Por más de 500 años, Las Salinas de Cabo Rojo han producido sal de manera ininterrumpida, siendo considerada la industria más antigua no solo de Puerto Rico, sino de las Américas.

Pero, además de contar con un alto valor económico, esta reserva natural posee una importancia ecológica inigualable y una huella histórica que está bien aferrada al corazón de los caborrojeños.

Actualmente, el área de 505 hectáreas es manejada por el Refugio de Pesca y Vida Silvestre de Cabo Rojo. En esta reserva natural convergen cuatro ecosistemas fundamentales para la flora y la fauna: lagunas, salitrales, manglares y bosque seco, donde habitan cientos de especies de aves.

Pero, sin duda, su distintivo más reconocido es la capacidad de Las Salinas para producir sal y son sus aguas rosadas las primeras que delatan el valioso tesoro que esconde el lugar. Por eso, caminar entre esos estantes, conocidos también como “cuajaderos”, y observar la cristalización en el suelo y la sal amontonada es una de las experiencias que puedes vivir en esta reserva natural.

“La extracción de sal continúa ininterrumpidamente desde el 1518 hasta el presente. Eso está otorgado a la familia Padilla, quienes anualmente producen 44 mil libras de sal. Esta sal se utiliza para hacer el agua salina de los sueros en las farmacéuticas de Puerto Rico”, explicó Elvin Alvarado, historiador y guía turístico de Cabo Rojo.

Y, ¿cómo se origina y se extrae la sal?

“Cuando la marea sube, se utilizan los canales y un sistema de compuerta y el agua de mar es llevada hasta la laguna. Posteriormente, el agua se va evaporando gradualmente bajo el calor del Sol. Con la pérdida de agua, aumenta la concentración de sal y los cristales interactúan con dos algas que se llaman: dunaliella y arqueas. Esas algas acumulan en sus células un pigmento rojo, mientras más organismos hay en el agua, más rojiza se va tornando el agua. Cuando ya está bien rojo, es indicativo que la sal está lista para recogerla”, detalló Alvarado.

Ese proceso, desde que comienza a entrar el agua en los “cuajaderos”, tarda entre tres a seis meses en completarse y, una vez la sal está lista, entran con maquinarias a removerla.

“Desde el siglo 16, 17 y 18, los salineros sacaban esa sal con carretillas y palas, pero ahora se sacan con digger. Se abren compuertas, se entra el digger y la saca”, dijo.

Aunque la sal caborrojeña se puede consumir, en la actualidad se utiliza solamente para sueros farmacéuticos y, la que sobra, “se le vende a los ganaderos para que a las vacas les dé sed y produzcan más leche”, indicó Alvarado.

Su gran valor histórico

En términos históricos, la industria salinera caborrojeña data del 25 de julio de 1511. Para aquel entonces, los gobernantes de la Isla comunicaron a España la grandeza del lugar, por lo que no perdieron la oportunidad de sacarle provecho a esta valiosa zona.

“La monarquía española le encargó al gobernador Juan Serón la administración de Las Salinas y las minas de oro que existían en toda la isla. Pero, no fue hasta 1518 que Don Juan de Aro, también gobernador, recibió orden del rey de España para explotar la industria de la sal a gran escala”, contó el historiador.

Debido al valor que cobraron Las Salinas, estas se convirtieron en escenario de grandes batallas que involucraron a indios, españoles, contrabandistas, corsarios y, hasta enfrentaron a puertorriqueños, quienes se peleaban por la sal que allí se producía. “La sal de Cabo Rojo se utilizaba como sistema de trueque entre los vecinos y los extranjeros. Esto originó enfrentamientos como el que se suscitó en 1585 cuando los ingleses llegan cerca de Playa Sucia a las Salinas y se llevaron sal sin permiso”, relató el historiador.

Otro histórico enfrentamiento se dio en 1759, cuando los vecinos de Aguada intentaron apropiarse de Las Salinas.

“Los caborrojeños se fueron por el camino viejo y se encontraron con la gente de Aguada en lo que hoy se llama la Playa El Combate. Ahí hubo una lucha armada y los caborrojeños se armaron de hachas y palos y ganaron ese combate. Por eso a los caborrojeños nos llaman ‘mata con hacha’ y la playa se llama Playa Combate”, indicó.

Ya para el 1855 la sal de Cabo Rojo se consideraba más valiosa que la plata, “porque en aquella época no había refrigeradores y ellos tenían que usar la sal para preservar los alimentos. Así que a los trabajadores se les pagaba con sal y de Cabo Rojo salió la palabra ʿsalarioˈ”, afirmó el historiador.

Importancia ecología

Esta zona y sus lagunas rosadas, humedales y hermosas playas conforman un valioso ecosistema que alberga más de un centenar de aves, plantas y árboles típicos del área.

“La zona cuenta con un doble tómbolo que son dos franjas de arena con mangle que separa una bahía de una laguna que incluye una pequeña playa y se conecta a dos acantilados. Eso es una maravilla. En Puerto Rico hay muchos dobles tómbolos, pero el de más importancia en Puerto Rico y, entre los más bellos del mundo se encuentra el de Cabo Rojo”, señaló Alvarado.

“Allí viven más de 100 especies de aves, la más famosa la mariquita puertorriqueña. Pero ese lugar es anfitrión de muchas aves migratorias como por ejemplo, el halcón peregrino que viene y se reproduce aquí y emigra. Es que en esos mangles vive la artemia que es un crustáceo que le provee la energía que necesita el halcón peregrino para viajar 6 mil millas desde Cabo Rojo, sin parar, hasta el océano Índico”, explicó el guía.

Las Salinas están abiertas al público, pero quienes deseen una excursión guiada por Alvarado, pueden solicitarla a través del municipio llamando a la Oficina de Turismo al 787-851-1025.

“Esa visita es libre de costo en un horario de 9:00 a.m. y 3:00 p.m. y consta de ir a Las Salinas, al Museo de Próceres, la zona del casco urbano y también al Faro de los Morrillos”, dijo el guía, quien lleva 20 años brindando esta excursión.