Ajo: bueno en la cocina y fuera de ella
Sus propiedades abarcan mucho más que el sabor característico que imparte a la hora de cocinar.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 12 años.
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Sin duda, es una de las mejores alternativas a la hora de dar un toque delicioso a muchos platillos. Por eso no sorprende que el ajo sea uno de los alimentos favoritos en la cocina.
Pero su encanto no se limita al placer gastronómico. También, abarca una amplia gama de beneficios para la salud. ¿Algunos de ellos? Ayuda a regular el funcionamiento de nuestro organismo y se le conoce como un gran antibiótico natural. Además, es una fuente importante de vitaminas A, B1, B2 y C. ¿La dosis recomendada? Algunos expertos dicen que con ingerir uno cada dos días es más que suficiente, aunque eso dependerá de los efectos que interesas buscar, claro está.
En términos históricos, la referencia más antigua que se hace de esta planta de la familia de la cebolla data de 400 a.C., hecha por un herborista chino. Originaria de Asia Central, se cree que los sumerios y los pueblos de la Mesopotamia reconocían sus poderes curativos mucho antes.
Hay quienes aseguran que debemos su propagación a otras regiones del mundo a personalidades de la historia como Alejandro Magno y Gengis Khan, entre otros. Hoy día, se trata de un alimento popular prácticamente en todas partes del mundo.
La realidad es que abundan los datos que nos permiten comprender por qué el ajo es un alimento versátil y favorito. Y para que tengas una idea, a continuación, te detallamos algunos.
Secretos en la cocina
Para ajos fritos, procura que el aceite no esté demasiado caliente.
Al asar la carne, puedes cortar los ajos de forma puntiaguda para insertarlos en la carne de manera que, al cocinarla con ellos, se impregne mejor de su gusto.
Si solo deseas un toque de sabor en platos calientes, cocina los dientes enteros, sin pelar, a fuego lento y retíralos rápidamente.
Para los platos fríos, frota en la fuente donde vas a servir un diente de ajo cortado.
Para aderezar ensaladas o para freír, puedes introducir 10 dientes de ajo en una botella de aceite de oliva virgen. Déjala cerrada por un mes para lograr un aceite perfumado.
Si prefieres ajo para untar, envuelve los dientes pelados, pero enteros, en papel de aluminio. Cocínalos en el horno o una parrilla hasta que alcancen la consistencia blanda (de pasta).
Considera lo siguiente
Uno de los aspectos característicos del ajo es su olor fuerte y el aliento que provoca. Para combatirlo, se recomienda masticar unas hojas de perejil, de menta fresca o apio, ya que sus altos niveles de clorofila ayudan a quitar ese olor. Incluso, luego de masticar las hojas, se recomienda enjuagar la boca con agua y algunas gotas de limón.
Por sus propiedades anticoagulantes, no se
recomienda su ingesta a personas con problemas de coagulación de la sangre o que vayan a someterse a una intervención quirúrgica, ya que se corren el riesgo de que las heridas producidas en el quirófano tarden más en cerrar.
Por si no lo sabías
¿Por qué huele tanto?
Por dos sustancias que forman parte de sus propiedades, que son el disulfuro de alilo y la aliina.
Su nombre latino (ajo, alho, ali aglio, alla, allo) proviene del vocablo celta “allá”, que significa fuerte, ardiente e incendiario.
Los soldados griegos y romanos solían masticar algunos dientes de ajo antes y después de cada batalla.
Los principales países de ajo son: China, India, Corea del Sur, Rusia, Estados Unidos, Egipto, España, Argentina y Ucrania.
Durante la Primera Guerra Mundial, el ajo se llegó a utilizar para desinfectar heridas externas.
Existen varios tipos de ajo que cuentan con características nutricionales similares. Entre estos se incluyen el ajo blanco, ajo morado y los ajetes o ajos tiernos.
Uno de sus encantos en los siglos pasados fue su utilidad como conservante de la carne y del pescado, y la facilidad para almacenarlo por su tamaño pequeño.