Miami, Florida. - Dayanara Torres desborda una alegría que contagia. Se ríe constantemente, se muestra dispuesta, conversadora, de pronto sorprende con algún comentario simpático. Es un estado de ánimo que tiene sus raíces en la plenitud que vive como mujer, madre y figura del entretenimiento.

Desde que se mudó a la ciudad de Miami hace un año y medio, otro escenario de vida se abrió para ella, así como le pasó cuando ganó el título de Miss Universe en 1993, que nuevas oportunidades le surgieron de inmediato. Decidió establecer residencia en la ciudad floridana después de 17 años establecida en Los Ángeles, California, junto con sus hijos Cristian Anthony y Ryan Anthony Muñiz Torres.

Primera Hora viajó hasta Miami para tener una extensa conversación con la toalteña.

“De repente me quedo en Los Ángeles sola y dije, ¿qué hago aquí?”, compartió desde el Miami Beach Botanical Garden, a propósito del 30 aniversario de su reinado. “Cuando ellos se van (a la universidad) dije, ‘me voy más cerca de Puerto Rico, más cerca de Cristian’, que está en Nueva York; Ryan lo más seguro termine en Nueva York, pero ahora mismo está acá, así que necesitaba estar más cerca y lo hice sin pensarlo. Me acuerdo que estaba nadando y dije, ‘Dios mío, si algo me pasa aquí en la piscina, quién me encuentra, cuántos días después. Vendí y vine aquí a Miami y me fascina. No he parado desde que llegué”.

Como talento de la cadena Univisión desde que ganó la quinta temporada de la competencia Mira quién baila, tan pronto llegó a Miami se unió al programa El gordo y la flaca como coanimadora. “He hecho de todo un poco, me fascina. Estoy al lado de mi hermana, ahora mismo Ryan está unos días conmigo, sabe Dios si vamos a ser roommates o no, pero estoy mucho más cerca de Puerto Rico. Una vez fui a Puerto Rico desde Los Ángeles y dije, ‘a mí se me va el día entero en llegar’, así que no podía estar tan lejos”.

La toalteña es consciente de que a sus 48 años exhibe un cuerpazo, un corte de cabello corto que le resalta aún más la belleza y una contentura que le brota en cada palabra o gesto. “Me siento feliz, me siento plena, me siento contenta. Todo pasó como tenía que pasar. Creo que el universo hizo que todo pasara exactamente como tenía que pasar. Me casé, los tuve temprano, se gradúan; todavía estoy joven, me veo joven, puedo hacer lo que quiero. Ahora mismo si tengo un trabajo en China, empaco y me voy. Todo cayó perfecto y a la misma vez, llega el amor y digo, ‘qué más perfecto que esto’. Ni que lo hubiese escrito yo. Quedó todo espectacular”.

Contrario al pasado, fue la misma Dayanara quien expuso el tema del amor, reflejo de la felicidad impensada que experimenta desde hace dos años, cuando comenzó una relación con el productor y director de origen brasileño, Marcelo Gama. “Él es el director de todos los programas que existen en Latinoamérica, de los Latin Grammy, los Billboard, los LAMAS, todo lo que son awards shows. Él era el director también de Mira quién baila. No lo conocí cuando yo estaba bailando. Yo gané en ley, gané porque era la mejor, mentira (bromea), pero sí lo había visto. Él venía los fines de semana a ver el ensayo final y yo chequeaba, nunca nos hablamos, pero sí había los ojitos. Después que gané se sentó en la mesa conmigo, hablamos un poquito, pero ahí quedó todo. Pasaron años, hasta el 2021″, relató del inicio de una relación que la tiene flotando.

¿Tuviste temor a enamorarte de nuevo?

“Uno siempre le tiene miedo a enamorarse de nuevo, especialmente cuando pasas por cosas tan fuertes, humillantes, tristes, pero a la misma vez no le quería dar poder a ese episodio que no tiene que ver conmigo, ni que rija mi vida ni mis miras al futuro ni mis miras al amor. Así que al principio, me divorcié hace 19 años, tenía mucho más miedo. En estos momentos digo, ‘total, lo que pasó en mi vida, lo que me dio fue las herramientas para saber lo que quiero, lo que nunca voy a dejar pasar y lo que nunca voy a aceptar, así que es perfecto para mí' ”.

Llega este hombre maravilloso, que por primera vez es una persona que me ve a mí, que me quiere ver triunfar; no me quiere guardar en una cajita, al contrario, me quiere ver brillar, me quiere ver en el escenario, y es la primera vez. Estoy viviendo algo totalmente diferente, pero me hace tan feliz, porque es lo que me merezco”

-Dayanara Torres, Miss Universe 1993

En la actualidad ambos gozan de una etapa de efervescencia profesional, por lo que están prefiriendo disfrutar el día a día en la relación. “Por ahora estamos viviendo a plenitud, estamos viviendo un día a la vez y felices. No hemos pensado más allá, pero felices”, afirmó.

Miss Universe 1993 conoció a su pareja, el productor y director de televisión Marcelo Gama, mientras competía en "Mira quién baila".
Miss Universe 1993 conoció a su pareja, el productor y director de televisión Marcelo Gama, mientras competía en "Mira quién baila". (VANESSA SERRA DIAZ)

La felicidad de la que habla es aún más completa al vivir también una nueva etapa de la maternidad, ahora que sus hijos son jóvenes adultos independientes. “De repente se me hizo un hoyo en el estómago, porque qué voy a hacer con mi vida, no sé qué es no estar pendiente a ellos; que si les duele un diente, que si tienen dolor de estómago, todas estas cosas se te van de las manos y te las quitaron, y entiendo que tienen que salir adelante y volar y uno espera que todo lo que les enseñaste lo lleven con ellos y tomen las mejores decisiones para su vida y los tengo que dejar ir, pero eso es lo difícil. A la vez lo que se hace fácil es que la vida entera se abre y qué hago ahora con mi vida, (pues) muchas cosas”.

Afortunadamente, su estado emocional va en armonía con su salud. Tras su diagnóstico de cáncer de piel en el 2019 y posterior tratamiento, puede afirmar que está sana. Mantiene sus chequeos médicos cada tres meses y será así por dos a tres años más.

Reconoce que por mucho tiempo ignoró las señales de la enfermedad, que al momento del diagnóstico estaba en etapa 3. “Mi cáncer y por mi propia culpa y por no saber, la misma ignorancia, lo tenía detrás de la pierna, como no lo veía todo el tiempo, no le tomaba atención; sí me daba cuenta que estaba creciendo, de que tenía color, que tenía relieve, que no se veía bien. A lo mejor por el mismo miedo de que hay algo malo, mejor ni lo chequeo, fue lo peor que hice. Estuve con él como siete u ocho años”, reveló.

Compartir el proceso de su enfermedad y tratamientos a través de las redes sociales levantó conciencia sobre un sector de la población hispana en Estados Unidos, tanto que asociaciones dermatológicas hablan del “Dayanara Effect”. “Quizás me lo pude haber callado y pasar mi enfermedad sola, con mi familia, con los más allegados, como algo muy personal y muy mío, pero dije no, tengo que hablarlo, porque así como no sabía lo que estaba pasando, mucha gente tiene que aprender y mucha gente aprendió”.