Las montañas de Guayanilla albergan uno de los lugares más fascinantes en la región sureña, donde sus tierras son utilizadas para el cultivo de uvas, hortalizas, farináceos y la producción de ganado de carne.

Se trata de Península del Río, una finca familiar de 86 cuerdas rodeada del torrente que nace en la parte sur del Monte Guilarte y, el cual fluye a través de la zona urbana del pueblo hacia la costa, dándole el nombre a esta hermosa propiedad ubicada entre los barrios Quebradas, Llanos y Consejo.

El lugar se transformó en una experiencia agroturística que está cobrando auge en aquellos que disfrutan del escenario natural dominado por el intenso verdor de sus plantaciones que, a su vez, conjugan con la presencia de animales que forman parte del recorrido.

Para acceder a la finca, los visitantes se montan en un carretón militar que es arrastrado por un tractor que cruza el riachuelo, mientras se escucha el sonido del agua entre las piedras y se observa la despampanante belleza de los cerros que integran áreas boscosas y rocosas.

En el camino también se ven burritos, ovejos, pavos reales, caballos, conejos y un sinfín de sembradíos de yautía, plátano, calabaza, ajíes dulces, pimientos, entre otros cultivos que anteceden a los viñedos.

El recorrido -certificado por la Compañía de Turismo de Puerto Rico- es guiado por los propietarios de la hacienda, Leonardo Nieves Ferrer y su esposa Bianca Pérez, ambos agrónomos de profesión quienes explican en detalle lo que ocurre en la vida de un agricultor.

La finca, según Nieves Ferrer, de 38 años, fue adquirida en 2013. Precisamente, la topografía del terreno fue lo que inspiró a esta familia a bautizar su propiedad como Península del Río.

“Estamos en el barrio Quebradas, pero del río hacia acá es el barrio Llanos de Guayanilla. Es una península y hacia la parte oeste del río es el barrio Consejo. La finca se llama Península del Río porque la bordea el río por tres partes desde el norte, oeste y sur. La única parte con tierra es al este”, detalló el egresado del Colegio de Mayagüez de la Universidad de Puerto Rico.

“Nuestra entrada es por el río Guayanilla, que es nuestra mayor debilidad y fortaleza. Es debilidad porque cuando llueve mucho, el río crece y se nos hace difícil el acceso a la finca, pero con la bendición de que tenemos el agua todo el tiempo y es lo más preciado”, apuntó.

Destacó que la idea de sembrar uvas surgió luego del huracán María, que arrasó con todos sus cultivos.

“En el espacio donde están las uvas antes teníamos árboles de limón, cuando vino (el huracán) María los arrancó todos. De hecho, era el primer año que (los árboles) estaban empezando a parir, estaban cargados. Nos pusimos a investigar y nos surge la inquietud de sembrar uvas”, expuso.

“Tenemos un amigo que tiene vivero en Aibonito, ‘Jardín la Jalda’, y las mandamos a buscar a la Florida. Porque la uva es más de un clima templado, pero ya en la Florida hay viñedos y están un poco más aclimatados a lo que somos nosotros en Puerto Rico”, agregó.

Así trajeron dos variedades de uvas moscata: Carlos y Welder, que al crecer son de color bronce y de un sabor agridulce. De hecho, los viñedos fueron sembrados desde 2018 y cada cosecha se da en un término de tres meses.

“Aunque trajimos dos variedades, la fruta es bien parecida. La diferencia es que la Carlos crece un poquito más grande que la Welder, pero ambas son color bronce. Él (su amigo) nos las creció en Aibonito, las bajamos y las sembramos aquí”, sostuvo el padre de dos hijos.

“Se adaptó muy bien porque, al nosotros tener este microclima que nos encierra el río, por la noche la temperatura es más bajita y por el día la temperatura es más alta y ese clima le encanta a la uva. Se dieron muy bien. Ya las hemos cosechado durante tres años, hemos hecho mermelada de uva y hacemos ron artesanal”, apuntó.

De otra parte, destacó que una de las operaciones de la agroempresa es la crianza del ganado de carne.

“El ganado de carne es para la venta. En nuestros comienzos teníamos toros de adelanto: nace el becerrito, se convierte en novillo y nosotros los compramos como novillo y los engordamos para comer. Una vez se nos ocurre este proyecto cambiamos los toros por vacas. Ahora mismo vendemos los destetes”, reveló.

Los demás animales “son mascotas”, insistió.

Entretanto, durante el recorrido, el visitante podrá ver cómo se cosecha y algunos pueden aprender a sembrar.

“Nosotros damos la demostración de cómo se cosecha. Cuando tenemos plátano cortamos el racimo, traemos estudiantes a que aprendan lo que es la agricultura. Hemos tenido la experiencia de sembrar palitos de limón, calabaza y yautía. Se les da la oportunidad de aprender a sembrar”, acotó.

Cabe destacar que el recorrido tiene una duración aproximada de 40 minutos, el cual termina con un compartir frente a los viñedos, con picadera y buena música.

Finalmente, confesó que su meta es dar a conocer a Guayanilla, “a través de este espacio agroturístico, bonito, diferente. Aquí llegan muchas personas y sienten que están en otro lado”.

Para detalles: fincapeninsuladelrio.com o Finca Península del Río en Facebook e Instagram.