, de las mezclas; todo lo hago yo, desde cero”, destacó.

Igualmente, aclaró que su producto es hecho a base de frutas naturales de temporada que adquiere de agricultores locales, entre estas, parcha, pitaya, piña, coco, china y melón.

“Siempre saco mojitos por ‘season’, tengo una colección de signos zodiacales. Tenemos una colección de sabores exclusivos; todos contienen de cinco a siete licores. Son mis recetas, no se le dice a la gente. Es atreverse a probarlo. Si tiene algún licor específico, se le anuncia por si la persona lo tolera. Pero es arriesgarse”, advirtió.

“Nuestro ‘best seller’ es ‘Siete Mares’; una mezcla de siete licores, reposados por siete días. Es sour y tiene un tiburón dulce para que absorba los licores. Es el favorito.

Son sobre 15 exclusivos. Está la ‘Jeva’, que es un mojito confeccionado a base de frutas y su licor principal es Pama o Tito Vodka, escoges el licor principal”, resaltó.

De hecho, hay alternativas para embarazadas, lactantes o personas que no ingieren ningún tipo de alcohol. Para ellos está el mojito tropical, que es una mezcla de fresa, melón, kiwi y parcha.

“El rey de la casa es el mojito, pero nos enfocamos en que esto sea un ambiente familiar. Nos visitan muchísimos niños. Por eso tenemos una dulcería como en los tiempos de antes. Ofrecemos picadera, que es nuestro menú, porque los mojitos mandan algo más ‘light’. Tenemos surtidos, taquitos, tostones rellenos, camarones empanados, papas locas, entre otros”, apuntó.

“También tenemos mojitos sin licor, mojitos para niños que se decoran como gomitas dulces. Tenemos frappés sin licor que le llamamos ‘frozen’ y frappés con licor. Preparamos un área para fotos, la imprimimos y se la regalamos. Los niños síndrome Down se les regala el frappé”, agregó la madre de Sedrik y Adiaris, quienes trabajan en el lugar.

De otra parte, Emily asegura que el mojito es la excusa que le ha permitido conectar con las personas.

“Soy bendecida. A través de mis mojitos he podido conocer a tanta gente que me satisface poder servir. Ha llegado gente que viene por un mojito, que han sido diagnosticados con cáncer, otros que han perdido a un familiar (y) vienen aquí a desahogarse. El mojito es la excusa”, sostuvo.

Para detalles, puede llamar al 787-689-1951 o acceder a: Mojito, Mojito PR en Facebook e Instagram.